Una nueva corriente de científicos e investigadores ha surgido para arremeter con fuerza en el debate sobre fenómenos aéreos anómalos, extraterrestres y demases. Con el Premio Nacional de Ciencias José Maza -éxito en ventas con su libros "Somos polvo de estrellas"- a la cabeza, buscan quitarle terreno a los amantes de las conspiraciones y a aquellos que vinculan el fenómeno ovni -acrónimo de objeto volador no identificado- únicamente con la vida más allá de la Tierra.
Hace unos días se presentó en la Qué Leo de Valparaíso el libro "Los extraterrestres han muerto. El mito Ovni-ET, contactismo y abducciones", un trabajo literario del capitán y piloto del Ejército Rodrigo Bravo Garrido, correspondiente a una investigación que lleva haciendo desde el año 2000, cuando le fue asignado este tema para su tesis.
Comenzó investigando fenómenos aéreos a partir de la necesidad del Ejército por resguardar la seguridad del aire, para llegar a la conclusión de que el fenómeno ovni asociado a lo extraterrestre se ha convertido en una religión. De ahí que quiera contar a sus lectores sobre el auge y caída de un mito que se inició en 1947, cuando el también piloto Kenneth Arnold aseguró haber visto nueve objetos inusuales volando en cadena cerca de Mount Rainier, Washington.
Así se da origen a lo que él llama la subcultura de una vida más allá de la Tierra que, si bien echa sus raíces en la antigua Grecia, desde mediados del siglo XX que se mantiene vigente en buena parte de occidente, viviendo su clímax en los años '90 en el Estados Unidos post Guerra Fría.
Cuenta Rodrigo Bravo que al principio sólo era el avistamiento, pero luego, en los '50, proliferaron el contactismo (comunicación con alienígenas) y las abducciones (secuestros extraterrestres), así como aquellos que separaban a los extraterrestres buenos de los malos.
Con el tiempo eso quedó atrás. Ni en Chile ni en Norteamérica surgen nuevos mitos sobre estos fenómenos y para qué hablar de las abducciones, de las que no hay registro desde hace varias décadas.
Hay en nuestro país 450.000 operaciones de aeronáutica cada año, civil y militar, de entre las cuales sólo siete dan cuenta del surgimiento del algún objeto volador no identificado. Las cifras sobre este tema no paran de caer y de los que hay, que el piloto Bravo reconoce que son fenómenos aéreos anómalos, "difícilmente pueden ser asociados a una vida más allá del universo. Puede que antes sí, con la existencia de mucha menos tecnología, pero con el paso del tiempo se hace ridículo".
no más SALFATES
Le gustaría a este escritor poder sentarse alguna vez en un panel de televisión o en un foro público, delante de divulgadores de los extraterrestre como Juan Andrés Salfate, Sixto Paz o el Doctor File, por nombrar sólo algunos, los más conocidos en nuestro país. Aunque, según cuenta, "casi siempre rehusan de la conversación con altura de miras, porque no están dispuestos a que alguien eche por tierra la base de su trabajo".
Bravo cree tener las pruebas y argumentos necesarios para anular a personajes como los recién nombrados. Casos históricos que tanto en Chile como en Estados Unidos y el mundo marcaron la agenda de una época que, con el tiempo, pasó a ser nada, a raíz de investigaciones rigurosas, que parten del escepticismo.
Nombra, por ejemplo, la farsa de Isla Friendship en nuestro país, o el ya desmontado caso Ummo de España, en el que cayeron millones de personas y que incluso dejó muertos, y que no era más que un experimento social.
Si los casos de avistamientos supuestamente extraterrestre disminuyeron es porque, al haber más tecnología, se pueden descartar como ovnis aquellos fenómenos considerados dentro de la climatología. Hasta hace unas décadas, solamente, buena parte de los avistamientos escondía su origen en extraños brillos o luminiscencias como la aurora boreal.
Esto no despoja a Rodrigo Bravo de su capacidad de discutir y de entregarse a la duda sobre otras tantas rarezas cuya procedencia es totalmente opuesta a la climatológica. Encuentros producidos en nuestro país, con ovnis tecnológicamente desarrollados que si bien Bravo asegura no se deben asociar a lo extraterrestre, "podría decirse, por qué no, que corresponden a tecnologías foráneas".
Para librarnos de lo que el conoce como "el mal de los seudo divulgadores que andan por ahí, muchas veces, asustando al público", la clave que entrega es el pensamiento crítico. Escepticismo y duda por sobre la fe ciega a este tipo de historias que, sin pruebas, asegura, se reproducen en buena parte de los medios de comunicación.
De igual forma, Bravo está seguro de que Estados Unidos alimentó todo el mito ovni, de una manera tal que en la actualidad la palabra se encuentra desvirtuada, argumentando que toda obsesión por los extraterrestres nació por su necesidad de tener siempre un rival. Cayó el muro de Berlín y con ello la posibilidad de enemigo externo. Ahora, lo que le queda a este escritor, además de publicar su segundo tomo, es intentar recuperar el verdadero significado del acrónimo ovni, más allá de los extraterrestres que, para él, están muertos.
alienígenas
Por Sebastián Mejías
La corriente científica sale al paso de los Salfates del mundo