Mirian Mondaca Herrera
Se enciende la luz verde del semáforo a pocos metros del famoso Reloj Turri de Valparaíso y los bocinazos de los buses y automóviles son acallados por alegres melodías de un grupo de entusiastas jóvenes con trompetas, trombones, congas y más de una decena de instrumentos musicales. Unos un poco más serios que otros, pero sin distinción, los peatones no quitan su mirada de la impecable ejecución artística de los chicos de Karnaband.
Cuando el semáforo vuelve a cambiar, algunos curiosos se detienen unos instantes e intercambian palabras con los miembros de la numerosa banda, compuesta por integrantes de Valparaíso, Quilpué y Villa Alemana. Algunos peatones, agradecidos por la sonrisa que estos músicos hicieron que aflorara en sus rostros, les palmotean la espalda y los elogian. "¡Qué lindo lo que haces", "sigue así", "que alegría que me dan", o "pensé que me iba a morir y los mambo de Pérez Prado no los iba a escuchar nunca en vivo", son algunos de los "piropos" que les dicen, comenta Andrés Moraga, productor y representante del grupo.
"semafoteramia"
La génesis de la particular propuesta musical y artística de Karnaband ocurrió en Año Nuevo, cuando aquel primer día de los restantes 365, Andrés salió a ganarse algunas monedas con gracias a la música y se encontró con otros tres chicos: los hermanos Claudio, Christian y Luis Olivares, de La Mano Inquieta. Allí, con un semáforo frente a ellos, comenzaron a tocar y comenzó la historia artística juntos. Con el tiempo se fueron sumando músicos y llegaron a ser una agrupación estable de 10 personas, con una puesta en escena que involucra hasta 18, considerando a colaboradores.
Hoy, con sólo 6 meses trabajando de lleno en las calles, han comenzado a consolidar su concepto de "Semafoterapia". Ésta implica, comenta Andrés, "una intervención callejera donde buscamos arterias principales en Quilpué, Valparaíso y Viña del Mar, donde cruce harta gente con el lema que se cruce bailando". Ellos apuestan a que su música e intervención urbana sea una especie de terapia para los transeúntes.
Con las diversas intervenciones que han hecho y seguirán llevando a las comunas de la zona, recalca Andrés, "le estamos mostrando a la gente que, además de nosotros que tenemos una necesidad de juntar lucas, las personas tienen una necesidad de ser feliz". Aquello, agrega el trompetista, se acrecenta en una sociedad adapta vez más individualista y absorbida por la rutina. "Todo avanza muy rápido y no se dan un tiempo para escuchar música, para sonreír, para bailar y a eso es lo que nosotros apuntamos, que en nuestra semafoterapia ellos tengan 15 metros para desplazarse y ser feliz. La retroalimentación y el amor que nos entregan nos hace a nosotros mantener esa energía súper alta y no parar", reflexiona el músico.
Grandes maestros
Los sonidos característicos de Karnaband son tropicales, donde la cumbia y el mambo son reyes, pero de la mano de grandes maestros se la música del las primeras décadas del siglo pasado. Andrés comenta que "en el repertorio tenemos a jazzistas del año de la pera, como Duke Ellington o también a (Dámaso) Pérez Prado y tocamos temas como Tin Tin Deo, Caravan, que son de 1930, 1940, les hicimos un arreglo en cumbia".
La adaptación de aquellos temas antiguos fue un verdadero acierto, reflexiona el trompetista, ya que "nos dimos cuenta que la cumbia es transversal y el que diga que no le gusta, miente, porque se mueve igual. Así que trajimos todos estos temas de esas épocas y lo que hacemos es fusionar los ritmos musicales y hacemos una especie de latin jazz, porque después de cada coro viene un solo, ya sea de un percusionista o de un bronce, y ahí es donde se ve atractiva está orquesta porque tenemos congas, timbaleros, bajo, guitarra, saxo, trompeta, trombón, trombón a pistón y además de platillos, campanas... tenemos más de 15 instrumentos y eso es lo que nos convierte en una orquesta y vamos fusionando los ritmos". Esa particularidad es uno de los aspectos que ha hecho que la banda no pase desapercibida en los distintos lugares públicos donde se instalan a tocar y que se puede ver a través también de su página de Facebook: Karnaband.
Tocar en las calles es una experiencia que difícilmente podrán dejar de lado los chicos de Karnaband, ya que con ello "llegan al núcleo de la sociedad, a la familia, a la señora que va a comprar el pan", dice Andrés. Esa especial sensación que les da saber que en un semáforo los pueden escuchar personas que no tendrían la posibilidad de pagar una entrada cara a un espectáculo de alguna orquesta promedio, los llena de satisfacción. Algunas monedas o, simplemente, un "gracias" y un aplauso son bien recibidos.
Si bien planean seguir en las calles, actualmente la banda está trabajando para presentar un proyecto en los municipios de Valparaíso y Quilpué para tener la oportunidad de que les asignen espacios establecidos en la vía pública donde poder tocar su música. Así, con un permiso, podrían mostrar su arte sin la incertidumbre de que los saquen del lugar en que se encuentren.
6 meses lleva trabajando el grupo que ha causado sensación entre los porteños y visitantes.
La Estrella de Valparaíso