"Se echa de menos la empatía, ser más solidarios con las otras personas"
La subteniente Catalina Galleguillos, profesional de la Armada, ha tenido a su cargo la custodia de los centros de Viña del Mar y Valparaíso, así como de consultorios, hospitales y residencias sanitarias desde que se desató la pandemia.
Finalmente llegó el día: por algunos demandado, por otros temido y en no pocos casos, indiferente. Tras semanas de incertidumbre y rumores, el ministerio de Salud decretó cuarentena en las ciudades de Valparaíso y Viña del Mar. San Antonio se había adelantado apenas un par de días. El hasta entonces secretario de la cartera, Jaime Mañalich, argumentó que las disposiciones fueron adoptadas "para lograr disminuir y controlar el número de nuevos contagios".
En efecto, al momento del anuncio -10 de junio-, el último informe epidemiológico del Minsal respecto a la Región de Valparaíso ya reportaba 5.215 casos confirmados y 1.429 activos. En ese mismo contexto, las noticias mostraban el bajo respeto al toque de queda en algunas comunas del Gran Valparaíso y largas filas afuera de las tiendas del retail.
Bien conoce esta realidad la subteniente de la Armada Catalina Galleguillos, quien durante los últimos meses ha custodiado de cerca el centro de Viña del Mar y el plan de Valparaíso. Allí su principal función ha sido contribuir al orden público, trabajando coordinadamente con Carabineros de Chile. Además ha resguardado los Cesfam, consultorios y hospitales de la región. También se desempeñó como jefa del equipo encargado de la seguridad del hotel O'Higgins -hoy residencia sanitaria-, cooperando con el personal de salud en la protección del lugar. "Nos ha tocado harto trabajo", afirma.
Un cambio necesario
Y desde la primera fila que le brinda su labor, la subteniente Galleguillos declara categórica: "Galta que la gente le tome el peso". Dice que se ha avanzado, pero su diagnóstico es claro: se necesita más empatía. "Creo que eso es algo que se echa de menos, ser más solidarios con las otras personas", afirma.
Reconoce que la primera reacción, suele ser algo negativa: "Hay gente que al principio se resiste. Al inicio de la pandemia fue muy difícil pedir a las personas que tomaran distancia, que se alejaran uno de otro, que ocuparan mascarilla. Había una especie de resistencia a acatar las instrucciones o simplemente las personas no lo tenían incorporado, pero con el pasar de los días fue cada vez más fácil", explica.
El uniforme, a veces, tampoco jugaba a su favor: "Les incomodaba o se atemorizaban al ver que personal de las Fuerzas Armadas les pedía que se separasen, pero luego lo fueron asimilando y se acostumbraron un poco más a la situación".
Un cambio cultural necesario, dadas las altísimas cifras de contagio. A juicio de Galleguillos, gran parte de la responsabilidad recae en los jóvenes, quienes se sienten seguros ante la amenaza: "Quizás tenemos menos probabilidades que la enfermedad nos ataque fuerte, aunque puede pasarnos igual".
-¿Cómo se procede cuando se viola el toque de queda o la cuarentena obligatoria?
-El principal objetivo que tenemos resguardando la seguridad, es aislar a la fuente de contagio del resto de la comunidad. Nosotros como Fuerzas Armadas podemos retenerlos y entregárselo a Carabineros. Esa es la labor que hacemos, cada vez que hay algún contagiado o alguien que no esté cumpliendo la cuarentena o que está en desacato. Nosotros los llamamos y Carabineros realiza el procedimiento legal junto con la autoridad sanitaria correspondiente, que es quién aplica la sanción.
-Y en estos operativos, ¿hay diferenciaciones entre las labores encomendadas al personal masculino o femenino?
-La verdad es que el tema ha sido muy parejo y no hay una distinción. Nunca fue criterio que vayan solo hombres o solo mujeres, siempre ha sido de acuerdo a las capacidades, cursos, escalafón o especialidades de cada uno. Por ejemplo, en la noche trabaja personal de la Infantería de Marina, acompañado también con personal naval, hombres y mujeres, de acuerdo a su rol y formación. Y todas las tareas han funcionado así.
-¿Siente que la presencia de las Fuerzas Armadas y de orden es percibida de forma distinta hoy, en comparación a la labor del estallido social?
-En el estallido social fue bastante diferente. Me tocó estar de guardia en ese tiempo en Talcahuano, en accesos a la base naval. Y era una situación mucho más polarizada, "hago caso porque los apoyo, o no les hago caso en nada porque no los apoyo". Era totalmente distinto. Entonces, cuando uno interactuaba con la gente, o se mostraba muy agradecida o se mostraba muy molesta. En cambio, en el contexto actual, la mayoría agradece, y si es que no, igual hacen caso. A lo mejor algunos no responden, ni dicen gracias, o ponen problemas al principio, pero finalmente acatan.
Y eso es algo que la subteniente Galleguillos agradece, pues para ella, la labor de la institución a la que pertenece es fundamental: "Seguridad, infraestructura crítica, entrega de medicamentos, de alimentos, campañas de vacunación, resguardo de las diferentes entidades a las que la gente sigue acudiendo, como bancos y notarías, entre otros".
Y antes de concluir, destaca a otros héroes anónimos de uniforme: "Los guardias de supermercados, farmacias y entidades bancarias, ellos son los que organizan todas las filas, cautelan las distancias. Si hay un local que cuenta con ellos, cuenta con una suerte de fuerza armada interna que es de gran ayuda", finaliza.
"En el estallido social fue bastante diferente, era una situación mucho más polarizada".