Nicole: cinco años de la muerte que devastó a dos naciones
Valparaíso y Buenos Aires empatizaron con un crimen horroroso. A partir de dos voces centrales, revivimos detalles de la investigación y el juicio que encarceló al asesino de Sessarego, Lucas Azcona.
Hoy se cumplieron exactos cinco años del doloroso asesinato de la porteña y estudiante de Periodismo en la UPLA, Nicole Sessarego, crimen que golpeó en partes iguales a ambos lados de la cordillera, ante la angustiosa espera de un caso policial que se fue desenredando como un guión de suspenso.
Legalmente es un caso cerrado, sin ninguna posibilidad de ser revocado. Cadena Perpetua para Lucas Azcona, autor confeso del femicidio de la porteña del cerro Cordillera. La Corte Suprema rechazó todos los intentos de la defensa por retipificar el crimen como homicidio simple para reducir la condena. El fallo fue categórico y técnicamente perfecto, se logró todo lo que pedía la familia de Nicole, pero para llegar a este punto de relativa tranquilidad, hubo que pasar por los momentos más bajos que se puedan imaginar para una familia.
Shirley Bórquez, la madre de la joven de 21 años, asumió el manto y fue la portavoz de la familia ante la prensa y los tribunales. Viajó cuatro veces a Argentina y declaró en el juicio. En su casa, nos recibe y confiesa que la víspera de cada 15 de julio dispara la peor de las angustias.
"Es una sensación de todos los días, pero en esta fecha aumenta, anoche sin ir más lejos, estuve en velo. Es de todos los días, yo antes de abrir los ojos pienso en la Nicole", cuenta.
Tras el hecho, recibió ayuda sicológica durante tres años; dice que eso la ayudó para poder seguir adelante. "Yo siempre digo que cuando pasó esto, yo morí. Ellos me enseñaron a continuar hasta cuando me llegue mi hora", menciona desde su comedor.
Las imágenes de prensa del juicio la buscaban siempre a ella. Cuando se recita el fallo, esboza una mueca que podría interpretarse como una sonrisa. Mirando para atrás, dice que se siente bien de haber conseguido el objetivo: justicia.
"Estoy feliz por ese lado. Yo me voy a morir y él va a seguir preso. Se siente conformidad y satisfacción de lograr lo que queríamos, pero que no esperábamos realmente", confiesa. Recuerda también que en un principio tenía pocas expectativas: "Pensé que iba a ser un caso más solamente".
El juicio
Dentro de lo doloroso de todo el proceso, el punto más duro fue el tener que declarar en el tribunal bonaerense. El peso emocional era tan grande, que sus recuerdos apenas existen.
"Yo me acuerdo que estaba tan nerviosa, lo único que me acuerdo es que yo hablé, y que no sé como hablé tanto, había tanta gente, tantas cámaras. Hablé y hablé, y no me acuerdo de nada", rescata.
Según le habían explicado, se suponía que iba a declarar detrás de un vidrio para no exponerse tanto, pero no fue así. De hecho, pudo mirar a Lucas Azcona sentado a unos pocos metros.
"Yo estaba súper cerca del tipo, estaba al lado", lamenta.
La audiencia final, donde se confirmó la cadena perpetua, también fue dura, sobre todo los minutos finales. "Ese día fue terrible también. La sala no era tan grande, afuera había tres camiones satelitales y muchos periodistas. La jueza se retira a deliberar para dar la sentencia", cuenta.
En esa espera, alguien cuyo nombre y cargo no podemos revelar, le dice que el penal donde encarcelarían al asesino de Nicole, tenía a otros 51 chilenos. "Me dijo que se están sobando las manos por recibirlo", narra Shirley. Después de eso vino el fallo, los aplausos y los abrazos.
Ese comentario que escuchó en Argentina, terminó por cumplirse. En diciembre del año pasado, Lucas Azcona denunció haber sido golpeado y violado con un palo de escoba por haber acusado a algunos gendarmes de malos tratos. Shirley no titubea al decir que cuando escuchó la noticia, se alegró. De hecho, todos en el cerro Cordillera corrían para contarle.
"La noticia se recibe con mucho gusto. Yo soy creyente, me considero una persona normal, pero nunca en la vida podría perdonarlo, entonces me da gusto, me da placer que eso le pase y le siga pasando", explica.
Al preguntarle por la clave para haber ganado el caso, no tiene dudas: el abogado.
Lo describe como "mi ángel" a modo de broma, y recuerda con gracia la primera impresión que se llevó cuando lo conoció.
"Cuando fuimos a buscar a la niña allá, estábamos con el cónsul, y él me dijo que era tiempo de conseguir un abogado. Nos habían dicho que la UBA (Universidad de Buenos Aires, donde Nicole era estudiante de intercambio) nos podía otorgar algún abogado, empezamos a llamar, pero nunca contestaron. Ahí el cónsul, don Raúl Sanhueza me dice 'yo me imaginaba que esto iba a pasar, voy a llamar a mi amigo personal', y como a los 15 minutos llega Julio. Cuando lo conocí, lo encontré petulante (ríe), como típico argentino pesado. Me dijo que fuéramos a su oficina al otro día, y ahí era otra persona. Había estudiado el caso, nos dijo que se sintió identificado porque él también se enamoró de la ciudad (Buenos Aires), nos dijo que nos iba a ayudar y lo hizo totalmente gratis", cuenta Shirley, quien mantiene contacto con él hasta el día de hoy.
