Las décadas no extinguen su amor por Santiago Wanderers
Rosa Calderón, hincha de Santiago Wanderers y una de las fundadoras de la barra oficial, recuerda sus aventuras siguiendo al Decano y la gran ayuda que recibió cuando se quemó su hogar.
Durante la década del '70, un grupo de hinchas wanderinos decidieron organizarse y formar una barra que acompañara a su querido club por todo Chile. Hoy, casi 50 años después, Rosa Calderón, una de las fundadoras de la agrupación, recuerda con alegría y nostalgia su recorrido como hincha verde, experiencia que le dejó de todo, incluso el auxilio necesario tras perder su casa en un incendio.
"Me hice wanderina gracias a mi papá. Hace muchos años me hizo ir a un partido contra Santiago Morning y desde ahí, no paré de ir al estadio", contó emocionada la longeva hincha, quien recordó un episodio que la marcó para siempre: la muerte de Víctor Bórquez, puntero izquierdo que destacó en el Decano tras el descenso de 1981, siendo uno de los jugadores que decidió quedarse para devolver al equipo porteño al fútbol de honor.
"Íbamos viajando hacia el sur a ver un partido, hicimos una parada cerca de un río y al rato Bórquez apareció muerto en el agua. Decidimos devolvernos altiro. Fue una pena muy grande porque con la barra compartíamos mucho con los jugadores en esa época, por lo mismo íbamos juntos en el viaje. Decidimos ponerle su nombre a la barra en su honor", comentó Calderón.
Claro que son muchos más los recuerdos lindos los que vuelven a la memoria de la porteña, quien pese a que no ha podido asistir al estadio hace varios años, en su momento recorrió gran parte del territorio nacional, llevando el verde y el blanco a distintos recintos.
"Algunos viajes eran imposibles. De lo que más le agradezco a Wanderers es que me llevó por todo el país. Recuerdo con mucha alegría un viaje que hicimos a Arica, donde nos conseguimos alojamiento y estuvimos una semana completa. Donde no lo pasé muy bien fue en Temuco, porque en esa ocasión el chofer atropelló una persona y además el ambiente de la ciudad no me agradó", recordó una de las forofas más antiguas del club.
Ayuda verde
En 1976, Rosa Calderón perdió su casa en un incendio y quedó sin nada material. Por aquel entonces, Rosa era una activa hincha caturra y fueron sus pares quienes quisieron darle una mano en tan difícil situación. Según archivos de La Estrella, la barra donó una vivienda prefabricada para la familia Calderón, la cual fue instalada en un terreno cedido por un vecino en la calle Eloy Alfaro del cerro Barón.
Su hijo Antonio Baeza tenía 19 años cuando ocurrió la tragedia. "Me encontraba trabajando en ese momento. Mi jefe escuchó sobre el incendio en la radio y me dio permiso para salir. Iba en la micro cuando vi todo el movimiento de gente y no aguanté, me bajé y subí corriendo. Por suerte mi familia logró salir, pero quedamos con lo puesto", recuerda.
La histórica seguidora del Decano confirmó el hecho, no sin emocionarse, aseverando que "fueron muy buenos conmigo, yo nunca esperé recibir esa ayuda tan grande. Siempre estaré agradecida de todos los wanderinos por haber hecho eso".
Hinchada actual
Calderón aprovechó de emitir su opinión respecto a las actuales barras que componen el fútbol, específicamente la de su querido Wanderers. Señala enfática: "No me gusta la violencia. Sí admiro que muchos siguen al equipo por muchas partes y son caturros de verdad, pero no es necesario que destruyan nuestro estadio o ataquen al hincha rival".
La histórica fanática verde se hospeda hace cerca de un año en la casa de estadía "El Edén de Barón", lugar donde es visitada constantemente por su hijo, su hermana y su cuñado. Todos son hinchas del equipo que hoy es dirigido por Miguel Ramírez.
Más allá de no ir hace tiempo al Elías Figueroa Brander, siempre está pendiente del Decano del fútbol chileno, ya sea viéndolo por televisión o escuchándolo por la radio. "Santiago Wanderers es el amor de mi vida. Yo nací y moriré wanderina. No me interesa si no sale campeón, pero espero que nos quedemos el mayor tiempo posible en Primera División", recalca con emoción.
Javier Tobar Zamora
La Estrella Valparaíso