Guillermo Ávila N.
"Aquí, de Cachiyuyo, pué...". La frase destila nostalgia. Casi tanto como aquel inolvidable comercial de 1989 por CTC (hoy Movistar) donde don Raimundo, con esa frase, irrumpía en una cabina amarilla polvorienta para llamar a su hijo. Todo en un lejano pueblo nortino.
Avenida Bellavista. La vereda porteña parece un hervidero de avispas. Todos circulan sin cruzar miradas con el artefacto. "Antes eran tan necesarias. ¡Sacaban de apuros!", dice al paso doña Paula Trejo.
Tres paredes estrechas de metal y una puerta reducida al vacío. Pudiera ser una habitación que invita a la privacidad. Y algo de eso lo fue por buena parte del siglo XX y entrado el XXI: el escaparate callejero ideal para aquellos desesperados -y no tanto- de la comunicación instantánea. Que además cubría de sol y lluvia.
Un objeto para discar, siempre y cuando... se depositase una moneda. Fuese local o a distancia.
En realidad, el arte de interactuar al otro lado de la línea. Eso cuando no se contaba a mano con los teléfonos cuadrados propios de oficinas y caseros, aquel dispositivo de telecomunicación para transmitir señales acústicas a distancia vía ondas eléctricas.
Si se observan con detenimiento, de aquellas múltiples cabinas telefónicas que irrumpían como hongos en diversos puntos estratégicos de la ciudad, el país y el mundo, pocas son las cabinas que aún quedan en pie. Reliquias. Como una pieza de museo. El opuesto al hoy de los micro smartphones o celulares inyectados a las redes sociales. Comunicación en un dispositivo móvil.
Dos de esas cabinas a punto de caerse a pedazos, sobreviven a los nuevos tiempos en avenida Bellavista. Olvidadas al paso de los peatones, allí siguen oxidadas, rayadas con spray, manchadas con cacas de paloma y haciendo sostén de pesas para frutas, verduras y prendas en el comercio ambulante, al invierno de su vida útil, como testimonio de una época. Del vital mobiliario urbano, poco y nada.
Juan Castro, del plan porteño, comenta que él era usuario de estos teléfonos. "De ambos". Y habla: "Sabe qué pasa, la gente venía, golpeaba y robaba monedas en estas casetas. Sufrían mucho hurto. Yo cacho que no era negocio. Aparte que también tenían una parte negativa: a veces se tragaban las monedas que uno ingresaba".
Kioscos telefónicos
En el centro capitalino, para que se haga una idea, hace unos meses, la Dirección de Emergencias de la Municipalidad de Santiago, en lugares emblemáticos ubicados en Estado, Huérfanos y Ahumada, se procedió al retiro de cerca de 40 de esas casetas telefónicas. ¿La razón? De acuerdo al edil Felipe Alessandri, publicado en el portal de la Municipalidad de Santiago: "Estaban hace varios años en desuso y aportaban poco a la comunidad y al entorno". Aunque con un detonante según el alcalde: "En los últimos años, y con la alta penetración de los celulares, entraron en desuso", dijo.
Si bien es cierto que durante las décadas del '80 y '90 estas casetas fueron muy útiles para todos quienes transitan por los diferentes arterias. Hoy también, como parte del paquete que justifica su adiós, está el argumento , si ellas, de la recuperación del espacio público.
¿Y en Valparaíso?
En el caso puntual de Valparaíso, y de acuerdo a Patricio Cáceres, encargado del departamento de asistencia técnica del municipio porteño, de momento, ellos no han participado del retiro. "No hemos recibido ninguna comunicación acerca del retiro. Lo que sí sabemos es que acá esa labor del retiro le corresponde a las compañías de teléfonos".
Cáceres reitera: "En este caso, lo correcto acá es que sean las empresas de telecomunicaciones quienes hagan el retiro correspondiente". Y agrega desde la óptica municipal: "Lo que sí es que se ven pocas de esas cabinas telefónicas en Valparaíso. Pero si así fuese, que nos notificaran algún retiro, no habría problemas de hacerlo, pero si primero haríamos el llamado a la empresa de telecomunicaciones, de no tener respuesta positiva en un plazo de tiempo, procederíamos nosotros".
Con respecto al destino de este mobiliario de acopio y su cantidad, Cáceres sostiene: "Desconozco de cuántas casetas acá se tratarían. Todo lo retirado por nosotros va a aparar a una bodega municipal, en un pasaje estacionamiento de vehículos municipales Juana Ross o el Cuartel Cárcel, atrás de la Omar Pérez Freire. Se hace el inventario por un tiempo y si no aparece nadie, se van a dejar al botadero", dijo.
De acuerdo a la compañía a cargo de estas cabinas telefónicas en Valparaíso, Movistar, consultados por La Estrella, aclaran que, "son locales que pertenecen a la gerencia de ventas: no tienen ingerencia en los monederos, esos teléfonos con costo prepago en Valparaíso".