El Estudio Nacional de Transparencia lanzado esta semana develó que casi un tercio de los chilenos valida el "pituto" como práctica para realizar trámites en el sector público; esto se traduce, básicamente, en pedir a un conocido o un contacto que le ayude a agilizar dichos trámites. La investigación además dio cuenta de que el año pasado se realizaron al menos un millón y medio de trámites sin seguir el conducto regular.
Este estudio, aplicado a 2.855 personas y 1.327 funcionarios públicos de todo el país, da cuenta de que si bien la mayoría de los ciudadanos prefiere utilizar los canales formales (63%), hay un 29%, es decir casi un tercio de la población, que prefiere hacerlo con un contacto, con el fin de obtener un resultado positivo y agilizar su gestión. Dicho en otras palabras, usar un "pituto".
Prácticas como acudir a un conocido y pedirle un favor para realizar trámites, se conocen formalmente como "clientelismo" y es un fenómeno que el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo que se define como "el intercambio de bienes y servicios económicos y sociales como si fueran favores, pese a que, en teoría, la constitución y las leyes garantizan a la población el acceso a esos derechos".
GÉNESIS DE la PRÁCTICA
Sobre el origen de dichas conductas, el sicólogo clínico Pedro Salinas cuenta que su impresión es que la "pillería" o actitud de buscar el camino más corto está profundamente enraizada en una supuesta identidad de lo chileno. Por ejemplo, en los valores asociados al roto chileno: astucia, ingenio, creatividad, pero también capacidad de engañar o timar para obtener algún beneficio.
"En estudios que se han hecho en sectores más desposeídos socioculturalmente, el ser 'vivo' se considera un valor mucho más importante que ser responsable o trabajador. Ahora, creo que esos estudios pueden tener un sesgo socioecónomico, porque mucha de esa actitud de 'viveza' las encontramos también en los llamados delitos de 'cuello y corbata'", explica.
Juan Pablo Marassi, sicólogo SEK, explica que "si uno hiciera un estudio histórico, vería que hubo un tiempo en que todos los trámites se hicieron por pitutos. Mientras menos estaban formalizados los procedimientos, más valía la excepción y se agradecía y existían las coimas. Y aunque actualmente la automatización de los procesos ha hecho disminuir esta cultura, esta se ha ido incorporando ala cultura y aceptando estos procesos".
Validación social
Marassi, detalla que "la cultura se genera a partir de prácticas socialmente validadas y valoradas, que son las que te generan satisfacción o las que te liberan de presiones. Cuando uno hace un trámite, tienes una presión y cuando alguien te ayuda, te libera, siendo reconocido por los demás, lo que te da satisfacción, generándose un circulo vicioso o virtuoso, según donde se lo mire, donde se valida la práctica del pituto".
Francisca Andrade, sicóloga SEK, cuenta que "nosotros siempre nos comportamos con el como debería ser y esperamos que todo el mundo sea igual, condenando al que se salta la fila, cuando en lo privado somos el que nos saltamos la fila".
DEL DICHO AL HECHO...
Para la socióloga Andrade , "el boom de las redes sociales y en el fondo en lo público, se ha ido pidiendo más transparencia pero en el ámbito privado, es distinto porque en el fondo todo lo que me beneficie o ayude a llegar a una meta, para mi esta bien".
Salinas, sicólogo, explica al respecto que "la naturaleza humana es intrínsecamente paradójica y contradictoria, por lo que no es de extrañar que quien pide transparencia en los procesos de administración o gobernabilidad, también sea quien quiere acceder a un trabajo vía 'pituto' o 'contacto'. El punto es que en Chile, a diferencia de lo que pasa en otros países, tenemos una profunda ambigüedad con el respeto de las leyes ciudadanas y su seguimiento en coherencia en el cotidiano. Perfectamente quien va a donar para la Teletón puede en la tarde ocupar un estacionamiento para discapacitados".
Agrega que "viendo el lado favorable, en comparación con otros países de la región tenemos un índice de corrupción mucho menor. Nos falta sin embargo para llegar a los niveles de ciudadanía responsable y civilidad de otros países. Los procesos despolitizantes de los últimos años tampoco apoyan mucho el hecho, porque cada vez más el individuo se identifica menos con las aspiraciones del colectivo, sean éstas políticas, religiosas o culturales".
¿cambiaremos?
Para Francisca Andrade se trata de "ser un poco más honestos, realmente, no de la boca para afuera. Y en la medida que no condenemos al de al lado, nos sentiremos más libres de no ser juzgados. No le tomamos el peso a nuestras acciones porque pensamos que no daño a nadie más, si no hay un perjudicado es como que no hay un crimen y eso no debería ser".
Uno de los consejeros del Consejo para la Transparencia, Marcelo Drago, cuenta que "estas costumbres socavan nuestra democracia e institucionalidad, e instalan prácticas (con la simple adición de elementos como regalos o beneficios) en corrupción. Tenemos que aspirar a una sociedad sin ciudadanos dispuestos a 'saltarse la fila' y a funcionarios públicos que no permitan 'que se la salten'.
Resultados del Estudio Nacional de Transparencia nos desnudan
Por Belén Petit Saa
Y aunque los chilenos últimamente somos los primeros en indignarnos en casos de corrupción, seguimos realizando el "pituto" que pueden derivar en casos como los vistos en el último tiempo