El perfil sicopático del asesino liberado en 2016 tras un doble homicidio
Cumplió solo 11 de los 27 años de condena por el crimen de su expareja y el hijo de esta, a quienes enterró en un tarro. Tras salir de la cárcel, confesó en una entrevista: "No puedo asegurar que no lo volvería a hacer".
Redacción | Josefina Piddo - La Estrella de Valparaíso
"¿Cree que podría volver a hacer algo así?".
"Mira, una vez la sicóloga de la cárcel me preguntó: ¿tú crees que volverías a hacer lo mismo? Yo le contesté: ¿sabe qué?, yo la respuesta no la tengo. Porque cada persona reacciona dependiendo del lugar que está y la situación que vive. Yo le dije: no tengo la intención de hacer lo que hice, y no me gustaría pasar lo mismo otra vez. Pero yo no podría asegurarle a usted que no lo haría. ¿Sabe por qué? Porque yo no soy dueño del destino".
Este diálogo forma parte de la entrevista que el periodista Rodrigo Fluxá hizo a Hugo Bustamante Pérez en agosto de 2016, publicada en la Revista Sábado de El Mercurio, pocos meses después de que el asesino fuese liberado por la Corte de Apelaciones de Valparaíso, junto a otros 723 reos que fueron beneficiados con la libertad condicional.
Entonces, Bustamante solo había cumplido 11 de los 27 años a los que había sido condenado por un impactante doble homicidio: en enero de 2005, dio muerte a su pareja, Verónica Vásquez Puebla, y al hijo de esta, Eugenio, de solo 9 años. Tras asesinarlos, los metió dentro de un tarro con cal, permaneció con los cuerpos en su casa por unos días y luego los enterró en el patio de una vivienda que arrendó con ese fin.
Cuatro años después de su liberación y de aquella entrevista, el "asesino del tarro", como también fue conocido, volvió a sembrar el horror entre nosotros, esta vez tomando la vida de Ámbar Cornejo, una joven de solo 16 años quien sucumbió ante la infinita maldad de un criminal que sin duda tendrá un lugar reservado en las páginas más oscuras de nuestra historia policial.
Sin conciencia
El extenso historial criminal de Hugo Bustamante empezó antes del doble crimen de 2005 y del homicidio de Ámbar. Antes de eso, pasó 10 años en la cárcel por dos condenas de robo con fuerza y hurto; y actividades de tráfico de drogas.
Diversos análisis sicológicos y siquiátricos dan a cuenta de su personalidad perturbada. Un informe psiquiátrico realizado el 8 de noviembre de 1992 lo cataloga como carente de "autocrítica y conciencia moral. Tiende a la justificación desenfadada. Tiende a manipular y utilizar a las personas y situaciones que se le presenten. Antes de retirarse, al dar por finalizada la entrevista, tiene el descaro de pedir un informe favorable su causa. Tiene una personalidad psicopática antisocial (desalmado)".
Otro análisis, realizado el 5 de junio del 2005 -después del crimen de Verónica Vásquez y su hijo Eugenio-, explica que "respecto a su identidad se aprecia una imagen sobreestimada de sí mismo, mal integrada y poco realista, ya que desconoce los aspectos negativos de sí mismo y está armada sobre una imagen ilusoria".
Del mismo modo, otro estudio realizado el 11 del mismo mes complementa que Bustamante mantiene "altos montos de impulsos hostiles y sádicos, los cuales en ciertas circunstancias logra controlar y en otras, por el contrario, descarga inmoderadamente".
En el trabajo periodístico realizado por Rodrigo Fluxá y Arturo Galarce en 2016, Hugo Bustamante reconoce el consumo de drogas desde muy temprana edad. Así, nombra la marihuana, hachís, morfina y anfetaminas como ejemplos, pero "a confesión propia, explica que la única que lo ha llenado realmente es la cocaína".
El dobLE crimen
El asesinato de Verónica Vásquez y su hijo Quenito habría sido motivado por dinero. La mujer había vendido una propiedad y Bustamente quería su parte. La asesinó una calurosa mañana de verano de 2005 en la pieza matironial que compartían en la residencia de la calle Hipódromo, en Peñablanca. Cuando Verónica se negó a darle el dinero, el sicópata la golpeó con un bate y cuando el pequeño Quenito entró a la pieza, lo estranguló. Luego hizo lo mismo con su madre, a quien también degolló. Los amarró de pies y manos, los trasladó al living y los envolvió en bolsas de nylon. Además, los mutiló.
Para deshacerse de los cuerpos, los metió, con ayuda de un palo, en un tambor contenedor de agua de unos 200 litros, que había quedado en el barrio tras unos arreglos de cañerías. Llenó el tambor con agua, cal y yeso, y esperó cuatro días, tomando y fumando junto a los cuerpos. Fue a pasear a la avenida Perú y compró un arma, con la que se dirigió a un club de tiro en Villa Alemana y se presentó como un ex militar.
Entonces se le ocurrió arrendar una casa para esconder el tarro con los cuerpos. En la feria de El Belloto pagó un flete por 3.500 pesos para llevar el recipiente a la vivienda del sector de Troncos Viejos, donde cavó un hoyo y enterró la evidencia.
Un llamado anónimo alertó a la PDI sobre los olores que salían de la propiedad. La noche del 25 de enero, confesó ante el fiscal Alejandro Ivelic los detalles de su horrible crimen.
Liberado
El 29 de abril de 2016, 724 reos de la Región de Valparaíso recibieron la libertad condicional. Más del 90% de quienes habían solicitado el beneficio, en un polémico proceso que generó indignación en la población. De ellos, 100 eran abusadores sexuales, 4 cumplían cadenas perpetuas por robo con violación y 109 tenían un "alto compromiso delictual", según Gendarmería. Entre ellos, estaba Hugo Bustamante Pérez.
Una comisión de 5 jueces de la Corte de Apelaciones de Valparaíso, presidida por la jueza Silvana Donos Campo, aplicó un criterio según el cual aquellos que tuvieran buena conducta y la mitad de la pena cumplida podían salir, sin importar su delito.
Bustamante tenía buena conducta, pero solo había estado preso 11 de los 27 años que indicada su condena. Sin embargo, el artículo 3 del Decreto de Ley 321 sobre libertades condicionales establecía que "a los condenados a más de veinte años se les podrá conceder el beneficio de la libertad condicional una vez cumplidos diez años de la pena, y por este solo hecho esta quedará fijada en veinte años".
Y así no más salió, sin considerar el informe negativo de Gendarmería, que señalaba que "el interno requiere intervención y un mayor período de observación intrapenitenciario, ya que las variables psicosociales determinan un pronóstico incierto (...), por lo que no se recomienda otorgar libertad condicional".
Los vecinos de la calle Covadonga que vieron regresar a Hugo Bustamente tras su liberación nunca estuvieron tranquilos.
Y vaya que tenían razón...