"Juan Buscamares", la novela gráfica chilena que sorprendió al mundo
Su autor, Félix Vega, habló con Emol sobre el origen de esta historia. Aquí parte de la entrevista.
Jorge Baradit la define como "uno de los evangelios imprescindibles del cómic chileno que salieron desde los intestinos de lo latinoamericano para conquistar del mundo", mientras que Francisco Ortega sostiene que "no estamos ante un cómic ni ante una novela: estamos ante un hito de la literatura nacional".
¿A qué se refieren ambos escritores? Pues a "Juan Buscamares"(Planeta Cómic, $ 19.900), novela gráfica escrita e ilustrada por el chileno Félix Vega y que por primera vez se puede encontrar en las librerías chilenas en una edición compilatoria de gran formato, de 216 páginas, totalmente en colores y que además contiene material inédito.
Hijo de la artista Ana María Encina y del dibujante Óscar Vega -coautor de "Mampato"-, Félix Vega creó una historia épica ambientada en un futuro post apocalíptico en el que los mares, lagos y ríos de la Tierra se han secado. Un mundo peligroso en el que el agua es el producto más valioso que puede existir y en el que la vida no vale nada; un desierto interminable por el cual viaja Juan, el protagonista, a bordo de su camión blindado, y quien vivirá su aventura más peligrosa y sorprendente tras conocer a una misteriosa mujer llamada Aleluya.
Según consigna el portal Emol, en 1996, Vega publicó la primera parte de "Juan Buscamares" en blanco y negro en la desaparecida revista chilena "Bandido", y al poco tiempo logró internacionalizarse, siendo editada en cuatro tomos -en años posteriores- en Estados Unidos, Francia e Italia, entre otros países. Ahora, con esta edición definitiva y exclusiva para Chile, los lectores nacionales finalmente tienen la oportunidad de leer esta obra completa.
¿Qué te inspiró a escribir una historia que combina elementos post apocalípticos e históricos?
"Mi primera visita cuando niño al Museo de Historia Natural; el esqueleto de la ballena y el niño del cerro El Plomo me marcaron mucho. Tiempo después, con mis hermanos creamos el nombre, luego ya en el colegio desarrollé el personaje y su universo. Algunas imágenes surgieron en sueños, como la de la ballena varada en el desierto. A partir de esto desarrollé una tetralogía con los cuatro elementos. Siempre entendí a la Biblia y a 'El Principito' como historias de fantasía y ciencia ficción. Mitologías (como también la Inca) que están en nuestro inconsciente colectivo, y que pueden revisitarse y reversionarse. 'Mort Cinder', de Oesterheld y Breccia, y 'Corto Maltés', de Pratt, también me marcaron desde muy joven. Pero nunca leí superhéroes, salvo 'Año Uno', 'Arkham Asylum' y 'La broma asesina'".
- ¿Consideras que tu obra hoy ha cobrado aún mayor vigencia, con el cambio climático instalado en las grandes cumbres mundiales?
"Siento que sí. Cuando comencé a crear 'Juan Buscamares', aún no acababa la Guerra Fría y el miedo a una hecatombe atómica. Recuerdo que el Mar de Aral aún existía entonces y ahora está totalmente seco. Hoy, más de veinte años después de publicarse el primer tomo, vivimos en una distopía mundial, en la que el cambio climático solo es cuestionado por seres de un egoísmo abyecto y el miedo a un desastre nuclear ha vuelto gracias a estos mismos rufianes".
- ¿Qué crees que tiene 'Juan Buscamares' que le permitió convertirse en una historia tan universal?
"Tal vez su sincretismo. La Biblia, 'El Principito', la conquista de América y los Incas, el fin del mundo, etc. Son elementos universales, aunque también el niño del Cerro el Plomo y las palabras en quechua (que están también en las ediciones de 'Juan Buscamares' en otros idiomas) son muy locales".