La máquina del tiempo que lo lleva al pasado de la medicina
Mientras el hospital Carlos van Buren se esfuerza por contar con tecnología de punta, en dos espacios del recinto se rescata la memoria con antiguos libros de autopsias, extraños instrumentos y un particular mobiliario.
En la esquina de Hontaneda con subida El Litre, en pleno barrio El Almendral, pocos notan que están ante un edificio a punto de cumplir cien años. Hoy está adornado con los vivos colores de un mural, muy alejado de cómo era en sus inicios, cuando ahí funcionaba el Instituto de Anatomía Patológica, popularmente conocido como la morgue, donde el ambiente era mucho más lúgubre y triste.
Del inmueble de aquellos años hoy queda sólo una oficina casi testimonial -con la baldosa y letreros originales-, que cuenta con resguardo patrimonial. La modernidad y la necesidad de extender la Unidad de Oncología obligaron a echar abajo el resto de sus dependencias.
En ese pequeño pero rico lugar -alberga una gran cantidad de tesoros- está instalada Myriam Castillo Véjar, la responsable de la Biblioteca y Patrimonio Cultural de la Salud, dependiente del Van Buren. Con mucha pasión y perseverancia ha logrado reunir valiosas joyas para la medicina local, como libros de autopsias y de inscripción de nacimientos; instrumental médico, muebles y todo tipo de aparatos utilizados para tratar a los enfermos a principios del siglo XX y que formaron parte del inventario del mismo Carlos van Buren y del desaparecido Hospital Enrique Deformes, que tanta nostalgia todavía genera en los porteños.
El recorrido
Ingresar por la puerta de la antigua morgue, construida en 1918 por Carlos van Buren, es retroceder al pasado. En la oficina de Myriam conviven antiguos estantes con libros de medicina, catálogos y carpetas que resguardan ese papel o fotografía que merecen un lugar especial en la memoria del hospital y de la ciudad.
La anfitriona, con fotos en mano, muestra el lugar donde antes estuvo la mesa de las autopsias, el lavadero o el lugar donde los médicos guardaban aquel órgano que valía la pena mostrar a los estudiantes. Dicha morgue funcionó hasta el 2003, año en que cambió la norma. "Actualmente sólo se hace una autopsia en el hospital al menos que lo requiera un familiar que tiene dudas de la causa de muerte de su ser querido", explicó Myriam.
Con orgullo esta asistente de bibliotecaria, con 30 años de experiencia en el hospital, muestra los libros con las autopsias realizadas por el ex presidente Salvador Allende entre los años 1936 y 1937. En una entrevista que se puede ver en el documental "Allende, de Valparaíso al mundo" de Luis Vera, el mismo doctor lo recuerda: "Yo hice 1.500 autopsias en esa esquina". Eso sí sólo existe registro de la mitad, ya que se perdió uno de los tomos con sus evaluaciones.
La ficha de cada muerto cuenta con el diagnóstico del médico que lo trató y la posible causa de muerte, lo que luego es detallado o refutado por el patólogo, en este caso es Salvador Allende quien escribe y hace correcciones a máquina. Cada ficha puede tener hasta tres hojas, dependiendo de la complejidad del mal y se puede leer hasta el peso de las vísceras.
Y ojo, que para revisar estas hojas es necesario ponerse guantes. Todo para evitar que aquellos valiosos escritos se dañen. "A través de estas páginas tú te puedas enterar de los oficios que se ejercían en la ciudad (se leen obreros, cargadores, panaderos) y además vas construyendo un relato a partir de qué fallecía la gente", destaca la bibliotecaria.
En esta misma sala, Myriam Castillo tiene un amplio banco de fotos que muestran cómo eran el hospital Deformes y el mismo Van Buren, cuando el acceso estaba en calle Colón y no existían las actuales torres ni los estacionamientos.
El museo
El recorrido por la memoria del hospital continúa por un pasillo que está por la parte trasera de Oncología. Pasa por el ascensor (declarado Monumento Histórico, pero fuera de servicio), la denominada "meseta" (donde hay una especie de hostal para familiares de niños hospitalizados), hasta llegar al edificio ubicado al final de calle San Ignacio que data de 1930 y donde en un momento vivieron 27 Hermanas de la Caridad, quienes durante el día trabajaban en las distintas unidades del hospital.
Por falta de vocación, hace tres años esta congregación dejó dicha casa habitación y hace un año y medio alberga el Museo del recinto.
"Somos el hospital más antiguo de la ciudad, lo fundaron en 1772 y ahora todos los objetos antiguos los tenemos en el primer piso de esa casa habitación y los archivos los tenemos en otro lugar. El museo está configurado con objetos que se recibieron del hospital Deformes y el resto lo hemos hecho nosotros con lo encontrando desde 15 años hacia atrás", comenta Myriam Castillo.
En su afán por resaltar esta memoria en salud, la investigadora no se queda sólo en los objetos propios de la red de hospitales. Su búsqueda es constante y si tiene que ir a una casa particular a buscar algo, lo hace. Así fue que rescató un sillón ginecológico de principios de siglo y cuya estructura disimula el uso que realmente tenía. Un doctor jubilado quiso donarlo a este museo.
"Es un goteo constante, que se da de baja un mueble, un mobiliario, un objeto, la jeringa que alguien encontró en un cajón. Lo que hay acá es lo más sólido que hemos podido formar, ha sido una constante no bajar los brazos. Soy una investigadora, una insidiosa, amo lo que hago", reconoce la funcionaria.
La casa comunidad se encuentra a un costado de la capilla El Carmen, ambas declaradas Monumento Histórico el año 2003, por tanto por ley deben abrir dichas dependencias para el Día Nacional del Patrimonio que se celebra este domingo 28 de mayo. La pequeña iglesia hoy está a cargo de la comunidad de la parroquia Medalla Milagrosa, los que organizan liturgias y misas.
La historia de aquel lugar -que llama la atención de las personas que van al hospital por San Ignacio- es muy potente. Tras el mega incendio que afectó a Valparaíso el 2014, un número importante de funcionarios que resultaron damnificados se instalaron con sus familias ahí. En la puerta de cada sala estaba escrito el nombre de cada una y el primer piso lo habilitaron como casino.
Luego llegó Myriam con sus objetos del pasado donde se encuentran antiguas máquinas para realizar escáners, radiógrafos, jeringas de vidrio, "pulmones" para niños y herramientas de complejo diseño para perforar el cráneo en caso de coágulos internos.
Para conocer este espacio se debe solicitar visitas guiadas. En los últimos días recibió la visita de un grupo de alumnos de técnico en enfermería del Instituto Duoc que quedaron maravillados con un set de anticonceptivos intra uterinos, hoy obsoletos.
Incluso hay obras de arte, como una de Jim Mendoza, el pintor de brocha gorda, funcionario del hospital Deformes, que tenía un talento superior. Dicho cuadro está a la espera de $1 millón 700 mil para su restauración.