Cinthia Matus O.
Los vendedores que ofrecen confites en el sector Barón, a metros de la Universidad Católica de Valparaíso, tienen una consigna que han mantenido durante años: "En la hora punta se vende más".
Pero con los arreglos que se están haciendo en la avenida España desde el pasado 15 de enero, la frase ha ido mutando a la siguiente: "La hora punta es buena, pero con los tacos nos va mucho mejor".
Así lo confirma Santiago del Río, uno de los vendedores del Sindicato de Trabajadores de la Locomoción Colectiva (Sintraloc), que desde tempranito se sube a las micros a vender Súper 8, galletas Nik y sustancias. "A nosotros nos conviene (el taco), es muy favorable... y ni Dios lo quiera, porque tampoco uno busca un accidente, pero cuando hay uno y se hace taco, nos favorece a nosotros", dice.
El taco de las cinco
Santiago y sus compañeros empiezan a trabajar desde las 06.30 de la mañana. A esa hora el tránsito todavía está despejado, pero a las 07.15 empieza el movimiento.
"En la mañana el taco duró una hora y media aproximadamente. Estuvo bueno, pero a la tarde, a eso de las cinco, se pone mejor. Ahí sí que hay taco y ganancias", dice el porteño del cerro Barón, riendo de entusiasmo.
Su colega Heriberto Reyes lo mira serio porque pese a que le va bien con sus galletas y gomitas de eucaliptus, no encuentra muy entretenido estar moviéndose para todas partes. "Uno tiene que trabajar más con los tacos, tiene que caminar hasta la última micro que está parada porque no avanzan. En cambio cuando están circulando, uno se va moviendo más rápido y la hora no pasa lento", explica.
En el mismo sector está Sandra Silva, quien tiene un kiosco cerca del paradero. Para ella, el taco es beneficioso por la gente que espera la micro en los alrededores, pero le juega en contra cuando se va para la suya después de comprar más productos.
"Yo cierro como a las cinco y de acá me voy a comprar confites a Fruna. De ahí, debería demorarme a lo más unos 15 minutos a mi casa subiendo por Santos Ossa, pero me demoro dos horas y media. Ayer (lunes) me subí al colectivo a las cinco y llegué a las siete y media a mi casa", dice.
Largas esperas
Los que no la pasan tan bien con la espera son los microbuseros y sus ayudantes. Claudia Puebla, quien trabaja como "parrillera" para el recorrido 602, comentó que se le han hecho eternos los trayectos. "En la mañana el taco es de Viña hacia Valparaíso y después en la tarde al revés. Lo normal es que uno se demore dos horas ida y vuelta, pero con los arreglos son hasta cuatro horas", dijo mientras gritaba una y otra vez "Viña, Concón, Las Salinas".
Santiago del Río, a eso de las 10.00 de la mañana, se sigue subiendo a las micros. Cuando se va a subir a una 606, mira a los pasajeros y dice: "La gente cuando está estancada come harto. Yo pienso que es por los nervios, pero a los pasajeros les da harta hambre en la tarde. Quieren llegar luego a su casa a tomar once y por mientras me compran un Súper 8. Eso es lo que más vendo. Y sustancias".
Pocos accidentes
Pese a que el nudo Barón se ve constantemente afectado por la congestión vehicular, desde Carabineros informaron que no se han registrado mayores problemas. El Mayor Roberto Saravia, de la Tercera Comisaría Norte de Valparaíso, dijo que no ha habido un alza en accidentes como choques por alcance. "Desde esta comisaría sólo se ha registrado un accidente grave de un conductor que impactó una barrera, pero estaba en estado de ebriedad y fue un caso específico", dijo.