'Guille' y yo: el reencuentro feliz de un poodle y su amo
Para Claudio, con capacidades especiales, su pequeña mascota canina lo es todo. Compañero fiel, el que se perdiera, puso en alerta a su familia.
Para algunos, de esos sindicados como insensibles, las mascotas pueden llegar a convertirse en un cacho. Aún más, dejan tirados a los animalitos a su suerte en alguna orilla de la carretera a riesgo de atropello. Lejos del domicilio y con premeditación: evitar que el fino instinto, por ejemplo de un perro, lo lleve de retorno a su hogar.
Para fortuna, si lo hay, esta historia es lo opuesto. La vida de "Guille", un perrito poodle de dos años y medio de edad, es emotiva a la par que inspiradora. Blanco y melenudo como una pequeña oveja, estos canes que durante el siglo XV se los consideraban de uso exclusivo de aristócratas y nobles, hoy están más al alcance: son cercanos, entrañables, fieles. Y buenos compañeros.
Al menos así lo siente Claudio Ovalle Segovia, de 33 años, que sufre de parálisis cerebral de nacimiento y para quien Guille o "Pollito", como cariñosamente apoda al cachorro, lo es todo. Una historia que se forjó gracias a la hermana de Claudio, llamada Rouse Mery Quiroz, quien se lo regaló tras leer por Facebook un anuncio por Guille.
Tarde de perro
Ya con el cachupín en casa, la felicidad fue total en la familia de Claudio en la Población Vista al Mar, en Concón. "Todos aquí amamos al Guille", revela la madre de Claudio, Cecilia Segovia, para quien, el domingo 9 de julio, a eso de las 14 horas, todo se fue a negro. Bastó que ella dejara suelto, sin su correa a la mascota que antes siempre sacaba a pasear para que además realizara sus necesidades, "amarrado -con cadena- pero que", por una funa en las redes sociales donde expusieron la imagen en cuestión, cuenta Cecilia Segovia al agobio, optó por dejar libre a los paseos y necesidades al regalón de la familia. El poodle.
"Ese día se extravió Guille. Lo hemos pasado mal. Esa tarde tenía que viajar a Santiago para cuidar a mi padre de 88 años, pero me quedé hasta la medianoche en su búsqueda por todo Concón". Y no fue todo, agrega sensible: "Claudio, mi hijo, no paraba de gritar de dolor".
Pasaron dos días, y "nada de Guille, todos estamos saltones", ahora relata un vecino, don Eduardo Cofré, acerca de aquel perro de la colita cortada, que porta un collar lila alrededor del cuello, gordito por su abundante pelaje y que posee una lagrimita rojiza bajo su ojo izquierdo. "Tememos que lo atropellaran o perdido", vuelve y reitera la angustiada madre de Claudio, quien no encuentra consuelo.
Pero esta historia tuvo un vuelco, como las gracias de Guille. Ayer martes, tipo 16 horas, Edith González, con domicilio en Quillota y a través de redes sociales (mismas que provocaron dolor de cabeza a doña Cecilia), supo que el perro que recogió sin rumbo, allá por la rotonda de Concón la tarde del domingo 9 de julio, que luego trasladaría a su hogar y que llevaría al veterinario, era el querido Guille, yunta de Claudio.
Por eso, que el encuentro en un supermercado de Quillota por el hallazgo del perrito tuviera un final feliz... logra, como luego hará Guille con Claudio, un lengüetazo de afecto puro.
Cariño animal
Que Nietzsche, el filósofo, al final de su vida perdiera la razón, no impidió un acto de amor. Un día, en una calle de Turín, fue testigo de cómo un cochero azotaba a su caballo: el alemán se abalanzó sobre el cuello del animal y rompió a llorar preso de la angustia. Se lo llevaron: no volvió a pronunciar una palabra el resto de su vida. Estudios del Ministerio de Salud e investigaciones del Colegio de Médicos Veterinarios y organizaciones de protección animal (publicado por la UV), calculan en 110 mil en la Comunidad de Valparaíso, la mitad de los cuales circula en el plan y cerros (20 mil canes en total abandono).