Instrumento y símbolo
Es un texto con un valor y relevancia jurídica fundamental para la política, la democracia y el estado de derecho.
La Constitución nace como un instrumento para limitar el poder. Esta es la seña que identifica a la Constitución como un tipo de norma jurídica. La historia enseña que quienes hicieron triunfar la idea de una Constitución en el siglo XVIII en Estados Unidos y Francia buscaban lo mismo: limitar y controlar el poder del gobernante.
Para hacerlo pensaron, primero, en un mecanismo que funciona con reglas similares a las de la física. Se trata de la separación de poderes, que pretende que un poder (una fuerza) frene y controle a otro poder (otra fuerza): el Congreso frena al Presidente, y éste frena al Congreso. A este mecanismo se sumó otro: las cartas o listados de derechos, que aseguran ciertos ámbitos de libertad para la vida de los individuos en sociedad.
El contenido esencial que estructura una Constitución es, entonces, la separación de poderes y los derechos constitucionales. Así, la Constitución chilena regula las funciones y atribuciones del Presidente, del Congreso Nacional y del Poder Judicial, diseñadas para operar como frenos y contrapesos mutuos. También regula los derechos y deberes constitucionales en su capítulo III, donde encontramos el derecho a la vida, la igualdad ante la ley, la libertad de opinar e informar y el derecho de propiedad, entre otros.
Por supuesto que en más de doscientos años de historia de la Constitución (la de Estados Unidos es de 1787 y la Declaración de Derechos del Hombre y del Ciudadano de 1789) se han agregado otros contenidos. Destaco tres. Nuevos órganos para fortalecer el control sobre el poder político y asegurar la vigencia del estado de derecho, como el Tribunal Constitucional, la Contraloría General de la República, el Banco Central o el Ministerio Público, o bien para descentralizar o desconcentrar el ejercicio del mismo poder. También se ha añadido un nuevo tipo de derechos, los sociales, que pretenden asegurar a todas las personas el acceso a unos bienes básicos para la vida humana. Por último, se han añadido secciones que explicitan los valores que fundan el régimen constitucional, como el Título Preliminar de la Constitución española o las Bases de la Institucionalidad de la Constitución chilena.
Todo lo anterior hace que la Constitución sea un instrumento y, al mismo tiempo, un símbolo. Ella encarna la idea de una convivencia pacífica sometida a un orden en el que gobernantes y gobernados respetan la dignidad de la sociedad, sus instituciones e integrantes. Como todo símbolo, debe ser querido y tratado con el cuidado que su naturaleza exige.
Alan Bronfman VargasProfesor de Derecho Constitucional