Déficit atencional: mucho más que un niño distraído
En unos días más, las vacaciones se terminan para los escolares y con ello, viene el reencuentro con los inamovibles horarios y las reglas del colegio. Permanecer largos minutos y horas sentados y, a la vez, poner atención a las lecciones del profesor, son parámetros difíciles de cumplir para niños y adolescentes que tienen síndrome de déficit atencional, ya sea con o sin hiperactividad.
Cuando a la desconcentración se suma la este último factor, las señales varían y hay exceso de actividad motora, problemas para permanecer sentado cuando se requiere hacerlo, dificultad para relajarse, impaciencia y tendencia a interrumpir a los otros.
Aunque los menores de edad son los directos afectados por esta condición en el ámbito escolar, los padres se convierten automáticamente en víctimas secundarias. Con el regreso de los hijos a clases -especialmente si no se ha diagnosticado al niño y, por ende, no hay un trabajo conjunto con el establecimiento-, los llamados de atención por mala conducta o bajo rendimiento se vuelven junto con marzo.
Genética
Todavía no se puede indicar con exactitud la causa del síndrome, ya que está en discusión. No obstante, de acuerdo a diferentes estudios realizados en la última década, esta condición tiene un factor genético bastante claro. De hecho, incluso se ha llegado a hablar de familias con este trastorno.
Germán Cueto, neurólogo y docente de la Universidad de Valparaíso, detalla que "hay un trastorno en la maduración de las redes neuronales que tienen que ver con la capacidad de concentración. Es variable, puede ser desde un retraso del desarrollo o a lo que algunos piensan es una ausencia o insuficiencia de desarrollo permanente de las redes".
Por otra parte, los últimos estudios a nivel internacional han asociado este trastorno a circunstancias externas a la persona. Entre estas últimas se ubican el haber sufrido lesión cerebral, que la madre de quien tiene el síndrome haya consumido alcohol o tabaco durante el embarazo y que el bebé haya nacido prematuro o bajo peso. Además, estudios asocian factores ambientales, como el haber estado expuesto al plomo, con el desarrollo de esta condición.
Clasificación
Es importante considerar también que, internacionalmente, el déficit atencional se ha clasificado en tres grupos: predominantemente inatento, predominantemente hiperactivo-impulsivo y combinado.
En el caso de la primera clasificación, al paciente se le hace difícil organizar o terminar una tarea, prestar atención a los detalles, seguir instrucciones o conversaciones. Asimismo, se distrae fácilmente u olvida detalles sobre las actividades cotidianas.
El predominantemente hiperactivo impulsivo se caracteriza porque la persona no puede estar quieta y habla demasiado. También le es difícil desarrollar una actividad por un tiempo prolongado. Por eso, los niños frecuentemente corren, saltan o trepan, y tienen problemas de impulsividad, que se traducen en que interrumpen a los demás, les quitan cosas o hablan cuando no debe. Además, al paciente se le dificulta esperar su turno o escuchar instrucciones.
En el caso del tercer grupo, el combinado, los síntomas de los dos tipos anteriores se manifiestan por igual.
¿Lo tiene?
El síndrome se manifiesta principalmente en los primeros siete años de vida del niño. Sin embargo, también se pueden detectar ciertas señales de la presencia del trastorno incluso antes de que el bebé nazca. Esto porque, asegura el neurólogo, "se manifiesta ya desde la edad intrauterina, hay mamás que notan que sus hijos en el vientre se mueven mucho, que dan muchas pataditas, demasiado para lo esperado".
Tras el alumbramiento, y cuando las sospechas son confirmadas, el profesional indica que "a medida que van creciendo, tienen un buen desarrollo siconeurológico, pero se va notando que son demasiado inquietos, que están constantemente en actividad, es un problema controlarlos. Incluso duermen menos que los otros niños, tienen mucha tendencia a actividades o actitudes riesgosas, como trepar árboles".
En el caso del los adultos, este trastorno existe cuando ha sido heredado desde la infancia. "Las personas que tienen déficit atencional lo tienen toda la vida. Ahí lo que ocurre es que con la adultez se logra una mejor adaptación (...) El adulto sabe compensarlo, por ejemplo, se da cuenta de que ciertas tareas él no las tolera mucho tiempo, entonces las evita. También elige una profesión activa y ojalá al aire libre, donde no tenga que estar concentrado horas en una oficina", indica el Cueto.