Un chileno en baires
¿Por qué el abogado se sintió tan identificado con el caso? Porque él también es chileno. El año 1984, Julio Cisterna llegó a sus 21 años a Buenos Aires, sus planes eran ir solo por un tiempo, pero terminó quedándose para siempre. Estudió derecho, se casó y tuvo dos hijos. Con el tiempo se convirtió en un argentino más.
Desde hace años tiene contactos con el consulado de su país natal, y muchas veces ayudó en casos de chilenos con problemas en el país trasandino. Esta no iba a ser la excepción.
Dice que su primer miedo al enfrentar el caso era que le entregaran un "perejil", que es el equivalente de la jerga argentina de un "palo blanco" nuestro, vale decir, que encontraran a cualquier sospechoso y lo consideraran culpable para cerrar y enterrar el caso rápidamente.
"A partir de ahí comenzamos a preparar el equipo de trabajo. Trabajamos intensamente, viajé a Chile porque no habían tomado declaraciones a los testigos allá, hablé con unas amigas de ella, y trabajamos a fuerza. Iniciamos nuestra propia temática de investigación. Lo primero que hicimos fue investigar al círculo cercano de Nicole", dice.
Es en estas diligencias que los ojos se centran en la figura de Janberk Teber, el "Turco".
"Lo detuvieron, pero como habíamos encontrado una mancha de sangre en la escena, se le hizo la prueba de ADN y fue descartado. Sin perjuicio de eso, nosotros seguimos insistiendo en eso porque tenía cosas que eran bastante sospechosas, como por ejemplo que leía literatura de homicidios en Estados Unidos, y ese tipo de cosas", cuenta Julio.
Se le requisaron computadores y celulares para revisarlos, las pruebas se perdieron en el tribunal y aparecieron a los días después, pero no se encontró nada. Aunque claro, la desaparición levantó suspicacias.
Finalmente, el "Turco" fue absuelto, lo que significó un duro revés para la investigación. Al preguntarle a Julio por su apreciación personal sobre la vinculación con el "Turco", él dice que no cree que haya estado relacionado. Shirley Bórquez, la madre de NIcole, dice que aún tiene dudas.
La investigación estaba en punto muerto, la única pista que tenían era una mísera gota de sangre. Las apuestas estaban en contra, pero quedaba una última carta que jugar.
Jugada arriesgada
"Frente a la soltura del 'Turco' nos encontramos con una situación compleja porque se nos estaba escapando la cosa, y mientras más tiempo pase, eso atenta contra la investigación. Ahí tomamos la decisión de recurrir a la televisión", explica el abogado.
Había una imagen de una cámara de seguridad que muestra los últimos minutos de Nicole y un tipo vestido de negro que la seguía. Julio pidió autorización para exhibir esas imágenes en televisión, pero no obtuvo el visto bueno. En esa encrucijada, decidió publicarlas de todos modos. La estrategia era astuta: la primicia a cambio de difundir el video incansablemente.
"Yo había pedido autorización para usar las imágenes con el único objeto de poder haber sido entrevistados por la televisión, pero sobre la base única y exclusiva, de que mientras nos entrevistaban se pasara en todo momentos las imágenes de Azcona (en ese momento no se sabía que era él) persiguiendo a Nicole. Era muy probable que me sancionaran, pero era una carta que me tenía que jugar", recuerda el leguleyo.
La estrategia fue todo un éxito. Las imágenes fueron difundidas un día miércoles, y el sábado de esa misma semana el padre de Azcona lo entregó a la policía porque su hija y hermana de Lucas reconoció sus vestimentas y forma de caminar en el registro de las cámaras. Julio Cisterna hizo escuela.
La gota de sangre coincidió con su ADN y no le quedó más remedio que confesar el femicidio.
"Hoy en la Argentina se usa mucho esta temática, han agarrado a muchos violadores y ladrones. De hecho, toda la policía pide las imágenes de las cámaras y las hacen públicas", cuenta Julio.
Al preguntarle por el impacto que provocó la noticia en Argentina, Julio indica que fue colosal. Todos los argentinos querían justicia por la porteña.
"En la Argentina fue un caso muy resonante porque no se trataba de 'la chilena', fue visualizada como 'Nicole'. Lo que decíamos nosotros es que da lo mismo que sea una estudiante chilena, era una niña con sueños y la gente se sensibilizó muchísimo", relata Julio. Junto con ello, la noticia puso a la violencia contra la mujer como un tema en la agenda de todos los medios.
"Acá fue utilizado por las personas que de alguna manera, puso en discusión que en la Argentina habían al menos 34 mujeres muertas al mes. Se puso en cuestión la violencia de género, pero no fue tomado como algo del feminismo. El caso de Nicole abrió el tema de discusión sobre la violencia de género", precisa.
La pregunta era obvia, ¿Es este el caso más importante de su carrera?. Su respuesta fue simple y directa: "Para mi, todos los casos son importantes".