Con licencia de conducir y un siglo de vitalidad
Pedro Hidalgo Bórquez cumple este sábado 3 de noviembre 100 años. Lector fervoroso, dice que la receta es "probar de todo en su justa medida".
Pedro Jorge Hidalgo Bórquez nació en Viña del Mar cuando la comuna no era más que pequeñas haciendas y villas, y donde poco a poco comenzaba a conformarse la ciudad para dar paso a lo que sería la era industrial de la pujante Ciudad Jardín.
A pesar de haber vivido los inicios de esta ciudad, don Pedro asegura que la Viña actual no se parece en nada a la de antes. "Como botón de muestra, Caleta Abarca, que era una playa, pero abandonada, porque había una maestranza que llegaba al mar. Ni se imaginaba un balneario allí", recuerda con envidiable memoria.
Pronto a cumplir un siglo de vida, don Pedro asegura que prefiere el Viña del Mar de ahora que el de antes: "Es más moderno, hay más comodidades, me gusta este Viña del Mar".
En medio de los preparativos que realizan sus familiares para agasajarlo como corresponde este sábado, don Pedro confidencia que nunca imaginó llegar a la centuria y que incluso, como buen católico, le pidió a Dios la posibilidad de alcanzar a ver cómo quedaría la avenida España una vez que hundieran la línea del tren.
"Es algo maravilloso, los adelantos, el ferrocarril ahora debajo de la tierra y que no molesta a nadie", comenta.
Y es que este viñamarino que al perder a su padre a los 5 años debió iniciarse, al igual que sus 4 hermanos, a la vida laboral a sus cortos 14 años, no sólo ha sido testigo privilegiado de la historia y evolución de la ciudad, si no también, uno de sus protagonistas.
Trabajólico y busquilla, don Pedro comenzó a trabajar como ayudante de carpintero, ayudante de albañil, etc. "Ayudante de todo y maestro de nada", dice con la sabiduría y humildad que sólo dan los años.
A esa edad, recuerda, veía con optimismo a uno de sus tíos e imaginaba que viviría hasta los 40 años. "Nunca imaginé que llegaría a los 100 (...) Soy muy afortunado, tengo a los mejores hijos que se pueda imaginar, me quieren andar trayendo entre algodones", comenta.
Le tocó participar en las faenas de construcción de diversas industrias hasta que a los 30 años ingresó a la Armada, de donde egresó, con el grado de suboficial, mayor treinta años después. Tras su retiro, se dedicó a jardinear con su esposa y a construir pequeños huertos familiares. Hoy vive junto a su hija Rosa, y lee cuanto libro cae entre sus manos.
Fue el menor de sus nietos, Felipe Hidalgo - hijo de Humberto - quien quiso hacer pública la historia de su abuelo, no sólo por la dicha y fortuna de tenerlo sano y totalmente lúcido a esta edad, sino también, y especialmente, porque lo considera un referente en su vida.
"Esta ocasión significa para mí celebrar un año más junto a quien es mi máximo referente en la vida. Jamás lo he llamado abuelo, ya que ese nombre le queda chico y desde que tengo memoria lo he tuteado cariñosamente. Fue quien me motivó para convertirme en profesor de historia y hasta el día de hoy compartimos juntos la pasión por la lectura. En pocas palabras es y será siempre mi mejor amigo, héroe y fuente de inspiración", comenta.