Cuando era muy joven Ivonne Aballay se dio cuenta de que tenía un don especial, que para muchos puede parecer tétrico: al ver o tocar a alguien, conocido o no, siente que va a morir pronto. Es una sensación muy fuerte que por mucho tiempo no supo cómo manejar ni explicar. Años después, cuando supo que tenía ascendencia diaguita y comenzó a relacionarse con Lawentuchefe María Godoy, entendió que lo suyo era una herencia de los pueblos ancestrales, muchos más conectados con la tierra y los elementos que el resto de los chilenos.
"no estoy loca"
En deuda
Hoy, Ivonne es una de las dirigentas de la comunicad Cuno Kawescar (comunidad degente en canona) ubicada en la población Las Américas y que está compuesta por familias mapuche, diaguitas, aymaras y descendientes de los incas. Y sus banderas flamean juntas al ingreso de este condominio que actualmente alberga a 500 familias.
"En un momento pensé que me estaba volviendo loca", reconoce Ivonne Aballay, sentada en la mesa de su casa. Pero cuando supo que era diaguita, muchas de sus vivencias comenzaron a tener sentido.
"Mi papá nunca supo que pertenecía a un pueblo indígena y después fui entendiendo, poco a poco, que muchos se han ido callando, muchas lenguas se han ido perdiendo por el miedo a. Hay muchos problemas con el Estado chileno", comenta.
Fue un primo quien le comentó del llamado de la Conadi para que descendientes de pueblos originarios postularan a la casa propia. Ella que es porteña, de Rodelillo, primero hizo el trámite para sacar la acreditación que la reconoce como indígena a ella y a su familia y luego se sumó a un grupo formado por personas de Quillota, Viña del Mar y otras ciudades de la región. Y tras un largo trabajo este año recibieron los títulos de dominio de sus casas.
Ahí tratan de mantener vivas sus costumbres. Si bien son pocos los originarios de sangre pura, los demás hacen lo posible por mantener vivas sus tradiciones. Para eso ya planifican tener un espacio para instalar su propia Ruka y una cocinería. Y cada cierto tiempo organizan rogativas, especialmente cuando terminan un proyecto, como los murales que han pintado en distintas partes de la población.
En el caso de Ivonne, ella está aprendiendo a hacer telares con símbolos aborígenes y algunos días a la semana va a la Ruka Mapuche de Peñablanca para ayudar a María Godoy, quien entrega medicina alternativa a quienes asisten.
Además desarrollan diferentes proyectos, apoyados por la oficina de asuntos indígenas de la municipalidad, que tiene un calendario nutrido de actividades durante el año.
Los últimos meses han sido complejos para la comunidad de los pueblos originarios, especialmente para los mapuche. En la comunidad Cuno Kaweskar han reflexionado sobre la muerte de Camilo Catrillanca. "Yo estoy muy mal con lo que ha pasado", dice Ivonne Aballay.
Por su parte, el presidente de la junta de vecinos, Manuel Ortiz, si bien valora la posibilidad de que la comunidad tenga su propio condominio, reconoce que el Estado chileno está en deuda con sus pueblos originarios. "Aquí se acoge a los españoles, a los italianos, a los portugueses, a los alemanes, se acoge a los franceses y a otras entidades y otros pueblos. Ahora se han acogido hermanos del resto de este continente. Sin embargo a nosotros no. Ahora se enseña hasta chino mandarín en los colegios y nuestra lengua todavía está atrás. Y si un idioma no se enseña se va perdiendo la cultura".
El desafío de esta comunidad es ser un faro para el resto de la región, y porqué no, del país. "Nosotros, desde esta comuna, estamos tratando de que esto se extienda en los alrededores. En toda la región. Se han logrado formar cerca de 30 organizaciones originarias, asociaciones o comités. Villa Alemana se destaca porque acá hay cinco", comenta el dirigente, que si bien no es indígena, tiene "pertinencia" al estar casado con una mujer de sangre pura.
Uno de los principales desafíos de Ortiz y del resto de las personas de su agrupación, es que el mapudungún se enseñe en más lugares.
"Es muy difíl el idioma, cuesta mucho aprenderlo, mis hijas tuvieron clases, hicimos un proyecto. Es como el inglés, si tú no lo estás hablando constantemente se te olvida. Muchos discriminan a las personas cuando hablan mapungún y eso que es la lengua de todos nosotros", advierte Ivonne Aballay.