Clase de equitación
El pasado 5 de abril, día en que se recordaba las glorias de Maipú y la épica historia del Coronel Santiago Bueras Avaria, tuve la oportunidad de tener mi primera clase de equitación.
La verdad no era la primera vez sobre un caballo, un vieja fotografía polaroid en una plaza desconocida son evidencia circunstancial de aquello, pero si la primera vez comprendiendo en parte como uno se complementa con tan majestuosos animales.
Un instructor con voz segura y paciencia corregía al grupo curso, algunos mejor equipados que otros, fuimos de a poco comprendiendo como nuestros compañeros nos permitían complementarnos en su lomo y que éramos nosotros quienes dábamos señales en las sillas y riendas.
Imposible fue recordar tantas hazañas de jinetes mientras de a poco lográbamos el trote. A mi mente venían el Capitán Larraguibel y Huaso, los Huasos de Bueras de 1978, los Lanceros en Dorotea y San José, el mayor Lobos y Ranco, evidentemente no es algo sencillo pero fue una hora maravillosa quizás sintiendo y comprendiendo como la unión del caballo y su jinete es mucho más que algo físico, como los niños de equinoterapia en distintos centros ecuestres tanto del Ejército de Chile, Carabineros y otras fundaciones.
Una oportunidad única que de una u otra forma hace rememorar la esencia de nuestro país con sus raíces más profundas, de valorar la vida y sobre todo respetar esa unión que ha hecho de jinetes y caballos compañeros inseparables en nuestra historia.
Francisco Sánchez, historiador