El secreto de la pastelería chilena que la rompe en Nueva York
En sólo unos meses, Dulcería NYC ha llamado la atención de blogs especializados y medios como el New York Times. Desde Harlem, sus dueños cuentan cómo lo hicieron para llevar chilenitos y tortas a Norteamérica.
Ignacio Silva
Marco Matheu y Daniel Minzer habían abierto hace pocas semanas su local. Por eso, dicen, los sorprendió tanto que The New York Times se fijara en su recién inaugurada pastelería chilena y publicara una entrevista que ayudó a popularizar sus productos entre el público norteamericano.
"Fue una gran sorpresa y una gran bendición. Pero no fue sólo el New York Times. Acá los blogs son muchas veces más poderosos que un diario, y varios blogs de cocina ya estaban hablando de nosotros", advierte Matheu, quien fundó Dulcería NYC (@dulcerianyc) junto a su esposo tras cerca de una década viviendo en la cosmopolita ciudad estadounidense.
Según cuenta al telefóno desde el local de Harlem, la idea nació como una forma de diversificar los negocios que venían haciendo en pareja, que van desde una importadora de vinos y otra de productos chilenos, hasta una fábrica de ropa de cuero fetichista.
"Y yo siempre quise abrir una pastelería acá porque la pastelería chilena es muy buena y la americana es terrorífica", dice entre risas Matheu. "Yo fui al Culinary un año, siempre me gustó cocinar. Además soy muy amigo de César Rossetti, que es el dueño de la dulcería Las Palmas, y él siempre me apoyó, siempre me dijo que tenía un don en la cocina. Yo creo que viene todo de por ahí y, bueno, nos aventuramos".
Lúcuma
Dentro de la diversidad de Nueva York, Harlem es un barrio de tradición afroamericana y latina. Algo así como un punto medio entre la acomodada Manhattan y el ambiente cosmopolita de Brooklyn. "Pero las cosas han cambiado mucho en los últimos 10 años", apunta Marco Matheu, que llegó a Harlem junto a Daniel Minzer tras comprar una casa en el barrio. "Hay una gentrificación fuerte, pero bueno, los barrios cambian. Y la pastelería está en una parte de Harlem donde circula mucha gente que trabaja o estudia en la Universidad de Columbia, porque estamos muy cerca, pero por acá no había nada donde ir ni cosas que hacer".
A ese factor recurre el empresario para explicar el éxito del proyecto entre el público local, aunque también hay otros. "Acá todo es casero, todo es natural, todo es hecho a la antigua", explica Matheu sobre una carta que incluye desde dulces como chilenitos, alfajores, merengues y pasteles, hasta empanadas y pastel de choclo.
Luego profundiza: "Las recetas son tradicionales, de la manera que tienen que ser. Nosotros lo que hicimos fue encontrar los ingredientes acá. Uno de los que más nos costó encontrar fue la lúcuma, porque acá sólo llega la peruana, pero después de mucho intentar logramos dar con la fórmula".
¿Cuáles dirías que son los productos que más les gustan a los norteamericanos?
Entre los productos más vendidos están las empanadas de carne, la empanada de pino que es tradicional chilena, la masa es a la antigua. Acá a la gente les encantan. Y en pasteles el más vendido está entre la torta de lúcuma, que se vende mucho; el mote con huesillo, que ha sido un hit desde que lo sumamos a la carta; y el panqueque naranja manjar. A ese nosotros le ponemos (el licor) grand marnier, pero el grand marnier real, entonces queda maravilloso.
Decías que hacen todo casero, a mano. ¿Cuánto tiempo les toma?
-Yo entro a las 4 de la mañana y salgo a las 10 de la noche. No hay vacaciones, no hay días libres. Desde que abrimos ha sido así, es harta pega.
¿Y qué dirías que tiene la pastelería chilena que le ha gustado a una población tan cosmopolita como la de Nueva York?
La pastelería chilena es una mezcla francesa, española e italiana. ¿De dónde a esta gente se le ocurrió a comienzos de siglo hacer esto? No sé. Yo he leído que viene de Talca, o de Rancagua. Pero lo cierto es que es tan rica, es tan elegante, que yo creo que es una sorpresa para el público americano. Cuando la gente entra piensa que somos una pastelería de cualquier parte, nunca chilena. La gente no sabe o no lo asocia, no saben que una pastelería puede ser tan refinada. O sea, la gente conoce la medialuna argentina y les encanta, pero el croissant es 10 mil veces más conocido. Entonces cuando conocen la pastelería chilena y ven lo que es, las masas, los panes, todas estas cosas tan finas, se terminan enamorando. Es una pena que en Chile no se le dé el respeto que se le debería dar, nos cuesta valorar lo nuestro.