San Luis alimenta la esperanza con el clásico
El elenco canario se ilusiona con escapar del descenso luego de dar una muestra de carácter ante un rival que se sumerge en un profundo pozo.
Claudio Morales Salinas
El contraste fue bien marcado el sábado en el Lucio Fariña entre las bancas de uno y otro lado cuando el partido estaba por terminar. Mientras Víctor Rivero lucía solitario dando instrucciones a sus jugadores que se consumían una vez más en la impotencia, metros más al sur Mauricio Riffo también daba las últimas indicaciones, pero rodeado por sus colaboradores y los suplentes que no habían entrado.
En el banquillo canario se vivía la expectación de una final, y todos contaban con nerviosismo los segundos para que Eduardo Gamboa diera el pitazo final, y se consumara así una victoria doblemente importante: los quillotanos vencieron a su clásico adversario y consiguieron tres puntos que son oxígeno puro para la misión de quedarse en Primera.
Postergado por mucho tiempo ante tanto técnico afuerino que pasó por San Luis sin pena ni gloria, Riffo terminó celebrando emocionado junto a sus pupilos bajo la galería Arauco, donde los incondicionales canarios armaron un carnaval para festejar el triunfo más esperado del año. Con dos empates sufridos y una victoria en el derby provincial, el entrenador que asumió en un momento crítico está invicto en su gestión y hace creer a todos en Quillota que el 2019 seguirán jugando entre los mejores.
Méritos canarios
Antes y después del gol de Mauro Caballero, San Luis le entregó el terreno y el balón a los caleranos. Aconteció en largos pasajes de los 94 minutos disputados, el conjunto canario estaba replegado en su campo, pero con la tarea facilitada por un inoperante equipo rojo, y con cada incursión en ataque de los "visitantes" dejaba la sensación de peligro en la defensa rival.
Si la pelota la distribuía Leal, si empujaba Moya, si picaba a los espacios Caballero, y sobre todo si la echaba a correr Christian Bravo, las alarmas se encendían en la inmediaciones de Claudio González, mientras la expectación crecía entre los hinchas que vestían de amarillo.
El gol, tempranero y gracias a un regalo del archirrival, aumentó la confianza y la propuesta canaria, la cual se fue armando y reforzando a medida que corrían los minutos.
Lo comentó Braulio Leal en la trastienda, al reconocer que "prácticamnte jugamos como Calera, tuvimos poco la pelota, pero hicimos daño y fuimos efectivos". Si la angustia de no asegurar el resultado se mantuvo hasta el final, fue porque los canarios no afinaron la puntería, aunque contaron con Ignacio González para evitar cualquier descalabro.
En un pozo negro
En la tienda calerana se dio otro gran contraste, un equipo abúlico en la cancha que no estuvo a la altura de una hinchada que sacó sus mejores lienzos y banderas para lucirse en el clásico, que apoyó hasta el final, y que el día anterior al partido trató de inyectarle adrenalina a los jugadores en un concurrido banderazo.
Pero en la sintética quillotana el elenco de Rivero se desgastó con escasa profundidad y nula efectividad. Los delanteros patearon poco y mal al arco, excepto Carlos Núñez, que nunca pudo rematar a puerta ni ganar un duelo individual. Así, Nacho González fue más exigido en su arco por dos de los zagueros rojos, Pablo Alvarado (a quien le anularon un gol por off side) y Wilson Piñones, el zurdo que reapareció después de no haber sido ni citado en el partido anterior, y que con su pegada fue el que más cerca estuvo de romper la sequía goleadora, la que ya alcanza los 475 minutos. Demasiado tiempo sin celebrar para un equipo que se cayó hace rato, y que solo se sostiene en su cuenta de ahorro para estar aún en zona de clasificación a Copa Sudamericana.
La Estrella de Quillota - Petorca