Otros buenismos
El economista Sebastián Edwards levantó una polvareda al enumerar una serie de iniciativas de un grupo en particular, pero esa crítica es extensible al resto del espectro político y se manifiesta con grandilocuencia en nuestro parlamento.
Ya es sabido de los episodios donde los legisladores votaron proyectos de Ley que no leyeron (difícil de creer y justificar entre tanto legislador y asesores) y que luego terminaron en chambonadas, como la Ley de Estacionamientos o la de Medidores Eléctricos.
Pero hay leyes que afectan de manera sustantiva la vida de las personas y, en algunos casos, pueden determinar la salud e incluso marcar la diferencia entre vivir o morir.
La ley de Fármacos II, que actualmente se discute, es ese tipo de proyectos y no ha estado exenta de "buenismos". Partiendo por creer que, al nombrar esenciales a los medicamentos, estos estarán disponibles mágicamente para las personas. Eso no es cierto. Los medicamentos los pueden llamar como quieran, pero no caen de los árboles. Alguien los produce y de lo que se trata es de pagar lo justo por ellos y que, quienes no puedan, accedan a estos a través de mecanismos solidarios. Alterar arbitrariamente las reglas del juego puede provocar un efecto contrario al deseado, esto es, que no lleguen los medicamentos a quienes los necesitan.
Otras indicaciones a este proyecto, buscan que los actores pequeños no tengan herramientas para competir con los grandes operadores de este mercado. Creyendo que con reglas generales se puede ordenar un mercado tan asimétrico como el de los fármacos es pura inocencia o ignorancia. Los grandes operadores, por su cuota de mercado, pueden imponer condiciones sin necesidad de
integrarse.
Otra muestra de "buenismos" patológico fue la inclusión de las cadenas de farmacias en la Ley Cenabast. Parlamentarios de izquierda pidieron incluir a estas por miedo al Tribunal Constitucional, los mismos de la fijación y regulación de precios, ¡De no creer!
Por último, en un arrebato de ingenuidad, otros parlamentarios retiraron indicaciones que pretendían fortalecer a los Recetarios Magistrales de las farmacias, dando rienda suelta a la industria farmacéutica para fijar los precios que quiera, privando a las personas de una posibilidad segura, eficaz, personalizada y accesible a medicamentos. Era imperioso establecer algunas directrices para el funcionamiento de los Recetarios Magistrales en la Ley pues, el organismo encargado de regularlos, está completamente cooptado por la industria farmacéutica.
Frente a este nivel de improvisación la ciudadanía esta indefensa, ya que el parlamento ha dado sobradas muestras de ser inmune a la crítica.
Patricio Novoa Valle
Secretario Corporación SOS Salud Chile.