La escuela y su rol durante la pandemia
Mientras padres y madres hacen lo posible por el cuidado de sus hijos, lidiando con el teletrabajo, las tareas del hogar, o tratando de encontrar la forma de no morir de hambre, el rol de la escuela en este contexto deberá orientarse hacia la colaboración en el resguardo emocional de miles de niños y niñas que padecen hoy (y padecerán por bastante tiempo) el impacto negativo del aislamiento social, la amenaza latente de la muerte y la precariedad económica. Más dramática aún es la situación de aquellas familias que viven en la pobreza y cuyas realidades son desconocidas para nuestros líderes políticos (al menos para el Ministro de Salud Jaime Mañalich que se ha sorprendido por la miseria que invade los hogares chilenos).
Entre tanto desacierto de las autoridades a cargo de la cartera de educación, como dar vacaciones en medio del encierro o hablar prematuramente del retorno a clases, resulta de vital importancia la reflexión pedagógica en torno a nuestro rol en este contexto. Una discusión informada y con base en criterios propios a nuestro quehacer. Muy distinta de aquella que han planteado desde el MINEDUC, proponiendo priorizar objetivos, retornar a clases con distancia social o evaluación SIMCE como diagnóstico, entre otras que solo dejan en evidencia que habitamos en Chiles distintos. La discusión que hoy necesitamos darnos debe apuntar al resguardo de niños y niñas y al rol que en esa tarea debe asumir la escuela, teniendo en consideración las dramáticas desigualdades del sistema educacional chileno y de nuestra sociedad en general, que han visto la luz con más fuerza tras la emergencia sanitaria. El drama de las periferias metropolitanas del cual hoy somos testigos, cobrará cientos de vidas porteñas en las próximas semanas cuando el virus se propague por los cerros, cuyas condiciones son abismantemente más precarias que en la capital. En ese escenario, pensar en enseñar lenguaje o matemáticas, más que ingenuo, resulta inhumano.
Quienes hoy creen estar prestando un servicio educacional y promueven las clases virtuales pensando exclusivamente en alcanzar aprendizajes desde lo académico, tributan a una visión mercantil de la educación instalada desde la dictadura militar y profundizada en democracia a través del sistema de voucher (niño que asiste, niño que se pega) y del fracasado diseño de subvención/privatización del sistema escolar. Lamentablemente, no solo algunas familias promueven esta lógica, también sostenedores y profesionales de la educación, movilizando cuantiosos recursos hacia la implementación de clases virtuales, convencidos de alcanzar los aprendizajes proyectados para este año. Lo lamentable y riesgoso de ello es que dichos esfuerzos conducen al abandono o despreocupación de los aspectos socioemocionales que hoy ponen en riesgo a nuestros niños y niñas. No atender esos aspectos constituye una vulneración de sus derechos. Y por último, de lograr aprendizajes significativos en esta modalidad, obviando la opinión de especialistas desde educación y salud, no será entonces una muestra del éxito de la gestión institucional, sino más bien una evidencia de la irrelevancia de aquellos colegios en la formación integral de niños y niñas.
Mauricio Arenas Oyarce
Mg. en Administración de Proyectos Educativos y Gestión Educacional.
Diplomado en Prácticas curricular en contexto.
Director Académico Colegio Winterhill de Viña del mar
Profesor de Castellano y comunicación. Licenciado en Lengua y Literatura Hispanoamericana.