Globalización y soberanía
Facultad de Derecho Pontificia Universidad Católica de Valparaíso
Durante el año 2019 se publicaron en el Diario Oficial un total de 71 leyes y 31 tratados y acuerdos internacionales. El número indica que la actividad del Congreso Nacional y del Presidente en la consolidación de vínculos internacionales de carácter permanente es intensa. Como en otros momentos de la historia, el desarrollo de las comunicaciones y el transporte de mercancías han impulsado cambios difíciles de controlar. El viejo sueño de la autarquía económica y la completa independencia política de los Estados (llevado hasta lo demencial por Pol Pot en 1975 y Kim Jong-un en el presente) queda descartado por sus desastrosos resultados.
La pregunta acerca del ideal de las relaciones internacionales es distinta. Ya que no es posible sostener una completa independencia política y económica, la cuestión es más bien cuál es el ámbito en que un Estado y sus poderes políticos pueden ejercer efectivamente su soberanía y decidir sobre los asuntos de su comunidad política.
La respuesta es esquiva y no la tengo. Pero al menos podemos intentar abordarla con la reflexión sobre unos pocos temas. ¿Puede un Estado abandonar la economía de mercado? Por supuesto que sí, en tanto decisión política, pero si su economía pierde competitividad global su futuro quedará, en el mejor de los casos, amarrado al antiguo y azaroso comercio de los commodities. ¿Puede un Estado no formar parte de ningún bloque económico? Por cierto que puede adoptar una decisión de este tipo, pero asumiendo que si eres un protagonista menor del mercado mundial, los más fuertes te someterán a su interés propio. En este sentido, la competitividad internacional de una economía, en todos los frentes, puede compensar de modo efectivo la carencia de grandes socios políticos.
¿Puede un Estado controlar la inmigración? Las fronteras son más permeables de lo que sugiere la teoría y casi ningún Estado puede controlarlas del todo. Basta ver imágenes recientes de Italia y España para comprobar que las fuerzas que mueven a los emigrantes no se contienen con un muro o con barcos de guerra.
Las comunidades políticas que quieren conservar su libertad y avanzar hacia una mayor igualdad deben aceptar que existen fuertes lazos que hacen interdependientes unas con otras. Pretender avanzar como si el resto del mundo no existiera es inviable. Lo razonable, creo, es intentar entender la posición que tiene el país en el mundo y, desde ahí, intentar gobernar nuestro futuro. -
Alan Bronfman Vargas
Profesor de Derecho Constitucional