Guillermo Ávila N.
Literalmente todo se fue a negro. Lo vivido por un grupo de vecinos, cerro arriba en el Florida, este fin semana, como en un Halloween atrasado, fue propio de esas experiencias del terror. Tuberías porteñas gruesas o finas, que surcan terrenos o muerden el polvo bajo tierra, matrices que serpentean calles y en ocasiones, también colapsan. Explotan.
Leonidas Muñoz se identifica como uno de los afectados a la altura del número 38 en calle Manuel Rojas acerca del problema que tuvo con las aguas potables. "Al parecer se rompió la matriz arriba tras los trabajos de Esval", sostiene mientras hace limpieza manual. Eso tras ver cómo un torrente de penetró el muro hasta bajar a su casa. "Arriba el terreno no es sólido, es de tierra, se metió toda el agua entre medio. Estamos limpiando desde el sábado". dice.
Carmen Aros, su esposa, complementa que en cuarenta años de residir acá, jamás vivieron algo así. Tuvo que baldear, echarle cloro al agua. "A las 09.00 AM me avisó mi vecina que estaba cayendo el agua. Paró a las 13.30. Luego, a las 20.00 horas dieron el flujo y allí quedó la escoba: nos cayó el agua por todos lados".
Don Leonidas no da crédito: "A esa hora no estábamos en la casa. Los vecinos nos avisaron. Gracias a Dios no alcanzó a meterse del todo a la casa, aunque estuvimos inundados unos 20 centímetros. Las filtraciones empezaron por el muro de contención de la casa número 44, más arriba".
Origen del caos
A días de la Navidad, una familia no podrá disponer de regalos al Pascuero: todos los obsequios fueron cubiertos por un torrente de agua oscura, fétida. "Lo primero que atiné fue a ver cómo estaban mis hijos y mi gatito, nuestra mascota". Lissette Díaz es quien comenta al lamentable hecho que la aqueja hace ya tres días.
Cuenta que va a cumplir un año al arriendo de la casa número 44, en la calle Tercera, del cerro Florida. Allí donde además de ella, viven sus tres hijos. La estudiante de Turismo y Hotelería, se encuentra con una escoba barriendo lo que puede de un entorno habitacional salpicado al barro y, de momento -hasta ayer domingo-, la desesperanza, acota. "Debieran hacer un catastro de las cosas porque perdí todo: refrigerador, televisor, computador, las camas de los niños, juguetes".
Sus dardos van a Esval. Un calvario que dice comenzó el viernes pasado. Todo arrancó poco a poco con una filtración en el muro del patio de su casa. "Llamé ese viernes a las 23.15 horas a Esval", pero no le contestó nadie a Lissette. Para las 03.15 de la madrugada, cuenta, reventó un poco la matriz adentro de su casa con agua normal y corriente. "Llamé a Esval. Llegaron a mediodía del sábado para supervisar". A las 1.:15 recién empezaron con las faenas. La porteña añade: "Nadie, ni los supervisores, se me acercaban a comentarme nada".
Pesadilla negra
Tras eso, el drama. "Pasaron a llevar con la máquina el arranque que da el suministro de la totalidad de la casa. Allí entró el agua con barro. Cortaron el agua. Tuve que llamar nuevamente a Esval para que les dieran autorización para traer unas nuevas motobombas porque se les echaron a perder", narra la joven madre afligida la torrente.
Luego, dice, se comunicó con Esval para que el supervisor se presentara "para autorización. Eran las 18.00 horas del sábado y llegó, miró, sacó una foto. Al rato, observó y tomó más fotos al dormitorio de arriba que se mojó todo, entonces afuera sacaron la tubería. Me dijo que la iban a colocar".
Al volver tras comprar, recuerda Lissette, les dijo a personal de Esval que la tubería había quedado suelta y que se podía reventar. "A las 20.00 horas busco a mis tres hijos para hacer las piezas porque estaba todo mojado, habíamos trasladado cosas a otro dormitorio".
En eso, lo impensado: aguas y barro ingresas a su vivienda con furia. "Entró tanta agua que calculo en medio metro la inundación. Llamé a Chilquinta y me dijeron que no sabían cómo me había electrocutado". Revela que tuvo que hacer un agujero para que saliera el agua por la presión, "tenía todo tapado".
Cuático Forado
Al frente del caos, José Nieto, vecino en la casa 43, fue testigo de lo ocurrido. "Ellos (Esval) vinieron en la tarde del sábado, lo repararon tipo 19:30 y, al parecer, dejaron listo. Dieron el agua. Pero a los cinco o 10 minutos después, todo reventó: el agua se fue toda para adentro en forma violenta como un chorro. Los tipos llegaron y se fueron. Sólo dejaron acá en este forado, en la supuesta reparación hecha anoche", desliza.
En el forado de aproximadamente dos metros de largo por uno de ancho (profundidad), se aprecia un chuzo con piedras y poco más. "Si se levanta ese chuzo, sale agua. ¡Esto es muy peligroso!", puntualiza José Nieto preocupado por una solución que, desde Esval (ver recuadro pág. 2) ya abordaron.