Fabián San Martín D.
No es primera vez que el párroco de la iglesia Nuestra Señora de Andacollo de cerro Ramaditas, es agredido al auxiliar a un alma en desgracia. "Por defender a una niña me pegaron entre ocho y en otra ocasión me dieron un fierrazo en la cabeza", recuerda Óscar Zamora.
El último hecho en que se vio implicado el sacerdote de 53 años, ocurrió el pasado fin de semana. El religioso -que es payador, cantor y bailador de folclor- en compañía de unos amigos de la comunidad parroquial fue a celebrar las Fiestas Patrias a las fondas del parque Alejo Barrios.
Pasadas las 03.00 de la madrugada decidieron regresar a sus hogares, y abordaron una micro de la línea 511 que cumple recorrido a Ramaditas. "Cuando nos subimos ya había ocurrido un altercado entre dos muchachos que discutían. Les pedí que no echaran a perder la fiesta y uno respondió que no iba a pasar nada", contó.
Pudo desarmarlo
Pero cuando el vehículo iba a la altura de la caleta El Membrillo, uno de los implicados se levantó de su asiento y fue a la parte trasera a buscar a su rival. "Vi cuando del pecho sacó un arma blanca, le grité y me le fui encima para impedir que le enterrara el cuchillo en el cuello", relata el sacerdote, que enfatiza que en medio del forcejeo sufrió dos heridas cortopunzantes en el lado derecho del tórax.
"No fui atacado directamente, sino que intervine entre dos personas que se estaban agrediendo, y al quitarle el cuchillo recibí los dos cortes. Le salvé la vida a dos personas: al que no mataron y al que lo iba a asesinar que no irá preso por un crimen", remarcó el cura, que admite aunque sangró profusamente, de todas formas pudo desarmarlo.
Con la ayuda de un amigo argentino y otros pasajeros lo redujeron, y en la máquina de locomoción colectiva llegaron hasta la Unidad de Emergencia Adulto del hospital Van Buren, donde lo entregaron a Carabineros.
El detenido fue atendido de sus lesiones en el mismo centro asistencial. "Nunca supe el motivo de la riña. Hablé con él en la posta y me dijo que se dejó llevar por la ira. Espero que se haya arrepentido, pero su mamá me conocía y me pidió perdón repetidas veces", dijo el sacerdote.
El párroco tuvo heridas penetrantes en la parte derecha del esternón, que felizmente no alcanzaron órganos vitales. "Un médico me dijo que aprendiera la lección, que para otra vez no me metiera, pero soy un cura de vanguardia y no de sacristía. Es de mi índole provocar el bien, promover la vida, fue un acto instintivo que no dudaría en volver a hacer. Dios hace bien todas las cosas", reflexionó Óscar Zamora.