Entre zorros y nieve elaboran galardonado vino en la región
Viña El Escorial de Panquehue destaca a nivel internacional con sus cepas de altura en el valle de Aconcagua. Familia apuesta por el enoturismo, al punto que en abril tendrán su propia fiesta de la vendimia.
Se acuerda de la famosa fábula de Esopo de la zorra que luchaba por alcanzar un racimo de uvas. Lo que le vamos a contar no es fábula, es la realidad, en la región de Valparaíso hay una viña que cubre con mallas sus racimos porque los zorros se las comen.
A 1.600 metros de altura en la cordillera de Los Andes, en el camino a Portillo -sector de Río Colorado- se encuentra una de las dos plantaciones de viña El Escorial de Panquehue, empresa familiar que esconde una singular historia. Fundada en 1880, por ese entonces era una enorme hacienda de más de mil hectáreas que se extendía hasta los límites de San Felipe. En 1925 fue adquirida por Santiago Carey. "Él era mi abuelo que llegó con la idea de industrializar el campo. Tomates, duraznos, arvejas, membrillos los metió en conservas y exportó a Inglaterra junto con botellas de vino", manifiesta Rodrigo Espinosa Carey, actual dueño de la viña.
Claro que antes de eso mucha agua pasó bajo el puente. Con la muerte de Santiago Carey la viña dejó de producir a mediados del siglo XX, y las dimensiones de la hacienda se redujeron de forma drástica. En los años 80' las tierras se repartieron entre familiares, y Rodrigo fue el único de la familia que quiso continuar con el legado de su abuelo. Pudo conservar el predio con su tradicional entrada de arco, y aprovechó sus conocimientos en la labor de injertos de parras, para en 2009 refundar El Escorial. Y lo hizo con una sabia premisa en su mente, que le ha servido en esta aventura. "Soy fiel defensor que no hay vinos mejores o peores, sino que vinos diferentes", asegura. En su terroir de Panquehue plantaron cepas tradicionales y otras que no son tan conocidas por los que no son tan entendidos en los mostos. Allí usted encuentra cabernet sauvignon, cabernet franc, syrah, petit syrah, petit verdot, sangiovesse, zinfandel, chenin blanc, muscat, carignan, grenache, pinot noir, gewurstraminer, malbec, entre otras.
Pero en su afán por diferenciarse del resto, la familia quiso ir más allá, y en 2012 instalaron vides para reinjertos en una hectárea a 1.600 metros de altura. "Es la tercera más alta de Chile, y la más alta de la región de Valparaíso. El clima es mas inhóspito, en octubre de 2017 tuvimos 25 centímetros de nieve cuando brotaban las parras. Para probar plantamos ocho cepas, pero ahora nos quedamos con syrah, malbec, cabernet sauvignon y pinot noir". Cultivar a esa altura no es nada de fácil, porque hay problemas de accesibilidad vehicular, ausencia de electricidad, donde el agua se transporta a través de la gravedad. El predio está en medio de la ruta de las veranadas del ganado y de otro especial visitante. "Descubrimos que llegan zorros a comer uvas y tuvimos que cercar bien y cubrir los racimos con mallas", comenta el viñatero. Pero no es el zorro el principal enemigo de las uvas, sino que las heladas fuera de época. Las tempranas de marzo y abril y las más complicadas, las de septiembre y octubre cuando la parra está brotando.
En octubre de 2016 perdieron un porcentaje importante de la producción porque la temperatura marcó -3,5 grados, por lo que enfrentan las heladas a la antigua: con fuego.
Vino de altura
Pero el sacrifico familiar, de los enólogos y trabajadores ha valido la pena, ya que las noveles parras de tres años produjeron en 2015 mil botellas de un gran vino. Su Cornisa Premium. "El vino de altura es totalmente distinto, tiene una acidez perfecta, buen color, en boca es muy fresco... poco tradicional ya que comulga con la nueva tendencia mundial que los vinos sean menos alcohólicos y más frescos", explica Espinosa Carey.
En septiembre de 2017 el Cornisa 2015 syrah - malbec fue distinguido por la Revista Decanter de Inglaterra con un segundo lugar (91 puntos), como uno de los diez terroir más extremos de Sudamérica, donde figuraron un brasileño, cuatro argentinos y otros cuatro chilenos. Además obtuvieron medallas, y fue catalogado como vino Revelación en un concurso de vinos de altura entre 24 representantes argentinos y chilenos. Recientemente el reconocido Master of Wine Británico Tim Atkin, de visita en Chile, calificó a cuatro vinos de la viña con puntuación alta, destacando nuevamente el Cornisa 2015 con 94 puntos.
"La frescura es espectacular, es de cuerpo medio y el 2017 aún no está embotellado, creemos que va a marcar historia si Dios quiere", dice Rodrigo no está solo en esta cruzada por reverdecer laureles de la vitivinicultura en el valle del Aconcagua, la que admite ha estado de capa caída en las últimas décadas.
Asociación
Crearon el año pasado la Asociación de Viñateros de Aconcagua, en la que participan las viñas San Esteban, Peumayen, Sánchez de Loria, Flaherty Wines, Von Siebenthal y El Escorial. Cuentan con sitio web oficial www.aconcagua.wine.cl, que alberga información de las viñas, actividades, sitios webs particulares y noticias relativas a sus iniciativas. Todo acompañado con parte de la oferta turística del valle.
"Queremos posicionar al valle en el mapa vitivinícola del país, considerando que estamos a una hora de Santiago y una hora y media de Viña con una autopista nueva recién inaugurada", comenta Espinosa que en lo particular está apostando por el enoturismo.
Hay tours y picnics a la viña que parten en los 14 mil pesos por personas, donde los visitantes tienen derecho a conocer una renovada sala de degustaciones -ataviada con maderas nobles recicladas de un vetusto palacio de la zona- donde hay fotografías y objetos antiguos de la antigua hacienda. Los jardines, las salas donde se guardan los mostos en barricas de roble francés recicladas y estanques de acero inoxidable.
El destino principal es la cava subterránea con arcos románicos donde hay maridajes con los viNos y tablas de queso, chips y frutos secos.
Los viernes por la noche hay catas para grupos reducidos previa inscripción y cancelación de 13 mil pesos. A corto plazo el Escorial levantar un mini hotel boutique donde el visitante conocerá la realidad de la producción vinífera con las costumbres y gastronomía del campo.