Cabildo con Jesús
Jesús y sus discípulos se fueron en barca a un lugar despoblado; pero, la multitud le siguió. Él se compadeció de ellos, porque eran como ovejas sin pastor y se puso a enseñarles muchas cosas. Como eran cuatro mil personas, y ya era tarde, Jesús pensó: si los despido a casa, puede que desfallezcan por el camino, entonces preguntó a sus discípulos ¿cuántos panes tienen? Le respondieron siete y unos pescaditos. Este relato nos habla de la multiplicación de los panes, donde todos comieron quedando satisfechos, recogiéndose las sobras en siete canastas. Al compartir este texto en una jornada religiosa, se nos dijo que entre la multitud habría algunos de buena situación, quienes al ver que Jesús bendecía los panes y pescaditos para servir a los congregados; estos, al momento, sacaron "bajo su poncho" los alimentos que tenían solo para ellos, compartiéndolo con los demás. En Lucas 5, Simón le dijo: Maestro, hemos trabajado toda la noche y no hemos sacado nada; pero, ya que lo dices, echaré las redes. Capturaron tantos peces que se reventaban las redes.
En Chile, hay muchas necesidades y demandas no resueltas; entre ellas, que la población tenga libre acceso a riberas y playas. Ojalá que el nuevo ministro de Bienes Nacionales, Julio Isamit, encuentre solución.
El enemigo poderoso: la desigualdad
Han pasado 12 días del inicio del movimiento social y la iglesia está muda. Iglesia que, junto al sector ultra conservador de la sociedad, son también cómplices de todo lo ocurrido estas semanas. Ambos sectores en forma sistemática se han opuesto a políticas públicas de control de natalidad y a programas de educación sexual en los colegios, lo que propició y gestó en las sombras a este "enemigo poderoso" al que culpa el presidente Piñera y su claque. Ellos, que predican por la vida, no se hicieron cargo de estos miles de niños que vinieron a engrosar los cordones de pobreza y miseria en la periferia. Niños que nacieron en hogares donde la falta de oportunidades los obligó a salir a robar o a ser presa de narcotraficantes, porque sus padres tampoco tuvieron la posibilidad de educarse y tener un trabajo digno para darles una mejor vida. Ellos son los que hastiados de su miseria han salido a arrasar con todo a su paso.
Señor Presidente, honorables del Congreso, políticos todos, déjense de buscar culpables en el adversario político. La culpa es y será la desigualdad y la falta de oportunidades creada por un modelo económico que así como está, no sirve.
Derico Cofré Catril
María Lidia Miranda Orellana