Mujer con extraño cáncer lucha por su hijo con tumor cerebral
El mismo día que se su hijo debía operarse, tenía programada una biopsia a la que no pudo asistir por acompañarlo. La madre rechazó operación para poder cuidar del niño. Necesita $80 millones para costear tratamiento y extender su vida.
L a lucha que protagoniza esta madre es literalmente desgarradora. Después de haber superado un cáncer hace años, la enfermedad volvió con más fuerza, coincidiendo con la aparición de un tumor en la cabeza de su pequeño hijo.
La viñamarina Carolina Salinas ha vivido duros meses este año. Su salud mostró las primeras dificultades cuando tenía 31 años, y le fue encontrado un tumor maligno.
Fue operada y tratada por dos años hasta que logró recuperarse, quedando con controles médicos mensuales. Siguió su vida normal, y en marzo de este año volvió a sentir malestares, al consultar a un médico volvieron a encontrarle un tumor en la misma zona, pero de mayor tamaño y más complicado: había producido metástasis.
Acudió a incontables citas al médico para conocer el resultado de exámenes, en uno de estos viajes de vuelta de Santiago, durante el mes de mayo, su hijo Pascual se desmayó.
"Se desvaneció, y lo derivaron a la clínica Reñaca, allá le hicieron un escáner y le encontraron un tumor en el cerebro. Ahí, se me cayó el mundo", cuenta.
El pequeño de ocho años padecía meduloblastoma, y tuvo que ser intervenido al otro día de urgencia por problemas intracraneános. La operación fue exitosa, y a los dos días fue operado nuevamente para extirpar el tumor, pero no fue posible ya que estaba pegado al tronco cerebral.
El post operatorio fue duro: 15 días en la UCI. De ahí en adelante la situación mejoró un poco, la enfermedad era cubierta por el GES, y el padre biológico del niño tenía contratado un seguro médico que también ayudaba, así que el pequeño fue trasladado a Santiago para recibir atención en la clínica Universidad Católica, donde recibió el tratamiento que necesitaba.
En ese momento, ambos tratamientos se cruzaron, el del niño y el de su madre. Carolina dejó su situación personal de lado para enfocarse en su hijo. "El mismo día que lo operaron a mí me tenían que hacer una biopsia, a la que no pude ir obviamente porque yo lo priorizaba a él, tenía que estar acompañándolo las 24 horas del día", relata con pena.
Dos cánceres
Han recibido ayuda de amigos y familiares para costear sus millonarios gastos. Entre donaciones, rifas y bingos (ver recuadro) han podido pagar los medicamentos, gastos básicos, viajes y su nueva casa. Los controles son en Santiago, así que tuvieron que dejar su vivienda en Nueva Aurora donde vivían.
La situación del niño es la más esperanzadora, ya que su cáncer fue detectado a tiempo, y con el tratamiento que ha recibido en el sistema privado tiene una esperanza de un 70% de superar la enfermedad.
En el caso de ella, que solo se ha tratado en el sistema público y se ha postergad o en favor de su hijo, tiene un pronóstico de extrema dificultad.
Los médicos del Instituto Nacional del Cáncer le ofrecieron la alternativa de extirparle la vejiga y el recto, una operación de complejidad que, si es exitosa, la dejará en una situación no adecuada para cuidar a su hijo enfermo, por lo tanto la descartó.
Ochenta millones
Carolina se puso una meta. Hizo las averiguaciones y existe un tratamiento de 80 millones de pesos que quiere tomar. La mujer de 39 años tiene una sinceridad entrañable: su objetivo final es poder vivir lo mejor posible para cuidar a su hijo hasta que su salud lo permita. El sarcoma que sufre es un caso clínico de alta rareza, por eso la alta suma que necesita.
"La idea es hacerlo curativo (el tratamiento) mientras en la salud pública todavía no saben si lo pueden hacer paliativo. En cambio acá el médico me dice que este sarcoma es tan raro y tan invasivo que puede ser que fallemos en el trayecto, pero por lo menos puede darme un par de años más de vida", dice angustiada la mujer.
En esta campaña, han llegado varios aportes, pero se necesitan muchísimos más. Por ahora, se dedica a cuidar a su hijo, haciendo malabares para que él no sufra al ver a su madre enferma. Se rapó para apoyarlo con las quimioterapias, y ha dejado pasar sus consultas médicas para acompañarlo en su proceso, le recetaron morfina para aguantar sus dolores, pero decidió abandonarla porque "la noqueaba", y no podía atender a Pascual.
"Como mamá, ver sufrir a un hijo es terrible, y eso incrementa mis dolores", confiesa con la voz entrecortada.