Donde van a morir los explosivos
En el desolado paisaje de Portezuelo, cercano a Antofagasta, el Ejército hizo estallar 17 toneladas de plasma que se almacenan durante el año en su arsenal de guerra en Batuco. Alejado de todo el mundo, los decomisos y entregas voluntarias del material por parte de empresas son detonados en medio del Desierto de Atacama.
Donde quiera que uno se pare en medio de Portezuelo, sitio ubicado a unos 40 kilómetros de Antofagasta hacia el interior, la vista hacia cualquier lado será la misma. Desierto. Salvo la oxidada línea férrea y las torres de alta tensión que parecen acompañar el solitario trayecto de la carretera, todo son cerros grises, piedras y un polvo que gracias al viento se adhiere al pelo y la ropa. Lógico en el Desierto de Atacama, el más árido del mundo. Lógico lugar, también, para que el Ejército venga a hacer estallar explosivos. Un lugar sin riesgos, en medio de la nada.
En Batuco (Santiago) está el depósito que tiene el Regimiento Logístico del Ejército N°2 "Arsenales de Guerra", donde van a parar todos los explosivos que no son utilizados. Si Carabineros hace algún decomiso de fuegos artificiales ilegales para fin de año, terminan en Batuco. Si una empresa minera hace un pique con explosiones y ya no le son útiles, se van a Batuco también. Lo mismo por si no pueden disponer de ellos, o si pierden su certificación para manipularlos.
"El Estado se hace cargo de su destrucción de tal manera de poner a resguardo a la población", cuenta el subsecretario para las Fuerzas Armadas, Juan Francisco Galli. Una vez al año, todo lo que se junta se destruye en el desierto. En abril se eliminaron 9 toneladas de explosivos y fuegos artificiales en Arica, pero la semana pasada, de forma extraordinaria, se hizo una segunda destrucción en Portezuelo, Antofagasta. En total, 17 toneladas obtenidas por la entrega voluntaria de una empresa.
En las alturas de una loma, el subsecretario Galli y el director de la Dirección General de Movilización Nacional, general Jorge Morales, esperan para observar el procedimiento que ejecuta la Fábrica y Maestranza del Ejército de Chile, Famae. "Tenemos una filial (:..) que tiene los expertos necesarios para hacer esto con el mayor sigilo y profesionalismo sin que ocurra daños y alejado de la población", cuenta el general Morales.
Minutos antes, personal de Famae, vestidos de overol azul, muestran a la prensa parte de los explosivos que se detonarán. Desde lejos, parecen unos simples tubos de PVC. De cerca, la etiqueta pegada al tubo deja fuera cualquier tipo de dudas: "El comprador y usuario asumen todo el riesgo, responsabilidad y obligación por cualquier lesión, muerte, pérdidas o daños a personas, propiedades como resultado del uso de este dispositivo".
Mientras personal de Famae suben a un camión los peligrosos tubos que estaban guardados en Batuco, el general Morales cuenta que 200 gramos de explosivo podrían provocar la muerte de una persona. En este caso, hay 2 toneladas. Pero, dice el general, "no necesariamente va en el volumen que sea más relevante o menos relevante. Todo es relevante".
El camión parte y se pierde en dirección al punto donde finalmente serán detonados.
Explosivos
"Es increíble lo que uno pilla", dice el teniente coronel Víctor Fuenzalida, gerente fabril de Famae, refiriéndose a los decomisos que llegan a Batuco. Lo más extraño que ha visto es una especie de bazooka de fuegos artificiales que se estaba vendiendo en las calles. "Es impresionante verlo", cuenta. En el caso de los artificios, todas las estrellitas, cuetes y petardos no se revientan en un increíble espectáculo pirotécnico, sino que se quema la pólvora. Una gigantesca llama y sería.
El comandante, que tomó la especialidad de ingeniero militar politécnico dentro de la institución, es experto en químicos y explosivos. Así como conoce bastante del "plasma", el material que estallará en Portezuelo, también sabe del mundo del TNT y pla pólvora.
-Sáqueme de una duda de los dibujos animados ¿La nitroglicerina existe?
-Sí.
-¿Y funciona igual? ¿Uno la mueve y bum?
-Exactamente, es un elemento que es muy inestable.
Dice el comandante Fuenzalida que el TNT es distinto. Fácil de llevar y fácil de manipular, y si no tiene algo que le produzca calor, se puede transportar a cualquier parte. Las minas antipersonales también tienen TNT pero bajo otro mecanismo, que es el peso encima. El Ejército, cuenta el teniente coronel, tiene una unidad de desminado humanitario.
Fuenzalida explica lo que pasará en Portezuelo y las medidas que toman por seguridad: "Solamente hacemos dos destrucciones diarias que son cuatro pilas. Hacemos cuatro pilas en la mañana y cuatro en la tarde y no hay más trabajo". No se revientan las 17 toneladas de una sola vez.
Bajo una lona que refugia del desesperante sol pampino, el capitán Sagredo, de Famae, explica que para la demostración se tiene un radio de seguridad de 300 metros, pero se estará a 1.500. "Este procedimiento está aprobado, no existe ningún inconveniente siempre y cuando nos mantengamos en la zona y mantengamos los radios de seguridad", explica. Al lado, en una mesa, están varios tubos de explosivo real.
Ka-bum
"¡Falta un minuto!", grita una de las personas de overol azul que manejan los explosivos tras una información dada por su radio de bolsillo. Autoridades, carabineros y militares están sobre la loma dispuesta para observar el estallido. A pesar de que hay un viento fuerte, se logra enviar un pequeño dron a la zona cero, donde hay un cráter lleno del "plasma" listo para su destrucción. "Va a sonar fuerte", advierte un carabinero.
"Esta destrucción es muy relevante, sacamos del mercado y del acceso del público explosivos que son altamente peligrosos y que los destruimos frente a todo el mundo", anuncia el subsecretario Juan Francisco Galli. "Nosotros tenemos por acuerdos internacionales, como país, que destruir los explosivos que no son utilizados".
Desde Carabineros, el director de control de armas, explosivos y seguridad privada, general Diego Olate, hace un llamado a todas las personas que manipulen explosivos y que no estén en condiciones de ser utilizados, que las entreguen para la protección de las personas. "Hay una empresa privada que se comprometió con la seguridad, no solamente de sus trabajadores sino que de toda la comunidad", dice.
Quedan segundos y las cámaras llevan harto rato apuntando al punto indicado. En una fracción de tiempo se ve, a lo lejos, una enorme bola de fuego explotar en medio del desierto. No se oye nada, parece una película muda pero en colores. Otra bola de fuego aparece casi al instante.
La onda sonora se demora en llegar unos segundos.
¡Broooooooooooom! …. ¡Broooooooooom! El sonido hace pensar que a lo mejor habría sido una buena idea taparse los oídos, pero todo ya ha terminado. Una gran columna de humo que se empina al cielo es lo que quedó de dos toneladas de explosivos, que han sido sacados de circulación en medio del desierto antofagastino, el desolado paisaje donde vienen a morir.