Calendario mundialista del Bar Cinzano la rompe entre los hinchas
Lo hacen desde el Mundial de Italia '90 y es furor entre turistas y porteños. Se fabrica a mano y los trabajadores del local hacen una polla con los resultados.
Bar Cinzano, ante todo, es un restaurante que tuvo fecha de inscripción en 1896 al alero de una dinastía familiar italiana y que se extendió hasta 1978 para dejar paso a lo criollo, hoy en manos (o pies) de los Varas.
Aquí anclan los famosos -y ciudadanos de a pie- que pasan por la Ciudad Puerto. Todavía más: muchos vienen hasta ese Valpo -ya citado por el arquitecto Iván Poduje en una "picante" columna- para, simplemente, adentrarse en las fauces de este clásico de la buena gula.
Aquí el vate Pablo Neruda se reunía con sus contertulios para arreglar el mundo a través de la pluma en la mesa redonda frente a la ventana. En la otra vereda, el ahora ministro Roberto Ampuero, incorporaba relatos propios de la taberna en su prosa cuando las hacía de escritor. Los Tres tomaron prestado como colegas a los músicos de acá, incluso para grabar discos.
Cualquiera que tenga la ocasión de colarse tras la barra o la cocina comprobará su diseño clásico puro: detalles cargados de sentido y tradición. Sillas y mesas de madera pulidas y ahumadas. Réplicas de barcos, cristalería, botellas de colección, refrigeradores de medio siglo, fotografías del Wanderito -acá todos son del verde-, piezas de arte, vigas del lugar...
Calendario goleador
Pero, por sobre todo, un imponente calendario mundialero. Situado en lo que llaman el tercer salón, de casi tres metros de largo por de ancho, enorme, moderno, de plástico y colorido, el cartel reluce a las banderitas con adhesivos.
El hijo del dueño en compañía de una parte de aquel ejército blanco de 20 soldados de la gastronomía local encargados de mantener a todo vapor la música de los utensilios, hoy emiten ruidos, pero metálicos: están sacando cuentas a su polla mundialista en un rincón.
Cristián trabaja como garzón. Es su tercer año acá. "Nos divertimos. Entre todos apostamos a los que pasaron a octavos de final, y a los que van a cuartos del Mundial de Rusia. Entre todos hacemos una polla", comenta mientras fija mirada allí, "todo ligado a este mural. Nuestro propio mural del Mundial", acota a la hinchada con la camiseta puesta del centenario Cinzano.
Precisamente Rodrigo Varas, administrador de Bar Cinzano (su padre Pablo es propietario) revela que esto del calendario, como su local, ya es parte del inventario. "Creo que lo hacemos desde el Mundial de Italia '90". Fue luego de aquel torneo de la final llorada por Maradona ante Alemania Federal que la idea prendió aquí para los mundiales siguientes. Rodrigo corrobora que en su génesis fueron estudiantes porteños de diseño gráfico quienes armaron el iluminado "tablero" rojo a los países clasificados. "Lo vamos actualizando y se queda hasta el próximo mundial". Reconoce que al público le llama la atención, "y se toman hartas fotos con calendario de fondo".
Acerca de costos, el administrador dice que lo auspician ciertas marcas (vemos cortesía Campari y Bar Cinzano). Hay recuerdos. Algunos que duelen, pero siempre con la dosis de humor en esas ácidas anécdotas al tablón. "Cuando vienen los brasileros les mostrábamos el 7 a 1 en contra ante Alemania en las semis del Mundial pasado". Ante las réplicas cariocas, "les decíamos qué se siente estar en el país del campeón de América". Y eso junto a la atención del personal uniformado con las poleras de la selección chilena eran parte de la sazonada carta.
"Acá hay una tele, y allí vemos los partidos. Viene harta gente. La verdad ese calendario la rompe", cuenta un cliente llamado Raúl Cisternas, quien incluso ha traído a ciudadanos foráneos para ser parte de esta fiesta al interior del Cinzano que los deja "boquiabiertos", añade.
Leopoldo Flores es garzón. Sus 31 años de laburo en este emblema porteño le generan conocimiento. Observa y desliza en contradicción, como en el fútbol, con Rodrigo. "Este mural ha estado antes de Italia 90. Al menos eso recuerdo". En ese recuerdo, su detalle a la confección original: "Un caballero lo hacía antes. Era artesanal. Antes había que hacer las banderitas, dibujarlas a mano, igual el marcador". A su juicio, siempre ha tenido éxito. "En pocas partes lo hacen. Hace poco teníamos el del pasado Mundial de Brasil, con los detalles. A los clientes les gusta. Se quedan aquí y sacan hartas fotos". También agrega que los turistas que vienen "de todos los países, se identifican; ponen tristes o contentos, dependiendo de los resultados que se vayan dando" y que ilustran la pared con este llamativo calendario.
Mañana (hoy) vienen a poner las fichas alusivas a los cuartos de final. Esta vez, don Leopoldo asegura que los encargados serán un matrimonio de universitarios. "¡La otra vez vinieron hasta con la guagua! Una linda tradición pelotera", recalca el mesero.
Y es que tal simpleza guarda relación con el alma del porteño. Esa que buscan de empaparse los turistas en Bar Cinzano. Y en ello, este calendario, su golazo. De aquí a la final. ¡Y hasta Qatar 2022!, "Y con Chile" dicen a coro.