Francia es el rey del mundo
El conjunto 'Le Blue' doblegó con justicia a Croacia con su juego defensivo y con ello bordó la segunda estrella mundial sobre el escudo de su camiseta.
Una final digna a lo que ha sido el Mundial de Rusia fue la que se vivió ayer en Moscú, donde Francia, gran candidato a quedarse con el título, superó por 4-2 a la sorprendente Croacia para levantar así se segundo título planetario en una competencia que será recordada como uno de los mundiales más entretenidos que se recuerde, donde la alta cantidad de goles y la implementación del VAR ayudaron a un embellecer un espectáculo que volverá dentro de cuatro años en Qatar 2022.
Con más de 78.000 espectadores en las gradas y un espectáculo previo que contó con la entonación de la canción oficial de la competencia además de la participación del ex astro del Barcelona, Ronaldinho, fue que dio inicio el último de los partidos de un Mundial que de principio a fin se caracterizó por haber sido impecablemente organizado.
Francia y Rusia se veían las caras en un compromiso, que para sorpresa de muchos, comenzó con un estruendoso dominio balcánico, cuadro que a pesar de haber jugado 150 minutos más y haber tenido un día menos de descanso que su rival, no se achicó en la instancia y sacó piernas desde lo más profundo de su alma entendiendo que estaban ante el partido más importante de sus carreras.
Como el fútbol no sabe de justicias, sin embargo, fue Francia quien abrió el marcador luego de un autogol de Mario Mandzukic tras un tiro libre (nacido de una falta inventada) servido por Griezmann. El hombre de a Juventus peinó en el balón en su propia área y puso en ventaja al país galo en los 18 minutos de partido.
Diez minutos más tarde, Iván Perisic, la gran locomotora croata, ganó un balón en el borde del área Bleu, enganchó, y con un zapatazo puso el merecido empate para el cuadro cuya mejor actuación había sido el tercer puesto en Francia 1998, Mundial que justamente fue ganado por el cuadro comandado en ese entonces por Zinedine Zidane.
El propio Perisic, que se vestía con ropas de héroe por aquel entonces, amargaría su propia tarde luego de cometer un absurdo penal que debió ser revisado por el juez argentino Néstor Pitana a través del VAR. Desde los doce pasos, el siempre tranquilo Antoine Griezmann convertía nuevamente el tanto que ponía en ventaja al elenco del gallo en el pecho cuando se disputaban 38 minutos aún de la primera mitad.
La sentencia
Comenzando la segunda mitad, Croacia nuevamente apostó por su poderío físico y amor propio para buscar el dominio del encuentro. No obstante, al darse cuenta de ello, Didier Deschamps, técnico de Francia realizó un movimiento maestro al sacar a Ngolo Kanté, el mejor recuperador de pelotas del planeta, para hacer entrar en su lugar a Steven Nzonzi, quien con su correcta habilidad para trasladar el balón, terminó ahogando la salida balcánica.
Así fue como a los 59 minutos de partido, Paul Pogba sirvió un exquisito balón para que Mbappé desplegara toda su velocidad por el sector derecho, enganchara y sirviera para un Griezmann que con todo el tiempo del mundo alcanzó a recibirla, dominarla, y servir nuevamente para Pogba, quien disparó con potencia hacia la humanidad de un zaguero croata, quedándole nuevamente el balón servido para, con un zurdazo colocado, dejar a contrapié a un meta Subasic que vio como el balón entraba en lo más profundo de su arco.
Seis minutos más tarde llegó la guinda de la torta. El extraordinario Kylian Mbappé no quería quedarse fuera del tablero en su mundial consagratorio, y desde fuera del área, clavó un derechazo que significó la cuarta diana y desató el estallido en la banca de suplentes franceses, quienes sintieron que con el tanto del joven delantero del París Saint Germain, la final ya estaba sentenciada.
El fútbol enseña a nunca confiarse y esa es una lección que Hugo Llorís, capitán y arquero francés, sin duda aprendió en la final del Mundial. En los 69 minutos de partido, intentó cancherear en su propia área ante la presión de Mandzukic, lo que ocasionó que el delantero de la Juventus alcanzara a pincharle el balón al hombre del Tottenham cuando intentó salir jugando, enviando de esa forma el balón al fondo del arco. El descuento de Croacia, que quedará más que nada para la estadística, sirvió además como golpe de justicia para un Mandzukic que, dado el tremendo Mundial que realizó, no merecía irse con el peso de haber anotado un autogol.
Con el 4-2 en el marcador, llegó el pitazo final que consagró a Francia como campeón del mundo por segunda vez en su historia, dejando como mayor legado un fútbol que se aleja de los estándares ofensivos que dominaba hasta ahora el fútbol actual, siendo cambiado por un sistema de juego conservador y efectivo, aprovechando al máximo la inteligencia y poderío físico de una generación francesa que siendo tan joven aún puede dar mucho más.