Con drones sigue intensa búsqueda de "Lizzy"
Mochila y chaqueta de Lissete Ahonzo fueron encontradas en el sector faro Punta de Ángeles, Playa Ancha, donde la estudiante se perdió el lunes pasado
Un dron sobrevuela el área. Luego se suma un segundo aparato. Tienen misión, de las 14 a 18 horas: hacer seguimiento, grabaciones y fotografías con una cámara réflex a punta de zoom sobre un área agreste. De difícil acceso, con roqueríos y marejadillas que generan espumas en el borde costero que hace imposible la presencia de buzos. Por ella.
El lunes 10 de julio, Lissete Stefhanie Ahonzo Caignard, salió a mediodía de Placilla, donde vive, rumbo a su casa de estudios, la UPLA. Pero algo pasó en el trayecto: desapareció sin dejar rastros.
Desde entonces, ya son cuatro días, el rostro de esta joven de 19 años -aunque aparenta menor edad- de 1.63 de altura, contextura fina, tez blanca, pelo corto con chasquilla y que vestía una chaqueta fucsia, jeans oscuros y gorro de lana amarillo, es foco de atención.
Precisamente en el mirador ubicado al frente en el faro de Punta de Ángeles, una multitud se congrega. Y con ellos los testimonios al hallazgo. Valentina Sepúlveda conoce a la Lizzy, como cariñosamente la llama, desde los nueve años, cuando llegó a Placilla, en 2008. Además, cuenta, es muy amiga de las dos hermanas de Lissete, "Yayita" y la Jennifer.
Para Valentina, su amiga es tranquila, aunque tímida. Sin embargo, las novelas juveniles, son cómplices en sus gustos. "Ella es amorosa, suavecita. Estamos en shock. Nunca pensé que podría pasarle algo así", dice preocupada, mientras su madre, Ada Rojas, lamenta lo sucedido no sin antes presentarnos al padre de la joven desaparecida que estudia arte.
Hay Esperanza
Juan Ahonzo, papá de Lizzy, mira al Pacífico desconcertado. Ese día lunes, de tanto esperar, fue al paradero donde Lizzy se bajaba en Placilla. Pasaron las horas. Hasta que la última micro, a eso de las 12 de la noche, asomó sin pasajeros a bordo. De allí, la alarma. Nunca se había extraviado por tantas horas. Salió junto a su esposa, Georgette Caignard, rumbo a la UPLA, pero estaba cerrada.
De allí a los alrededores, la denuncia en la tenencia de Placilla y la incertidumbre del hoy. "Sufría ataque de pánico: estuvo en tratamiento pero se le había quitado, aunque después de reprobar un ramo, se le volvió a activar. Sí, estaba estresada en la universidad. Casi no descansaba", recuerda compungido Juan Ahonzo.
Al borde del acantilado, Claudio Rojas Barceló, cuarto comandante del Cuerpo de Bomberos de Valparaíso, dice que han recorrido desde el sector de la Piedra Feliz hacia el sur para constatar evidencias y localizar partes del vestuario que afirmen la hipótesis de que la joven está acá. Cámaras instaladas por la Armada en el sector revelan los últimos pasos que se tiene de Lizzy. El comandante bomberil detalla: "Ella ingresa a las 19:30 el día lunes por el sector de playa Las Torpederas, pero no hay una imagen que clarifique que haya salido por alguna parte del sector. Eso se refuerza con el hallazgo de su mochila en las rocas y una chaqueta de vestir reconocida por sus padres".
Lidia Zuleta es compañera de carrera. Está por colgar un lienzo y poner más globos en el mirador. "Que se enteren lo que sucede con Lizzy. A las 12 AM de hoy convocamos a una asamblea en la Upla".