Hijos del dios Anubis: el secreto mundo de las carreras de galgos
A poco más de una hora del centro de Valparaíso, en Casablanca, está uno de los canódromos más visitados por los galgueros de la región. Los apasionados por la actividad, que se ha mantenido oculta, cada día van en aumento.
Sebastián Mejías Oyaneder - La Estrella de Valparaíso
Más de una hora me demoré en llegar a Casablanca, por donde está la Viña Indómita, tratando de encontrar una de las tantas pistas donde los galgos se desbocan. Verdaderas joyas de la naturaleza, a veces millonarias, criadas para correr y dar placer a sus amantes.
Allá por alguna razón nadie sabe nada sobre este deporte, siempre hay alguien más con experiencia, que puede contar cómo es que funciona la cosa. "A ese le dicen 'Fernandora' y sabe mucho, pero es callado y muy humilde. No aparenta toda la plata que tiene", me decían los viejos más huasos, varios de ellos nacidos y criados en los campos de Melipilla, Curacaví y Requinoa.
Para este reportaje me costó pillar un canódromo- ese es su nombre oficial- ante el miedo que tenían, algunos, por salir de su rincón oculto y muy poco conocido para muchos.
Ahí está, precisamente, el atractivo de esta amateur y cara actividad. Ya sabemos del boxeo y la hípica, incluso de las carreras a la chilena, y todo ese entusiasmo que provoca en muchos que han nacido para sentir por el deporte, pero nada sabemos sobre las carreras de perros.
"Hola doña Alejandra ¿Ya empezó la cosa o es muy tarde?", pregunté varias veces antes de llegar donde estaba la dueña de la pista, Alejandra Arriagada, cuando el reloj marcaba pasadas las 14.30 horas. Pero nada de acción todavía. Aún se estaban arreglando los últimos detalles para correr un nuevo programa, en beneficio del "Charrito", galguero de trayectoria que, por estos días, anda mal de la tiroide.
Eso fue lo que motivó a Alejandra a contar más sobre su pequeño recinto. A ver si se alejan, de una vez por todas, los perritos de carrera de esa imagen ilegal, un poco turbia, llena de apuestas y peleas por plata.
"Hablen con este periodista y díganle que acá somos una familia. No como en Santiago, donde hasta pistolas he visto, todo por un poco más de ganancia", decía, mientras alistaba el quincho, con puras cosas ricas para comer, consomé, almuerzos, choripanes, cervezas y vinos, ¿qué mejor?.
Pasadas las 15.00 horas de la tarde ya habían entrado varias camionetas, muchas de lujo, cargadas de grandes jaulas que en su interior cobijaban a unos animales ancestrales y parecidos al dios egipcio de la muerte, de nombre Anubis.
La mayoría dando cuenta de una estampa refinada, propia de una mascota real, de colores inimaginables, con un hocico perfectamente construido, punteagudo, y unos músculos entrenados a pulso, para la caza de zorros, conejos y, también, para correr furiosos en una pista hasta capturar su presa.
Pedigrí de campeones
10.68 segundos es el rércord que el galgo argentino más rápido de la historia, Adriano, tiene para los 200 mts. En nuestros canódromos no se llega a ese nivel todavía, pero se avanza por medio de buenas líneas sanguíneas, provenientes de Argentina e Irlanda.
Los que gustan de los galgos como deporte, sin importar la plata que valgan o se apueste, conocen cada detalle que se debe tomar en cuenta a la hora de competir con otros perros.
Alejandra Arriagada es de esas personas. Han pasado cinco años desde que se hizo con el Canódromo Casablanca, en un terreno rentado, y ya se ha hecho bien conocida, sobre todo por el buen ambiente que se respira en su pista.
Cuenta que la Watt's es la cancha más importante de Chile - así se llama porque queda justo a un costado de la fábrica de alimentos con el mismo nombre- donde se disputan los más grandes premios, en cuanto a prestigio y plata invertida. Por allá, eso sí, corren hasta diez perros por carrera, "donde lo único que importa es la plata".
