La íntima relación entre la literatura y el derecho
A juicio del joven profesor de derecho, Camilo Arancibia, entre libros y leyes existe un vínculo del que recién se está hablando en América Latina.
Sebastián Mejías Oyaneder - La Estrella de Valparaíso
"El derecho puede ser abordado, también, como un producto cultural", sostiene Camilo Arancibia Hurtado. Abogado porteño que, recién con su magíster defendido, ya está haciendo clases en su alma mater, en la Escuela de Derecho de la Universidad de Valparaíso. Entre los ramos que imparte, hay uno que establece una llamativa relación, más que directa, entre arte y derecho.
"Tengo una alumna que tomó el curso por pura curiosidad. Hoy día me decía: profe yo creo que el derecho y el arte son dos áreas completamente distintas", cuenta este académico, mientras pone sobre la mesa los argumentos que sostienen una relación complice entre "Derecho y Literatura".
"Innovando en la didáctica del derecho civil: la aplicación del género literario cuento en la enseñanza- aprendizaje", así se llama la tesis de magíster que defendió, hace unas semanas, en la Universidad de Chile.
Un aprendizaje pensado para los alumnos de la carrera de derecho, quienes muchas veces asumen que su dísciplina no es un producto de la creación humana, sino más bien está dada de forma estática, de una vez y para siempre.
El origen de esta tesis tiene que ver con el ramo de Derecho Civil- que se encuentra dentro de la malla curricular de cualquier escuela de derecho- y cómo es que se pueden aplicar, desde la literatura, nuevas formas de enseñarlo entre los futuros abogados.
Punto importante es que, a propósito del cuento, los estudiantes lleguen a profundizar en ciertos elementos de las ciencias jurídicas. "Derecho y Literatura no es un ramo que se me ocurrió a mí. Tiene una tradición de más de cincuenta años en Estados Unidos y en Europa también tiene mucha fuerza", cuenta el académico.
Derecho y literatura
Hay un área, dentro del mundo de las leyes, que se encarga exclusivamente de las relaciones entre los particulares. Es el Derecho Civol en donde se abordan materias que tienen que ver con la persona, familias, bienes, responsabilidad y la cuestión sucesoria, entre otras.
De ahí los lazos que establezca con la literatura, pueden ser varios y variados. El primero es el más simple de todos ellos y está dado por la realización literaria de los abogados. Asegura Camilo Arancibia que Franz Kafka es el más conocido entre todos ellos, sobre todo por su novela "El proceso", obligada para cualquiera que desee introducirse en el mundo de las leyes.
"Pero de ahí también está García Márquez, Vargas Llosa o Fiódor Dostoyevski, quienes alguna vez estudiaron derecho, más que nada porque en sus tiempos era una de las pocas carreras humanistas que existía", afirma.
La otra relación entre literatura y leyes es más bien de tipo blando, como le llaman por ahí. Nos encontramos con ésta, cuando algún escritor trabaja, sin ser experto, la cuestión del derecho en su propia obra, como hizo Manuel Rojas en su clásico Hijo de Ladrón.
"Después es cuando la cosa se pone un poco más enjundiosa", dice Camilo Arancibia, debido a que algunos investigadores detectaron, por ahora, al menos tres tipos de relaciones entre leyes y libros.
"Derecho de la literatura", en primer lugar, para dar cuenta de la legalidad que existe a la hora de crear una obra, libertad de expresión, censura o copyright; "Derecho como literatura", o la interpretación de los textos jurídicos como si fueran una obra literaria; Y "Derecho en la literatura", que es lo que atrae a Camilo Arancibia, y que se refiere a los aportes que la literatura podría hacer en el mundo del derecho.
Lecciones del cuento
Como además hace clases de Derecho Civíl, este profe incorpora, como herramienta de aprendizaje, el cuento."Debido al poco tiempo que se tiene en un semestre, planteo en mi tesis de magíster que el cuento es una buena alternativa, breve y profunda, para que el estudiante pueda sacar el máximo provecho de las clases", asegura.
¿Por qué la literatura y el derecho? Porque tiene un componente de tipo emotivo, lo que facilita permear al abogado para que, así, se pueda encontrar con eso de las "emociones racionales", como las llama una investigadora del derecho.
Aprovechar ese primer impacto que uno tiene al leer un buen libro y transformarlo, más tarde, en buenas razones que nos permitan plantearnos de mejor forma, ante los asuntos comunes. "Eso facilita una mayor comprensión del fenómeno jurídico como fenómeno cultural", recalca Arancibia.
El matrimonio es un ejemplo contundente, según Arancibia, de lo limitados que terminan siendo los textos jurídicos a la hora de tratar estos temas. "Si nos quedamos con lo que dice ahí, tendríamos que obviar otras formas de comprender el matrimonio. Pero resulta que la realidad es mucho más amplia", plantea.