En el mundo del tenis, el para nada mediático Arthur Ashe es el poseedor de varias marcas que jamás podrán superarse. No era guapo y jamás fue un sex symbol deportivo; no tenía el carácter explosivo de John McEnroe ni la cabellera envidiada del Agassi en sus primeros años; y tampoco era frecuente fotografía en las páginas sociales de revistas en Mónaco o París, como Bjorn Borg. Y, peor, no era de raza blanca, lo que en los años '70 aún se apreciaba como una desventaja.
Pero Ashe no sólo fue el primer jugador afroamericano en ganar Wimbledon en una memorable final, apabullando al que en ese momento era el indiscutido N° 1 del tenis, su compatriota Jimmy Connors, quien mantuvo esa posición por 160 semanas consecutivas entre 1974 y 1977. Ashe ganó 6-1, 6-1 los dos primeros sets, el tercero fue para Jimmy y el cuarto, el definitivo, 6-4 para el jugador de las piernas y brazos más largos que el circuito viera hasta ese entonces.
Otras marcas de Ashe, de cuya lamentable muerte se cumplen 25 años este 6 de febrero, elevan su fabuloso legado deportivo. Nunca fue N°1 en el ránking de la ATP, sin embargo, la misma organización lo nombró como el tenista del año en 1975. Hasta el día de hoy, es el único tenista afroamericano ganador de Wimbledon, US Open y Abierto de Australia, en la categoría singles.
Fue tricampeón de Copa Davis por Estados Unidos, equipo que defendió durante diez años. Más aun: cuando fue nominado, era el primer jugador afroamericano que llegaba a ese team. Tal fue su éxito, admiración y capacidad de liderazgo, que entre 1980 y 1984 fue el capitán de Estados Unidos para la misma Copa Davis, logrando el campeonato en dos oportunidades: 1981 y 1982.
Un dato más curioso aun: Ashe se dedicó al tenis profesional sólo desde 1969, con 25 años de edad, habiendo ya ganado el US Open y había sido campeón de Copa Davis, ambos logros en 1968.
Esta situación jamás se habría dado si se hubiera tratado de un jugador blanco. De hecho triunfó arrastrando el estigma de su raza, como una pesada pero orgullosa cruz. Cierta vez reconoció que le daba vergüenza gritar tras un golpe como lo hacían los demás tenistas, por temor a que dijeran que por eso no permitían a negros en el tenis, pues con sus alaridos arruinaban el juego, transgrediendo las reglas.
Sus marcas siguen: fue el primer jugador que tuvo un modelo con nombre propio, desde que se instauraron las raquetas de materiales distintos a la madera. La Head Arthur Ashe de 1975 -con la que ganó Wimbledon- sin duda revolucionó el mercado. Incorporó la fibra de vidrio de manera positiva a una industria en la que hasta ese momento solo el aluminio aparecía como mayor innovación. Después de esta apuesta de Head, todo pudo pasar, y la fibra y luego el grafito llegaron desplazando para siempre a los arcaicos comprimidos de madera.
vida difícil
Pero no siempre todo fue maravilloso para él: antes de la fama, Ashe (huérfano de madre desde el nacimiento de su pequeño hermano) batalló contra los crudos estigmas de la época: nacer 'niger' en la Virginia de la década del '40 no era una ventaja para un muchacho de clase media.
Por lo mismo, siendo sólo un 'negrito de Virginia' muchas canchas de tenis se le cerraron, en un juego irónicamente bautizado como el Deporte Blanco.
Pero desde bebé estaba marcado su destino, pues a pesar de no ser acaudalados, su padre era muy disciplinado. Y trabajaba en el departamento de deporte de la ciudad de Richmond. La casa del Sr. Ashe estaba dentro de un parque público de la ciudad. Ahí había varias canchas de tenis en las que el pequeño Arthur dio sus primeros pasos.
En esos básicos intentos fue observado por un jugador de la universidad, quien vio en él aptitudes muy destacadas. Le recomendó entrenar con un compañero suyo, que trabajaba también como profesor de tenis. Con él pulió los golpes que debía perfeccionar y muy poco costó para lograr una beca en la afamada Universidad de California (UCLA). De ahí, el paso al éxito deportivo dependía solo de él. Y no dudaría en obstinarse por llegar a lo más alto.
La vida le tenía un último y más complejo desafío: en 1988, le diagnosticaron VIH. Todo partió en 1979, cuando le declararon una gravísima enfermedad al corazón. Ésta catapultó su retiro en 1980. Entre aquel año y 1985 fue operado varias veces por su afección cardíaca, período en el cual desarrolló trabajos como cronista para la revista Time, comentarista para ABC Sports y fundador de la Liga Nacional Junior de Tenis de Estados Unidos. En una de las decenas de transfusiones de sus cirugías, el virus ingresó a su sangre. El sida no tenía los niveles de comprensión de nuestra época y Ashe no sólo se convirtió en un enfermo de sida en un planeta que vinculaba aquella afección de manera directa con la promiscuidad sexual, sino que, además, era un 'portador negro'.
Anteriormente, había batallado contra las políticas del apartheid en África y el maltrato a los inmigrantes haitianos.
Su lucha final, sin embargo, se centró en la aceptación de los enfermos de sida por parte de la sociedad, y en reunir fondos para el estudio de este mal. Incluso, semanas antes de su muerte, fundó el hoy famoso Arthur Ashe Institute for Urban Health. Cierta vez, Ashe comentó que un fan le envió una carta en la que le preguntaba 'por qué Dios te seleccionó a ti para vivir con tan cruel enfermedad'. Y Arthur le respondió: "50 millones de niños comienzan a jugar al tenis en todo el mundo, 5 millones aprenden a jugarlo, 500.000 llegan a profesionales, 50.000 entran al circuito, 5.000 juegan un Grand Slam, 50 llegan a Wimbledon, 4 a las semifinales, 2 a la final. Cuando estaba levantando la copa nunca le pregunté a Dios: ¿Por qué a mí?".
arthur ashe?
Por Néstor Flores F.
El desconocido mejor tenista afroamericano del mundo