Periodista gastronómico cuenta cómo son las cocinas de un crucero
Francisco Fantini subió al "Norwegian Sun" mientras estuvo en San Antonio. El objetivo fue conocer la oferta culinaria de esta nave con capacidad para más de dos mil pasajeros. Aquí cuenta el resultado en primera persona.
Ese día dos cruceros, el "Norwegian Sun" y el "Seven Seas Explorer", se encontraron en el puerto de San Antonio. Por la mañana miles de pasajeros provenientes de todo el mundo desembarcaban en el puerto sanantonino. Los funcionarios de Aduana redoblaban sus esfuerzos sometidos a su máxima exigencia, y en los estacionamientos los proveedores de transportes esperaban inquietos a sus pasajeros. Asombra ver el puerto operando coordinadamente para recibir a los cruceros mientras en simultáneo las grúas descargan incansablemente los contenedores de los buques cargueros.
Llegamos en un bus de acercamiento a la escalerilla de ingreso al "Norwegian Sun" y nos encontramos con los últimos turistas que desembarcaban. Una vez a bordo, una tripulante polaca nos contacta con una asistente filipina, Marie Ann Fernández.
De ella recibimos los pases de visitantes que en la práctica significaban que durante nuestra estadía seríamos dos pasajeros más del crucero. ¡Al abordaje muchachos!, me arengué patrióticamente por dentro.
La asistente filipina nos llevó a mí y a la reportera gráfica por largos y alfombrados pasillos del inmenso barco de 12 pisos.
En un extenso corredor se despliegan las piezas de los huéspedes, una enfrentada a la otra. Personal de limpieza de Indonesia hace el aseo previo a la llegada de los nuevos pasajeros, y desde el pasillo se puede apreciar el lujo de las habitaciones. Cada una con su respectivo plasma y confortables colchones que a esa hora del día lucen desnudos de sábanas.
Después llegamos al ascensor y subimos hasta el piso 11 donde está el restaurant Le Bistro. En una de las mesas de este servicio de cocina francesa nos espera el director de Alimentos y Bebidas del crucero, el rumano Christian Oprea.
"Manejo siete restaurantes y atiendo a 2 mil personas con horario flexible, lo que nos hace únicos. Esto quiere decir que nos hemos puesto en el lugar del pasajero y no queremos imponerle horarios, considerando que ellos están de vacaciones. Les damos libertad y pueden comer a la hora que quieran. Esta tendencia ha sido tan exitosa que ya está siendo imitada por otras líneas de cruceros", comenta el rumano.
Variada oferta
Dentro de la oferta de restaurantes temáticos que los pasajeros tienen que pagar aparte de los menús establecidos, hay una cantina mexicana llamada Los Lobos, donde los meseros elaboran el guacamole en vivo y las margaritas abundan en la barra.
Hay otro de comida asiática con interacción directa del cocinero con los pasajeros. También hay un bar de sushi y otro dedicado a los deportes, especialmente al fútbol americano. Además, están los restaurantes de comida italiana, francesa, brasileña y otro con especialidad en carnes. El buffet está incluido para todos y se puede disfrutar en amplios comedores, algunos al interior del barco y otros en las terrazas, junto a la piscina en la cubierta.
Christian Oprea nos cuenta que en este tramo, llamado de Argentina a Chile y que dura 14 días, están incorporando algunas recetas específicas de las cocinas locales. "En algunos menús ya tenemos empanadas y chimichurri. Estamos abiertos a conocer nuevas comidas que podemos incorporar en nuestra oferta y dar más opciones a nuestros huéspedes", explica.
Entonces, aprovechamos la buena disposición con la cultura gastronómica local y le regalamos un ejemplar del libro Cocina Poética de Chile para que en el crucero conozcan la oferta culinaria del Litoral de los Poetas. También les obsequiamos un vino, un aceite de oliva y una mostaza casera. Muy agradecido por los regalos, quedamos de seguir en contacto para concretar el objetivo de incorporar alimentos locales en la oferta gastronómica del crucero.
Productos locales
Luego sacamos las fotografías para este reportaje en la cubierta del barco, con las grúas sanantoninas de fondo. "Queremos que todos sepan qué estamos haciendo acá. Queremos que los beneficios del turismo lleguen a la comunidad local. No sólo estamos haciendo negocios para nosotros, queremos generar negocios localmente. Por ejemplo, las verduras y las frutas son ingredientes locales. Estamos muy contentos con la experiencia de recalar en el puerto de San Antonio. Esperamos volver la próxima temporada", adelanta Christian Oprea.
Posteriormente, la asistente filipina nos lleva a recorrer los distintos restaurantes del barco. En uno de ellos nos espera el jefe del equipo de cocina, el también filipino Ariel Timbang. Con él recorrimos el interior de las cocinas del crucero. Impacta ver las dimensiones del espacio de trabajo considerando que tienen que atender a dos mil comensales hasta cuatro veces al día. Las imágenes de los platos que van a servir durante las dos semanas que dura el viaje están pegadas en las paredes de la cocina. "Llevo más de 20 años en esto. Empecé muy joven y me manejo bien con grandes equipos de trabajo", comenta este chef encargado de liderar un grupo de 180 cocineros de distintas nacionalidades.
Buffet
La asistente filipina nos invita a sumarnos al buffet de bienvenida que recién está comenzando para los nuevos pasajeros que se están embarcando. Sin planearlo, vivimos la experiencia de ser turista de crucero en San Antonio. Al principio con timidez, luego con mucha confianza, probamos su variedad de sabores.
Cargado a los gustos del mayoritario público estadounidense, destacan las papas recién fritas, hamburguesas, salchichas, alas de pollo, pizzas y cervezas. Además, en todas las mesas hay ketchup y mostaza disponible. Muy poco vino chileno en la carta.
En el buffet también había guiños a la comida asiática con sopas y guisos condimentados, además de las infaltables pastas italianas. También hay oferta para vegetarianos y veganos. De hecho, disfrutamos con la reportera gráfica una hamburguesa vegana. Un servicial mesero jamaiquino nos tomó la fotografía que inmortalizó el momento, con el crucero "Seven Seas Explorer" de fondo, que estaba anclado junto al "Norwegian Sun".
A diferencia de la mayoría de los pasajeros que recién comenzaban su viaje que los llevaría por las costas chilenas hasta llegar a Cabo de Hornos, para luego navegar por el mar argentino con destino a Buenos Aires, nosotros tuvimos que desembarcar. La misión había sido un éxito: logramos el objetivo de abordar un crucero internacional para conocer su cocina.
La esperanza está en que a futuro exista más presencia de los emprendedores locales en los menús que ofrece esta cadena mundial de cruceros. Como dijo Christian Oprea, "el negocio no es solo para nosotros". Cuando íbamos de vuelta, en la aduana del puerto me requisaron una pera que me habían regalado en el barco. De golpe, habíamos vuelto al mundo paralelo que habita en la ciudad de San Antonio.