El medicamento es un bien de salud y no de consumo
Estimada Directora:
El claustro académico de la Escuela de Química y Farmacia de la Universidad de Valparaíso manifiesta públicamente su desacuerdo con la iniciativa del Gobierno de autorizar la venta de medicamentos de libre venta fuera de la farmacia. El medicamento es un bien de salud y no de consumo, de modo que incentivar su venta masiva como medida para "reactivar la economía del país", resulta preocupante y sólo contribuirá a estimular la automedicación, por consiguiente, a incrementar el riesgo relacionado con el mal uso de los medicamentos.
No es correcto afirmar que los medicamentos clasificados como de libre venta son "inofensivos" ya que, aunque se trate de medicamentos que no requieren receta médica para su venta, no significa que estén exentos de efectos adversos. Esta medida entrega a la población un mensaje confuso e impreciso, desconociendo a su vez, la labor del químico farmacéutico, profesional de la salud con más de cinco años de estudios universitarios, quien debe ser el garante de las acciones relacionadas con los medicamentos asociadas a su adecuado uso y conservación.
De concretarse esta medida, las políticas de salud tendientes a convertir la farmacia en un real centro de salud perderán sentido, como es la aspiración de esta comunidad académica, transformándolas definitivamente en meros sitios de transacción comercial. Esta medida es la última de una serie de hechos que han conducido a la pérdida del valor social del medicamento, entre las cuales destacan: i) la falta de fiscalización a la venta ilegal de medicamentos en ferias, almacenes y en el transporte público, con la subsecuente exposición a condiciones ambientales que afectan la estabilidad de los principios activos, incidiendo en la seguridad y eficacia de los productos farmacéuticos; ii) la venta de medicamentos a través de internet (permitiendo su adquisición incluso desde otros países); iii) autorizar publicidad de medicamentos cuyos destinarios son representantes de poblaciones de alto riesgo (ancianos y niños), en donde no se exponen los eventos adversos a los que son expuestos.
Existe una contundente documentación derivada de la investigación que las universidades han realizado en torno a las consecuencias nocivas de la automedicación. Ésta, además de ser causante de una gran variedad de efectos adversos e interacciones (con alimentos y con otros medicamentos), suele retardar el diagnóstico oportuno de enfermedades graves, complejizando su tratamiento y abordaje. Por otra parte, la alfabetización en salud, entendida como las habilidades y destrezas que presenta la comunidad para una gestión eficiente y segura en torno al cuidado de su salud, es una tarea pendiente de una política de salud enfocada a la prevención más que al tratamiento de enfermedades evitables.
Concluimos insistiendo que el medicamento no es un bien de consumo, y por lo mismo, debe permanecer al resguardo de un profesional de la salud que apoye a la comunidad en su correcto uso, integrando todos los aspectos relacionados no sólo con su administración, sino también con su almacenamiento, resguardando su beneficio y seguridad en los pacientes. Al mismo tiempo, ello se debe hacer acompañar por políticas públicas y acciones de educación en salud que fomenten el uso racional de los medicamentos. Esto es, de acuerdo con la Organización Mundial de la Salud, que los pacientes reciban la medicación adecuada a sus necesidades clínicas, en las dosis correspondientes, durante un período de tiempo adecuado y al menor costo posible para ellos y la comunidad.
Yanneth Moya
Directora Escuela
de Química y Farmacia