El exceso y reasignación de los voluntarios marcó el Censo 2017
La Estrella hizo un recorrido por distintos puntos del Puerto tras la huella de la radiografía del Chile de hoy. Desde censistas varados, los locales en pleno funcionamiento y migrantes encuestados, la jornada fue inolvidable.
Guillermo Ávila N. - La Estrella de Valparaíso
Pasadas las 10 de la mañana de ayer miércoles 19 de abril, la fotografía definitiva para lo que sería el conteo del anhelado cuántos somos, en el centro de Valparaíso, lucía, más bien, algo desenfocada.
En la entrada del liceo Eduardo De la Barra, un grupo de censistas que alcanzaban las 12 personas, no daba crédito a su realidad: seguían varados en la vereda con la mirada perdida. Y una de esas, Cristina Muñoz, alumna del cuarto medio de dicho centro estudiantil, tomó la vocería en onda pie de guerra: "Vinimos con toda la disposición a censar, hicimos todas las capacitaciones, pero nos tienen hace rato moviéndonos en una van (con otros 15 censistas) de un lugar a otro".
A su lado, los demás censistas corroboraban con fastidio. Muñoz arremetía: "Quiero dejar en constancia que nuestra directora no mandó a todos los alumnos, eso porque puso gente ajena a los estudiantes para censar".
En un rincón, Orlando Fuentes, jefe de operaciones del Instituto Nacional de Estadísticas (INE), reconocía ciertos inconvenientes. "El despliegue del INE convocó a mucha gente, quizás más de lo que se necesitaba. Pero eso, a su vez, da muestra de la buena voluntad de la población", vio con vaso medio lleno.
Lo cierto es que en gran parte de Valparaíso -a diferencia de los casi mil centros operativos de censo en toda la región-, estaban, los locales, con más del 100% de los voluntarios requeridos. Por ejemplo, en el cerro Las Cañas se reasignaba -o enviaban a su domicilio- a más de 100 personas a otros puntos. Y eran casi las 11 AM.
Algo que con el correr de las horas, tanto Gabriel Aldoney, intendente de Valparaíso, como Mauricio Serrano, director regional del INE, consideraban que un proceso de esta envergadura, "tiene que tener algunos afinamientos o ajustes sobre la marcha".
De vuelta al liceo Eduardo De La Barra, Javier Pardo, a sus 35 años, es voluntario por primera vez. Dos cosas lo motivaron para aplanar calles a la encuesta: tratar de aportar con el país y el tema del dinero. Y una crítica. "Esto está mal organizado. Hice la capacitación en el Liceo Bicentenario. Pero estoy acá desde las ocho y todo está copado. Hay un problema con la organización. Parece que nos van a enviar a Viña", dijo serio.
A unos metros, Franco González, de Valparaíso, salió a las siete de la mañana desde su hogar y aún no censa. Puede que le toque ser supervisor. "Eso me lo dijo el encargado del local. Está desorganizado, pero se debe a la recepción que tuvo el censo, algo que es bueno. Ahora me mandarán a Viña del Mar".
Al respecto, ya en la Intendencia porteña, Mauricio Serrano del INE replicaba: "El problema que se produjo es más bien positivo: llegaron mucha más personas de lo planificado. Eso significa que hemos tenido que realizar reasignaciones por la gran cantidad de voluntarios".
Puertas Negras
Vienen de arrancar... pero de las cabras en estado salvaje que salieron a su paso, en vez de los perros. Andan en pareja en la zona devastada por el siniestro del 2 de enero. En la vereda, revisan dos preguntas de observación en el formulario. Su conclusión: éste lugar está desocupado y no hay moradores.
Les tocó el bongo 18, la única supuesta casa, donde sólo se avistan pilares y cimientos de madera, ubicada en diagonal, en el pasaje toma Los Marinos, sector alto de Playa Ancha.
Francisca Tognio es de Placeres, estudia pedagogía en educación básica en la UPLA. Su primera experiencia al censo ha sido compleja. "Difícil. Tuvimos que bajar para ver en terreno una a una a las casas... lo único que vimos fueron cabras".
Carlos Silva, estudiante de enfermería de la UPLA -en un sector que el 90% de los censistas correspondían a esa casa de estudios universitario-, añadía: "No fue mucho el trabajo que hicimos, sólo tuvimos que censar una casa, las otras 18 que quedaban, estaban todas siniestradas, no existía nada. Nos tocó la parte triste del censo".
Más atrás, Jean Pierre Francois, profesor de geografía de la UPLA. Como funcionario público, aclara que acá está a cargo de un grupo de 12 personas, donde todos trabajan en pareja para cubrir seis sectores con un total de 18 casas por grupo. "La realidad supera lo estipulado: según el plano, hay un sector complejo de 18 vivienda pero en el cual hay más de 30 casas. Un sector que fue afectado por el incendio donde la reconstrucción no ha ocurrido". Y su queja: "Este censo no está diseñado para sectores que han sufrido incendios".
Ana Vega vive en la casa número 5 abajo en Los Marinos, una que se quemó íntegramente. Ahora aloja en una pieza junto a su marido Tomás Figueroa, en una "casita" que le pasó la Junta de Vecinos de Puertas Negras. "Por el momento estoy bien. Pero no sé si me van a censar, no tengo idea".
Migrantes al censo
Bijoux Doudline es oriunda de Puerto Príncipe, Haití. Sola, en un entorno donde además habitan colombianos, venezolanos, argentinos, indios, ella está sentada contestando el cuestionario frente a la supervisora, Ingrid Ponce, quien deberá censar a cerca de 40 inmigrantes que a esta hora de la tarde se encuentran en la Parroquia Corazón de María.
A Doudline, que lleva siete meses en Valparaíso, el censo le parece muy bien, como a su mentor a la fe y refugio acá, Pedro Nahuelcura, párroco del Corazón de María y director de la pastoral de Migraciones. Esta casa de acogida, en la planta baja cobija a 38 varones y en la parte superior a 16 mujeres. Todos extranjeros. Por eso la importancia, a su juicio, de este censo. "Como Iglesia nos hacemos parte de esta jornada. Una herramienta para disponer de cifras exactas para dar la ayuda necesaria; saber cuántos migrantes han ingresado al país y cómo se han ido estabilizando".
Abel Gallardo, seremi de Desarrollo Social, dio pulso sobre este censo: "Ser más inclusivo en temas de migración: saber cuántos son en la Región de Valparaíso, un dato que no tenemos o es antiguo". A su lado, Ángel Cerpa, venezolano, está recién llegado. Allá en su patria, dice, esta actividad se realiza cada 10 años. Para él, el censo chileno resulta inclusivo, "y no discrimina".