De mal en peor
El alcohol y las drogas ilegales son utilizadas ya por décadas por los jóvenes. El consumo de cannabis ha aumentado entre los estudiantes universitarios, lo que debe motivar una respuesta social urgente. Si hasta hace poco uno de cada tres estudiantes entre 13 y 17 años ha fumado cannabis en el último año, los datos recientes del SENDA muestran que uno de cada dos universitarios ha consumido drogas en el mismo periodo de tiempo.
En Chile, en el último mes, el 33,1% de los estudiantes universitarios declara haber consumido marihuana, mientras que dos de cada tres estudiantes manifiestan haber ingerido alcohol y un 68,1% de ellos afirma que se embriagaron en al menos una oportunidad. Esto ligado a una percepción de riesgo baja tanto para la marihuana como para la embriaguez por alcohol.
¿Qué estamos esperando? Esa es la pregunta que debemos hacernos todos quienes, desde nuestro lugar, podemos contribuir a bajar estas cifras, esfuerzo que puede tomar bastante tiempo. Los médicos clínicos podemos hacerlo desde la consulta, educando a todos los pacientes que el consumo de alcohol agrava el riesgo de muchos cánceres, y de la mayoría de las enfermedades crónicas no transmisibles. Fumar marihuana aumenta el riesgo de gatillar episodios de esquizofrenia en personas predispuestas: el consumir marihuana aumenta este riesgo en un 300%. Además, produce mortalidad académica al dañar las capacidades neuro-cognitivas.
No sólo el Gobierno tiene el deber de impulsar iniciativas como el valioso programa "Elige vivir sin drogas", sino que toda la comunidad profesional, no solo los de la salud, pueden aportar en la prevención del consumo nocivo de alcohol y drogas. Es responsabilidad de todos trabajar para que esta realidad no vaya de mal en peor.
Es fundamental que evitemos campañas del terror, sino que busquemos caminos positivos para fortalecer la comunicación dentro de la familia, entre profesores y estudiantes, y entre la industria vitivinícola, para fomentar la resiliencia, los factores protectores entre los cuales las diversas iglesias pueden tener un rol muy importante. Mas que decir que la droga mata, digamos que se vive una vida más plena y satisfactoria sin necesidad de recurrir a ninguna muleta química. Así, todos podemos aportar nuestro grano de arena a que los chilenos tengamos una vida más plena y feliz. Así también evitaremos que aumenten las tasas de depresión, angustia y que disminuya el número de suicidios juveniles.
Dr. Ramón Florenzano
Psiquiatra de Clínica Universidad de los Andes Profesor titular Universidad de los Andes