Gota, la patología que amenaza a los adictos a la carne
C alor e intenso dolor en las articulaciones, especialmente cuando se está en reposo, es una desagradable sensación que deben enfrentar cada jornada quienes padecen de gota, enfermedad que es uno de los tipos de artritis más comunes alredededor del mundo y que se caracteriza por la inflamación de las articulaciones por el depósito de cristales de urato de sodio en ellas.
Si tener una enfermedad ya es motivo de inquietud, a ello en el caso de la gota, se suma un sentimiento de resignación, porque atenta contra el descanso de quienes la padecen: caprichosamente, su aparición ocurre preferentemente en las noches o durante la madrugada. Aunque no se conoce con exactitud el por qué de esto, un estudio hecho por el doctor Hyon Choi, del Hospital General de Massachusetts y de la Escuela de Medicina de Harvard, arrojó que posiblemente la temperatura inferior del cuerpo, la deshidratación nocturna o el descenso de los niveles de cortisol por la noche pueden contribuir al riesgo de ataques de gota durante las horas en que se debería tener un sueño reparador.
Aquella investigación reveló que el aumento del riesgo incluso estaba presente en pacientes con una baja ingesta de purinas en las 24 horas previas al ataque. Se debe considerar que al romper las purinas, el cuerpo produce ácido úrico y precisamente los ataques de gota se activan por la cristalización de este ácido en las articulaciones. Algunos ejemplos de alimentos ricos en purinas son las vísceras o los mariscos. Finalmente, luego del estudio de Hyon Choi, se llegó a la conclusión de que, en comparación con el día, el riesgo de un ataque de gota aguda fue dos veces superior durante la noche.
Ácido úrico
La enfermedad esencialmente ocurre porque se produce una alteración del metabolismo del ácido úrico que determina que aumenten sus niveles en la sangre. Miguel Gutiérrez, reumatólogo de la clínica Bupa Reñaca y docente de la Universidad Andrés Bello, detalla que "los gotosos pueden tener una producción aumentada de ácido úrico, una eliminación urinaria disminuida, o una combinación de ambos".
Hay que señalar que el ácido úrico es una sustancia química que habitualmente se produce cuando el cuerpo digiere los alimentos y está presente en la reparación de los tejidos del organismo. Sus niveles en la sangre pueden ser medidos a través del examen llamado uricemia, y en éste se refleja la cantidad de ácido úrico que tenemos en el cuerpo. Cuando sube este ácido en la sangre se le denomina "hiperuricemia".
Más propensos
Dentro de los factores de riesgo para desarrollar la enfermedad está el ser hombre, tener obesidad, mantener una alimentación rica en purinas, es decir carnes de todo tipo (aunque estudios sugieren que las rojas tienen una incidencia mayor), interiores y mariscos; consumir alcohol y algunos medicamentos como los diuréticos y la aspirina. Otro factor importante también es la edad, ya que es habitual que aparezca alrededor de los 50 años.
Respecto a la inclinación que tiene la patología por los hombres, Gutiérrez indica que esto se debe a que "las mujeres jóvenes están más protegidas porque los estrógenos aumentan la eliminación de ácido úrico por el riñón, evitando que aumente en la sangre". No obstante, en la etapa del climaterio el riesgo se asemeja con el de los hombres, debido a que los ovarios dejan de trabajar y producir hormonas.
Piel roja
La patología se identifica por la presencia de dolor severo e inflamación en la articulación afectada y además la piel sobre ésta se vuelve roja y brillante.
De acuerdo a la Sociedad Chilena de Reumatología (SOCHIRE), la gota usualmente afecta una o -en ocasiones- dos articulaciones al mismo tiempo; la mayoría de las veces de los pies o los tobillos. Sin embargo, el dedo gordo del pie es el sitio más frecuente. Esto, recalca Gutiérrez, "provoca limitación e imposibilidad de usar la articulación afectada. Puede haber fiebre y se pueden alterar los exámenes de laboratorio".
Según la SOCHIRE, un ataque puede mejorar en alrededor de una semana (aunque en ocasiones se extiende por más tiempo) y cuando se trata del primer ataque, a veces pueden pasar varios meses (incluso años) antes de volver a tener algún problema. No obstante, se ha detectado que después de un primer ataque y cuando no hay un tratamiento adecuado, cerca de dos tercios de los pacientes tienen un segundo ataque dentro de un año y un 75% tendrá un segundo episodio dentro de los dos años siguientes. Sólo un 10% no tendrá ataques en los diez años siguientes.
Sin tratamiento y en la medida que pasa el tiempo, las crisis o ataques se vuelven más frecuentes y severos. Cuando esta situación es sostenida en el tiempo, puede desencadenar un problema crónico que lleve a causar un daño progresivo en las articulaciones. Con ello, finalmente aparece una limitación e incapacidad cuando se llega a la gota crónica.
Diagnóstico
Cuando ya existe la sospecha de tener la patología por las características del cuadro clínico, indica Gutiérrez, la confirmación del diagnóstico se hace "visualizando en el líquido articular obtenido a través de una punción articular, de los cristales de urato de sodio, con la ayuda de un microscopio. En la sangre es posible evidenciar el ácido úrico elevado, aunque no siempre". Esto, porque los exámenes de laboratorio que indican inflamación también se alteran. En aquellos casos, si se mantiene la sospecha, es recomendable hacer nuevos estudios.
Tratamiento
Junto con evitar el consumo de alimentos ricos en purinas y el exceso de alcohol, el uso de antiinflamatorios no esteroidales son de utilidad. Sí, se debe considerar que es importante que se les use precozmente y en dosis por tiempo un apropiado. Por esto, siempre es importante consultar con un médico especialista de forma precoz.
Con un tratamiento efectivo un ataque de gota debiese controlarse en un plazo de entre 12 y 48 horas, y el tratamiento puede discontinuarse luego de pocos días. El reposo, el frío local, así como la elevación de la extremidad que está efectada son medidas útiles. El aumento de la ingesta diaria de agua también ayuda.
Si se tomaron estas medidas restrictivas y el ácido úrico se mantiene elevado y los ataques continúan o se hacen muy frecuentes, otros medicamentos dirigidos a reducir los niveles de ácido urico deben ser empleados.
La dosis de los medicamentos es individual y debe ser ajustada en cada paciente en sus controles sucesivos. Su uso es prolongado y la mayoría de las veces permanente, aunque se haya conseguido llevar el ácido urico sanguíneo a niveles normales. Algunos de estos fármacos funcionan bloqueando la formación de ácido úrico (Allopurinol). Otros, aumentan la eliminación renal del ácido úrico (Probenecid).
Antes de comenzar con el tratamiento , se debe tener en cuenta que quienes empiezan a tomar estos medicamentos para disminuir los niveles de ácido úrico pueden, en el lapso de algunos meses, tener ataques más severos y frecuentes. Esto ocurre debido a fluctuaciones en los niveles sanguíneos del ácido úrico durante el proceso de disminución en la sangre. Estas molestias pueden minimizarse agregando un medicamento que actúa como profiláctico, como la colchicina. Si aparece cualquier ataque durante este periodo inicial, éste se trata como cualquier otro ataque agudo, manteniendo los medicamentos de uso a largo plazo.
Los hombres están más expuestos a padecerla, ya que las mujeres están protegidas porque los estrógenos
aumentan la eliminación de ácido úrico por el riñón, evitando que aumente en la sangre.
Mirian Mondaca Herrera
salud@estrellavalpo.cl