Don de payador (a): el arte de improvisar con música y poesía
La paya, improvisación o trova es un arte europeo que mezcla figuras literarias con la música instrumental. Viene del campo y busca proteger la tradición cultural de cada país donde se practica. Es el "freestyle" de las canciones de cuerda.
Isabella Gálvez Olivo - La Estrella de Valparaíso
Picardía, creatividad, pasión y ritmo son los elementos que caracterizan al arte de la paya, una actividad oriunda de España que mezcla las palabras de la poesía y los sonidos tradicionales de la música de cuerda.
La paya consta de cantantes que, alrededor de un tema, improvisan rimas y versos en el momento, acompañados de instrumentos como la guitarra o el violín, entre otros. La idea es que dos artistas se enfrenten y creen una conversación musical entretenida y llena de contenido.
El tema es dado cuando inicia el enfrentamiento, no antes. Pueden dar ideas desde versos sobre la comida hasta la designación de papeles, donde uno, por ejemplo, es el sol y el otro la luna. No hay preparación previa ni la posibilidad de estudiar información, las palabras son las que salen en el momento.
En Casablanca se celebra este fin de semana el encuentro de Payadores 2018, con 9 delegaciones de artistas hispanoamericanos que se enfrentarán con rimas cargadas de filosofía y color, en las tarimas del evento.
Sin embargo, esta práctica no es tan conocida en el país o entendida en su totalidad como otras expresiones artísticas. Por eso, La Estrella habló con 5 de estos cantantes, escritores y poetas que explican con sus propias palabras lo que significa ser un improvisador.
Poder femenino
En el mundo de la paya, y como en muchas otras ocupaciones, hay mayoría masculina; pero la representación femenina se hace cada vez más presente y fuerte.
Mariela Acevedo es uruguaya y se dedica desde pequeña a esta actividad. La pasión por la trova se la heredó a su padre, quien era payador. Se crió entre versos, así que fue fácil adaptarse al estilo y desenvolverse con facilidad.
"Este arte se trata de la creatividad y la espontaneidad. Nosotros no tenemos ningún verso escrito, se va creando, se va inventando en el momento. Debe tener contenido, es poesía de contenido, tratando de dejar algún mensaje, de dejar algo. Y están los contra puntos, donde uno no sabe qué te va a decir el otro y tienes que contestarle, obviamente, con palabras coherentes. Es algo que se va escribiendo en el viento", explicó la payadora, tras afirmar que las mujeres se sienten siempre acogidas y respetadas por los colegas en este mundo musical.
Leidy Mejías es la única mujer de la delegación colombiana, pero le encanta ser la representante femenina de todo un país. Es trovadora desde el 2010, influenciada por su hermano y su primo que se dedican a esto desde hace 30 años.
"Las mujeres somos escasas. En Colombia, de 100 trovadores hombres hay, al menos, una mujer. En competencias alcanzamos a ser dos. Pero cada vez se está abriendo más el campo, se está intentando crear escuelas y motivar a las mujeres a que entren en la improvisación. Se pueden animar al ver otra mujer cantando y demostrando que somos capaces de hacer lo que cualquier ser humano puede hacer, sin distinción de género. Esto es algo de mente", contó Leidy, recordando que a pesar de la igualdad que se está viviendo en la paya, las cantantes deben cuidar más su lenguaje y gracias que los hombres, pues el público es más prejuicioso con ellas. Asegura que los estereotipos de pulcritud que rodean a una mujer las persiguen hasta en las ramas artísticas más puras que solo buscan entretener a las personas.
Desde Perú llegó María Guerra, una joven payadora que desde hace solo cuatro años se dedica a la conversación musical. María se enamoró de las rimas mientras hacía su proyecto de tesis universitario. Desde entonces, practica hasta el cansancio para perfeccionar su improvisación e impulsar la participación femenina.
"Me gustó tanto, cuando tenía 19 años, que me envicié. En Perú la mayoría son hombres pero no he sentido tanta diferencia o rechazo entre ellos hacia mí, como ocurre entre otros países", dijo la joven peruana.
Fenómeno vivo
Como muchas tradiciones culturales, la décima, como también se le conoce a la paya, sigue viva tras siglos de su nacimiento, pero cada vez es menos conocida en los países de habla hispana.
Sus impulsadores y amantes se dedican a defenderla en estos tiempos alejados de lo tradicional. Con sus cantos, buscan expandir la tradición e introducir a más personas al mundo de la literatura. Cada verso, cada mezcla entre palabra y cuerdas es una expresión cultural del país donde se hace esta práctica, que busca generar historia narrada en el aire para convertirse en rimas inmortales.
Roberto Silva, versista de Puerto Rico, describe su profesión como algo "hermoso" y único que no se encuentra en muchas partes del mundo.
"Todos los países de habla hispana, excepto unos cuantos de centro América, se dedican a la décima. Esto es un arte que viene desde la raíz misma y fundamentos de cada nacionalidad. En términos culturales, se ha convertido en todo un fenómeno vivo que se ha mantenido por siglos. Nosotros estamos haciendo un esfuerzo por que continúe y siga, lo promocionamos y tratamos de difundirlo", señaló el artistas, añadiendo que los jóvenes también se interesan en estas expresiones artísticas
Pasión del corazón
Para dedicarse a la paya, más que buena memoria o rapidez mental, se necesita amor por el arte y dedicación del corazón.
La idea de una competencia o enfrentamiento entre cantantes, no es solo dar una buena respuesta, también es crear un poema que el público sienta y entienda. Uno de los desafíos trovadores es el de generar emociones en quien escucha los versos y presencia el enfrentamiento. Siempre existirá esa barrera comunicacional que necesita de la aprobación del espectador para que se mantenga latente.
Luís Paz, versador cubano, explica que un artista puede crear las rimas más bellas e inspiradoras espontáneamente, pero si el público no se identifica con ellas, no sirven de nada.
"Como es un arte que nace en el campo, sabemos cómo funciona esto. Hay días en que recoges harto producto y te va bien. Y hay días en que no aparece, ocurre algo extraño y te va mal. Así es con el verso. Nos pueden aplaudir o abuchear. Esos son momentos que nos hacen superarnos a nosotros mismos, momentos que no necesariamente marcan la vida", señaló el cubano que ama su "maravilloso" arte de improvisación.