Para aquellas personas, no les es complejo concentrarse en algo durante un tiempo acotado , ya que "aquello que les interesa mucho, que consideran estratégico, lo estudian y aprende rápido. Generalmente cuando se concentran por breves períodos aprenden rápido, porque tienen un coeficiente intelectual bueno, e incluso superior. No es que tengan algún tipo de problema intelectual. Entonces, los pocos minutos que están concentrados los aprovechan bien. El adulto que lo tiene se da cuenta de eso y se va adaptando", sostiene Cueto.
Tratamiento
Para determinar qué un niño tiene un trastorno de déficit atencional, con o sin hiperactividad, no existe un examen único. Por ende, el diagnóstico requiere de varias etapas. El proceso para determinar si un niño tiene trastorno por déficit de atención e hiperactividad requiere de varias etapas.
Una etapa del proceso consiste en un examen médico que incluye pruebas de audición y visión para descartar otros problemas con síntomas parecidos. Otra etapa puede consistir en elaborar una lista para clasificar los síntomas y preguntar sobre los antecedentes del niño a sus padres, profesores y a veces al niño mismo. El manejo del déficit atencional se debe hacer con un equipo multidisciplinario, donde asoman neurólogos, siquiatras y sicopedadgogos, entre otros profesionales.
Además, el trabajo conjunto y la coordinación entre el grupo familiar y el cuerpo docente es fundamental. En este último aspecto, Cueto enfatiza que "el colegio tiene que estar informado de que el niño tiene el síndrome y apoyarlos con sicopedagogos, tratamiento adecuados en el salón de clases, entre otras cosas".
Para el tratamiento del síndrome de déficit atencional existen tres áreas en las cuales apoyarse.
Una de ellas es la indicación farmacológica, aunque, sostiene el neurólogo, se debiese recurrir a ella solamente cuando en los grados más severos, cuando interviene excesivamente en la capacidad de aprendizaje. La ingesta de medicamentos ayuda a reponer las sustancias que están trabajando de forma ineficiente en el cerebro y se puede usar en cualquier etapa de la vida.
Por otra parte, está la sicoterapia, donde se considera el tratamiento de problemas de autoestima severos. Asimismo, ayuda al paciente a aprender a organizarse y a evitar la procrastinación, que es la-tendencia a dejar para última hora las cosas importantes que tiene que ejecutar, mientras lleva a cabo cosas irrelevantes en el intertanto.
También con este tipo de manejo se trabaja el contexto en el que se desenvuelve la persona, ayudándolo a convivir de mejor forma con su condición.
Finalmente, existe el apoyo complementario que se basa en la adopción de hábitos de vida sana. En este sentido, se aconseja mantener una dieta saludable, hacer deporte y practicar algún tipo de meditación, como yoga o danza.
En el colegio
El ministerio de Educación entrega lineamientos mediante los cuales se puede abordar la educación de los menores de edad que tienen este síndrome. En la "Guía para su comprensión y desarrollo de estrategias de apoyo desde un enfoque inclusivo en el nivel de Educación Básica", se indica que, en caso de tener sospechas fundadas de déficit atencional, con o sin hiperactividad, se torna central planear una entrevista con la familia o adultos responsables del estudiante, para señalarles la inquietud y sugerir, como parte de un plan de apoyo, que el niño o niña sea evaluado por su pediatra o médico familiar, y si es necesario, por los especialistas que corresponda (neurólogo, psiquiatra, sicólogo y sicopedagogo).
En el documento además se insta a los docentes a considerar que muchas de las conductas típicas del trastorno de déficit atencional y de la hiperactividad no tienen una causa madurativa, sino que pueden darse por otros motivos tales como la ansiedad frente a situaciones de estrés (familiar, social y/o escolar), malos hábitos de vida, sobrestimulación acústica y visual o por prácticas pedagógicas inadecuadas.
Por esta razón es vital observar con rigurosidad la conducta de los estudiantes y también aspectos de su entorno, de manera de diferenciar los caminos a tomar. En esta misma línea, el reporte de conductas que solicitan los especialistas a docentes y familia, debe hacerse con la máxima seriedad para contribuir así a un diagnóstico certero.
Hace algunas décadas, este trastorno era prácticamente desconocido entre la comunidad y se asociaba con
"mañas" infantiles. Hoy se sabe que se trata de una condición que puede extenderse hasta la adultez.
Mirian Mondaca Herrera
salud@estrellavalpo.cl