Lorena Ibaceta, standupera porteña: "Aquí divertirse es un lujo"
La actriz detrás de la popular Yolanda Carmín define el humor como un espacio necesario tanto para la crítica social como para el sano divertimento. Lejos de la guerra de los sexos, sus rutinas buscan empoderar a las mujeres sin tener que denostar en el proceso al género masculino.
Alter Ego es una expresión que proviene del latín y que significa el otro yo. Conocer a Lorena Ibaceta y a Yolanda Carmín -su personaje- es, en efecto, una única y gran experiencia. Ambas se mezclan bajo la piel de una mujer carismática e histriónica; pero también crítica y profunda. La importancia del amor propio, los índices de depresión, la economía y los miedos del ser humano son algunas de las reflexiones de la última entrevistada de Región F.
Estudió actuación en el instituto DUOC "una escuela absolutamente realista de teatro, hecha para que tu hagas Shakespeare o Molière", aunque su interés siempre la acercó a la comedia. Más tarde, entró al mundo del humor gracias al canto y una gran habilidad interpretativa. La misma que le permite hasta hoy transformar las canciones que todos conocemos en hilarantes guiones. "Es algo muy de familia. Yo no sé si somos muy disfuncionales. La mayoría de las familias se hablan, nosotros cantamos" relata entre risas.
"Atrévete" es el nombre de la gira que la llevará a lugares como México y Estados Unidos, pero no por primera vez. Ibaceta ya ha recorrido varios rincones de América y Europa; con esa experiencia en mano, hace una comparación aguda: "El público chileno tiende a la depresión", dice categórica. La comediante sostiene que nos faltan las ganas de disfrutar y nos sobran las preocupaciones. La ecuación a su juicio es bastante clara, "la gente en México paga 150 pesos chilenos por un viaje el metro" dice a modo de ejemplo y añade "es por eso que pueden gastar yendo al teatro, porque les queda presupuesto para disfrutar de la vida. Aquí, en cambio, divertirse es un lujo". Ante este adverso panorama "hacer reír y generar espectáculos de diversión es un deber social".
Condición humana
Más allá de las diferencias, Ibaceta sostiene que hay algo profundamente transversal en la comedia que logra conectar a las personas sin importar su nacionalidad. "La condición humana es tragicómica", afirma. "En todo el mundo hay pasos de cebra para que no nos atropellen y no morir. Hay semáforos para no morir. La gente trabaja para poder alimentarse y no morir. La gente tiene una casa para protegerse y no morir ¡Todo es no morir!", declama con particular gracia.
-Pero el ejercicio de hacer reír no tiene que ver sólo con el entretenimiento o la evasión, sino también con aquel humor que es denuncia, resistencia. ¿Cuál es el compromiso de tus rutinas con ese tipo de humor?
-"El comediante no se justifica si no tiene una crítica social. A mí la causa que me mueve es el amor propio: Que las mujeres entendamos absoluta y totalmente que tenemos todo para ser felices. Que tener pareja no te hace un ser humano completo y que no tenerla tampoco. Entonces lo que hago en mi espectáculo es cantar canciones románticas de toda la vida y hacer un análisis un poco antropológico de la conducta que proponen estos temas. Temas que nos ponen a nosotras como personas con mucho tiempo para extrañar, para necesitar, para depender, para -incluso- no poder respirar si el otro no está, cosa que está muy lejana de la realidad".
Desde su tribuna siente el deber de empoderar al género y desafiar ciertos esquemas tradicionales sobre lo que significa ser mujer. "Se nos ha criado, educado y formado para ser amables, dulces, complacientes, contenedoras. Mi causa es hacer un llamado a las mujeres a que saquen la mejor versión de sí mismas; no la que depende del exterior; de si tiene trabajo, de si tiene pololo, de si se casó, de si tuvo hijos, de si esto o si lo otro; basta con querer ser dueña de su vida", comenta.
Espacios comunes
Reconoce que es cuidadosa al momento de abordar ciertos temas, pues está consciente de la sensibilidad del público. Eso la aleja de la lógica propia de "la guerra de sexos" que otros comediantes suelen explotar. "Yo me subo al escenario a hacer una crítica social sobre el ser humano. No sobre los hombres o sobre las mujeres. Hacerlo me limitaría absolutamente como artista", explica. Pese a su mirada inclusiva, admite que los locales de comedia suelen ser una suerte de "club de Toby" donde priman las figuras masculinas.
Para Ibaceta, faltan espacios comunes donde comediantes -hombres y mujeres - puedan convivir; pero sobre todo, escenarios en los que expertos y aficionados puedan nutrirse mutuamente. Es por eso que junto a su equipo inauguró un anhelado proyecto: Café Carmín, el primer "micrófono abierto" en Valparaíso.
La artista busca contribuir con más lugares para hacer, conversar y reflexionar en torno a la comedia. Esa es la bandera que la anima a trabajar especialmente en los escenarios nacionales. Para ella, una buena cuota de humor es el mecanismo que necesita nuestra sociedad para mejorar y cuestionarse: "Siento que el humor ha avanzado del chiste a la reflexión. Hemos evolucionado de la burla a la conciencia", concluye.