Quillotano regalonea a diabéticos y celíacos
Fernando Gómez apostó por variables de helados sin gluten, azúcar o lactosa.
Texto: Mirian Mondaca / Fotos: Nelson Vergara
Tras un sobrio portón blanco de la avenida 21 de Mayo de Quillota, sin alguna señalética que lo identifique, se encuentra una deliciosa solución casera para quienes sufren por no poder saborear un rico helado en medio de reuniones familiares o en las juntas con amigos. En el número 1115, Fernando Gómez, con esfuerzo y la ayuda de su madre, quien le prestó el espacio, levantó 'Francosi', su fábrica artesanal de estas delicias.
El 2016 partió con la idea y hoy es el único heladero oriundo de la zona que tiene una línea de estos productos para diabéticos, celíacos e intolerantes a la lactosa, tanto de leche como de agua.
De profesión diseñador gráfico, Fernando Gómez comenta que siempre tuvo contacto con ideas novedosas, ya que "estuve muchos años asesorando a empresas en el tema de publicidad, imagen, de cómo elevar sus ventas y cosas así".
Nunca se había atrevido a encabezar un negocio propio hasta que le picó el 'bichito' de emprender. Entonces, recuerda, "empecé a buscar alguna necesidad que hubiera dentro del mercado".
Esa necesidad que detectó fueron los helados, aunque no precisamente como los elabora hoy. En septiembre del 2016, Fernando estaba muy entusiasmado con aprovechar los meses de calor que se venían por delante e hizo "helados de los comunes y corrientes, cremosos, con harto chocolate y manjar, como los venden en todos lados", recuerda.
Cambio radical
En ese primer mes no le iba mal, pero las voces de clientes desilusionados que le decían "pucha, yo te compraría pero soy diabético"; y otros que le comentaban "te compraría, pero soy intolerante a la lactosa"; y otros que le mencionaban "soy celíaco y no puedo tomar tus helados", le hicieron cambiar el switch.
Ahí, aunque significara perder ventas en semanas calurosas, este joven comenzó a probar ingredientes que le permitieran elaborar un producto que pudiesen consumir aquellas personas que quedaban excluidas. Entonces, se despidió definitivamente de los helados que hasta ese momento había fabricado.
Asegura que en ningún momento se arrepintió del nuevo camino que estaba tomando su emprendimiento, porque aparte de ser un negocio que le permitiera generar recursos, le encontró ese gustito por ayudar a generar un producto que contribuya a mantener un organismo saludable. "También lo vi por el lado de que los niños podían consumirlos, porque sabemos que igual que con los adultos en Chile también hay mucha obesidad cuando son chicos", comenta, mientras revela que le gustaría que algún día sus helados saludables se vendieran en los colegios de la zona.
¿Una heladería propia? Este quillotano dice que por el momento no piensa en eso, porque desea aplicar el concepto de que "el helado vaya hacia los clientes". Sin embargo, a futuro no lo descarta.