Sin ninguna consideración humana, el Gobierno de Bachelet y los Tribunales de Justicia encarcelaron por diez años en Punta Peuco al veterano General Orozco, por supuestos dos crímenes que ni él cometió y por los cuales le hicieron valer la responsabilidad de mando. Por otra parte, la Concertación antecesor de la Nueva Mayoría, dio asilo político y mantuvo hasta su muerte, como un príncipe y en una mansión del barrio alto, a uno de los más grandes violadores de los Derechos Humanos del mundo, Erich Honecker, quien fuera el presidente de la ex RDA y declarado culpable por el Estado alemán, de miles de detenidos, torturados, ejecutados y desaparecidos políticos.
Este es un ejemplo más, del doble estándar que existe en Chile, en materia de Derechos Humanos, donde se sobrepasan los límites éticos legales, con un descaro sin nombre por venganza y con fines de lucro.
Casa Italia
Que la Casa Italia ubicada en Viña del Mar, sea o no declarada Monumento Histórico (MH), o que si lo es, sea desafectada, no es nada nuevo ni extraño. En la historia contemporánea el patrimonio arquitectónico ha tenido otros antecedentes de destrucción. En Valparaíso ya vivimos algo similar con la declaratoria a MH del desaparecido Edificio de la Compañia de Tabacos de Chile que una vez que fue declarado como monumento, fue eliminado de la lista por razones que se esgrimieron en la época, y dando paso a su demolición para levantar un par de murallones justo al lado del Hospital Carlos Van Buren menguando la calidad de vida de los pacientes y funcionarios del recinto. Es ahí donde muchos se preguntarán entonces: ¿qué sentido tiene ser monumento?. Veamos unos ejemplos en nuestro puerto. La abandonada tornamesa ferroviaria, el reloj Barón, las iglesias San Francisco y Doce Apóstoles.
Jaime Manuel Ojeda Torrent.
Lautaro Triviño