Guillermo Ávila N.
Durante la mañana del lunes pasado, un hecho eclipsaba la agenda noticiosa de los medios: un niño de 14 años, el cual ya se había fugado otras seis veces, y que fue visto por última vez hace más de un mes por Concón, aún se encuentra extraviado.
Durante la noche del lunes pasado, otro hecho también eclipsaba la agenda noticiosa de los medios: esta vez, una niña de diez años, estuvo cerca de dos horas atrapada en un muro de contención cuando intentaba, junto a un grupo de tres menores, dejar atrás un lugar. Uno que supone, como misión, la promoción, protección y restitución de derechos de niños, niñas y adolescentes vulnerados/as, así como a la responsabilidad y reinserción social de los adolescentes infractores/as de ley, a través de programas ejecutados directamente o por organismos colaboradores del servicio.
Ese mismo lugar, que tiene en común registrar a estos dos casos antes nombrados, es el Centro Cread (Centro de Reparación Especializada de Atención Directa) del Sename, ubicado en Playa Ancha, foco mediático.
Un lugar donde, en marzo pasado, se destituyeron a cuatro educadores debido a maltratos a los niños en dicho recinto porteño.
Niños en fuga
Es la mañana del martes 11 de julio. En ese muro de casi tres metros de alto donde horas antes estuvo atascada aquella menor que obligó la atención a su rescate del Cuerpo de Bomberos de Valparaíso, aún quedan rastros de escombros bajo la enorme grieta. Un agujero que da cuenta de algo más: fugas. Huidas que no son nuevas. Que llevan décadas.
Como la que le tocó presenciar antenoche a Patricio Valenzuela, que vive junto a su familia en una casa de dos pisos, en calle Alcalde Barrios, casi en línea con el Centro del Sename. "He visto movimiento al frente".
A lo que se refiere Valenzuela es a las constantes escapadas de menores desde el Cread. Pero antenoche, un grito en particular, llamó su atención, algo que en sus más de dos años de residencia en el sector, no le había tocado escuchar. "Me asomé al segundo piso de mi residencia. Vi que habían escaleras de bomberos sobre la reja del Centro. Después sacaron una máquina para cortar dicha reja. Escuché los gritos de esa niña: estaba atrapada en el muro. Tras cortar esa reja, lograron llevar a la niña en ambulancia hasta el hospital". También recuerda que llegó mucho contingente de Carabineros y ambulancias. "Es primera vez que queda una niña atrapada". Pero sí, Patricio Valenzuela ha visto a otras niñas que se pasean en la parte alta de la reja... en la búsqueda por el dónde salir. "Es frecuente ver eso. También donde termina el muro de cemento: allí suben". Pero aclara: "Entran y salen por ahí niños, no niñas, a plena luz del día".
Los Pizarro al ojo
Una vecina emblemática del área, era que no, es la madre del futbolista David Pizarro, doña María Elena Cortez. Asomada detrás de una ventana, nos comenta, al frente mismo del muro donde estuvo atrapada la niña, que esto fue un horror. "¡Es una niñita de 10 años! Como pueden decir los directores que nadie se escapa". Y agrega: "Estamos frustrados por estos hechos que ocurren casi todos los días. ¡Yo vivo al lado!", dice la madre de David Pizarro desde su casa que ha sido presa de varios robos. De vuelta al tema Sename, ahora con la cruz de la fe puesta en la Evangélica, su credo, acota que le angustia como madre ser testigo visual de estos episodios de escape. "Nuestra iglesia Evangélica iba a visitar a esos niños. Pero de un día para otro, lo cerraron, cuando lo único que nos importa es el bien de esos niños del Sename".
Dos cuadras hacia arriba, por calle Lautaro, Boris Segovia, lleva 43 años radicado acá. Lo de las fugas, desde que tiene uso de razón -independiente de las causales, dice-, resulta habitual en los niños. "Los he visto descolgándose por muros, rejas. Uno no se mete, pero a veces se da aviso; si se tiene algún conocido. Después suele suceder que esos niños vuelven solos".
Debido a la sobreexposición del tema, Segovia reconoce que cualquier cosa que suceda en ese Centro va a ser relevante. Tanto como aquellas escabullidas que detecta de estos niños desde el Cread en uniforme -aunque la mayoría sí va a los colegios, aclara- eso antes de dejar a su hija, también colegiala. Profundiza: "En el pabellón de hombres como mujeres, las huidas son constantes. Los niños se descuelgan de las rejas y salen para tomar locomoción: a veces se van a Las Torpederas o incluso se aprecia a algún hermano o amigo en la espera de ellos", concluye Segovia pensativo.