El cinematográfico regreso de los jóvenes varados en Honduras
Eduardo y Franco ya están de vuelta en sus casas, pero tuvieron que atravesar una odisea para abordar el anhelado vuelo de repatriación.
La eterna espera por volver a casa llegó a su fin. Los jóvenes de Viña del Mar atrapados en una isla hondureña por fin llegaron de vuelta a la Ciudad Jardín, pero el último episodio de su viaje de vuelta estuvo lejos de ser un mero trámite.
Este medio contó en varios la historia de Eduardo González y Franco Moraga, jóvenes de Viña del Mar a quienes la pandemia los sorprendió en Roatán una pequeña isla de Honduras, donde quedaron varados producto del cierre de aeropuertos.
La semana pasada fueron informados que había un viaje de repatriación para ciudadanos chilenos varados en centroamérica. El primer obstáculo era poder llegar al continente.
"El consulado decidió sacarnos por vía marítima, y justo la mala suerte que ese día nos tocó una tormenta azotando a Honduras y Guatemala, el mar estaba brígido, pero aperramos no más. Eran seis personas en un barco pesquero ordinario", cuenta Eduardo con ironía.
Relata que las olas de hasta tres metros golpeaba con fuerza la embarcación, al punto que Franco tuvo que ir a recostarse porque se sentía mareado.
Finalmente, pudieron desembarcar en La Ceiba la ciudad más cercana. Allí, tomaron un viaje en bus de dos horas y media hasta San Pedro Sula, donde se agruparon con otros chilenos que estaban en su misma condición. Eran alrededor de 20 personas que tomaron otro bus a Guatemala, donde los esperaba el consulado de dicho país. En ese punto los jóvenes llevaban 24 horas de viaje, así que naturalmente estaban exhaustos.
Al llegar al aeropuerto tuvieron que esperar a que este abriera, así que tuvieron 2 horas más para dormir. Se reunieron con más chilenos y finalmente, subieron al avión, que hizo escala en Costa Rica para recoger a más ciudadanos chilenos que querían repatriarse.
Eduardo cuenta: "Al principio eran dos personas por fila, en corridas de seis asientos. Después eran cuatro por fila, y después ya estaba lleno, parecía una micro, todos arriba no más, pero está bien si se entiende que la idea era que la mayor cantidad de gente llegara".
Por fin en casa
El martes pasado en la noche ya estaban pisando suelo nacional. Llenaron el papeleo de rigor y los trasladaron a sus domicilios para que guarden cuarentena por 14 días, de modo que todavía no puede reunirse físicamente con su familia, pues su madre padece cáncer, así que tiene que terminar su cuarentena.
"Me trajeron a mis perros solamente", revela.
Sobre su regreso, cuenta que el cambio de temperatura lo sintió al instante, además de observar lo distinto que está la ciudad desde la última vez que estuvo aquí.
Confiesa que pese a lo duro de la vivencia, no se arrepiente del viaje, pues fue una experiencia que lo marcó para siempre. Además, agradeció a todas las personas que lo ayudaron en la isla y pujaron para que pudieran regresar al país.