"Yuliano Jara, ese de lentes oscuros y chupalla, le puede contar más cosas que yo", insiste Alejandra, pues debe seguir con su labor en el quincho. Justo en frente está él, acompañado de un compadre galguero y pendiente de su regalón, el Euro.
De Melipilla se fue a pasar el domingo a Casablanca, a ver si sus animales estiraban un poco las patas en un enfrentamiento. Son ocho buenos galgos, que él mismo crió en su campo, a los que cuida como verdaderos reyes.
"Entre quinientos y seicientos mil pesos invierto, cada mes, por mantenerlos bien. Para mi esto no es plata, es un deporte, en el que más son las pérdidas que las ganancias", sostiene Jara. Hay otros que, en cambio, se gastan su fortuna en esto, llegando a pagar más de veinte millones por un perro que no tiene un destino claro: Te pueden regalar un galgo tan bueno, que podría llegar a ser campeón nacional.
"¿Te acorday de 'El mesías'?, ese ha sido uno de mis regalones", preguntaba Yuliano Jara a su compañero de andanzas. Más de treinta años metidos entre las patas de los perros pero, apunta, es un tal Fernandora el que más sabe.
La pasión de fernando
Fernando Jiménez se llama ese al que todos le dicen "Fernandora". Hombre sereno, amante del campo y los animales, dice ser uno de los pioneros, en Curacaví, de las carreras de galgos.
Bien dateado estaba entonces, cuando me decían que Fernandora se ganó el campeonato nacional de 2001 con su querido "Perejil", allá en su Requinoa natal, donde hace cuarenta y dos años se acercó, por primera vez, a todo esto.
Ha pasado el tiempo y lo que ve es que cada día que pasa, hay más galgueros en nuestro país. Sangres nuevas que cruzan el mundo desde Irlanda, por ejemplo, para engrandecer el linaje de los animales de acá.
Con mucho cariño se refiere al "Adrianito" como el mejor pedigrí que ha pasado por nuestro país, proveniente de Norteamérica. "En Argentina ganó varias veces, como cinco, la copa nacional. Después se vino a Chile a correr en la Watt's, y ganó también", recuerda.
Este día para Fernandora es muy especial en beneficio de su amigo el "charrito" que ha estado en todos lados con él, en las buenas y en las malas. ¿Quién no me conoce acá?, me pregunta. Esa es la razón por la que a su señora no le gusta que tenga perros y que se junte con sus amigos todos los miércoles a entrenar y pasarlo bien un rato.
"Ella quiere matarme a los perros, porque prefiero salir a las carreras antes que con ella, por ahí a pasear. Pero igual la saco, a correr claro, por todo Chile. Hasta a Argentina hemos ido a un desafío que tuvo mi regalón 'Chuchugua', el mejor de todos los que he tenido", recalca.
¿es usted animalista?
El crepúsculo de la tarde se aparecía por Casablanca y los viejos- jóvenes también- galgueros se comenzaban a despedir de la pista hasta un par de domingos más. Un gusto haber estado con ellos, "pero amigo, dígame una cosa ¿Es usted animalista?".
Inmediatamente tuve la intuición de que, en parte, algo de rencor sienten hacia los animalistas, quienes ven este deporte como un acto de crueldad extremo, a la manera de los toros, el rodeo, o las prohibidas peleas de gallos.
Pero no, ellos no creen que sea así. De hecho uno muy joven me decía que los galgos, históricamente, fueron hechos para correr libremente, sin que nadie les pegue o con las espuelas encima, y así es cómo pasa en Canódromo Casablanca.
Pese a todo, algunos animalistas insisten: "No queremos más galgódromos en Chile", tal como pasó en Argentina a fines del año pasado, cuando se cerraron todas las pistas. Décadas de buena crianza y linaje, exportados en nuestro país, perdidas por las manifestaciones en contra.
Puede que se hayan quedado con esa imagen de Los Simpsons, cuando recogen un perro del canódromo, al que su dueño le había pegado, luego de fracasar en cancha. Si eso pasara aquí, dijeron varios, capaz que entre todos le peguemos al golpeador, porque a estas nobles bestias se las quiere como a un hijo, con el alma.