Conozca los sandwiches que la llevan en el Wall Street porteño
Desde los sabores clásicos hasta los productos gourmet. La variedad de sandwiches es amplia y da para todos los gustos. Sus vendedores a diario se esfuerzan llevar el pan a la calle y no dejar a peatón alguno con hambre.
Gian Perfetti Cornejo - La Estrella de Valparaíso
Son los encargados de alimentar a los apurados peatones que cruzan a diario las calles del sector financiero de Valparaíso. Se instalan en las esquinas de mayor afluencia, o frente a importantes edificios de la zona, como el Registro Civil y el Consejo Nacional de la Cultura y las Artes.
Desde muy temprano por la mañana, los vendedores de sandwiches trabajan en plena vía pública para aplacar el hambre de oficinistas, escolares, universitarios, turistas, y personas que estén haciendo trámites en el Wall Street porteño.
A veces deben enfrentar las adversidades del clima. Otras veces dependen de la cantidad de gente que llegue hasta sus puestos. Pese a que el día a día puede ser incierto para ellos, algunos llevan varios años en el rubro, y han aprendido a convivir con esta situación.
Las variedades de sandwiches que ponen a disposición de los clientes son múltiples: desde el tipo de pan hasta el relleno puede cambiar en cada esquina. Algunos se aseguran con los sabores clásicos, otros buscan innovar con productos distintos. Cada vendedor pone a prueba el dicho "en la variedad está el gusto", en los diferentes puntos del concurrido centro bancario.
LOS CLÁSICOS la llevan
Todos los días, Aurora Sáez se levanta a las 3.30 de la mañana para poner los panes que preparó la noche anterior en el horno. Ella lleva vendiendo nueve años frente al Consejo de la Cultura, en Plaza Sotomayor.
Aurora relata que antiguamente solía llegar a las 4:30 de la mañana para comenzar a vender sus productos, lo que le produjo un serio problema de salud que la mantuvo fuera de las pistas por un largo periodo. "Estuve seis meses enferma, y apenas me recuperé la gente volvió a comprarme panes", destaca la vendedora, quien ahora baja al plan a las 6 de la mañana.
Cada día, Aurora prepara alrededor de 25 sandwiches. "A veces, cuando está muy bueno, ya para septiembre o diciembre, hago como 35", señala.
En su puesto, Aurora vende una gran variedad de sandwiches clásicos, como el salame queso palta, arrollado, Barros Luco, churrasco huevo, churrasco queso palta, ave mayo, queso palta, y jamón queso palta. Cada uno tiene un valor de mil pesos. "Todos los días hago lo mismo, pero los vendo todos", indica.
La miga es la clave
Marcia Geldres llegó hace más de un año al Reloj Turri, frente al Registro Civil porteño. En ese momento, ella se encontraba sin trabajo ya que es jubilada por invalidez. "La pensión es muy baja, entonces tenía que seguir trabajando, aunque fuera en algo liviano, y empecé a improvisar", declara.
Cuando comenzó a vender, Marcia solamente preparaba tres tipos de sandwiches: ave pimentón, ave mayo y huevo mayo, cada uno a quinientos pesos. Actualmente, sus primeras tres variedades siguen siendo top en ventas.
No obstante, en los últimos meses se sumaron el jamón queso, el ave palta y el huevo jamón. Estos dos últimos tienen un costo de ochocientos pesos, ya que son de triple miga.
De lunes a viernes, Marcia llega hasta el Reloj Turri entre las 8 y las 9 de la mañana, para así atraer a las personas que se encuentran haciendo fila en las afueras del Registro Civil. "Trato de estar 8:30, a más tardar 8:50, porque a esa hora ya hay clientes que me están esperando", destaca la comerciante.
A diario, Marcia vende alrededor de setenta panes, y asegura que la mayor cantidad de sandwiches con la que se ha devuelto a su hogar es con seis. "Si está muy bueno, he terminado a veces a las 10 de la mañana, y cuando está malo me voy más tarde de las 11:30", agrega.
La palta es la favorita
Felipa Cortés se instala todos los días laborales en la esquina de Urriola con Cochrane a partir de las 9 de la mañana.
Felipe reconoce que cuando empezó a vender panes hace dos años solamente comercializaba una treinta de sandwiches diarios. Sin embargo, hoy en día ha tenido que aumentar considerablemente la producción para dar abasto a la cantidad de compradores que se le acercan. "Todos los días traigo una cantidad, la vendo y me voy. El mejor día vendí setenta panes", asegura.
Felipa cuenta con una amplia variedad de sandwiches de miga: ave pimentón, ave mayo, ave huevo y jamón huevo. No obstante, ella afirma que sus productos destacados son los panes rellenos con palta.
"Las estrellas son siempre el ave palta, el palmito palta y el quesillo palta. La estrella acá es la palta", declara Felipa Cortés, quien vende cada sandwich a setecientos pesos, tanto en pan blanco como en pan integral.
Sabores gourmet
En la esquina de Urriola con Blanco se encuentran dos jóvenes vestidos con delantal y gorro de cocina, quienes recorren la cuadra con sus grandes canastos.
Uno de ellos es Jesús Lazcano, quien a su vez es familiar de Matías Leiva, el liguano que hace sólo algunas semanas captó la atención de todos los chilenos con su propuesta de sandwiches gourmet conocida como La Insolencia.
De hecho, Jesús cuenta que cuando el emprendimiento estaba recién comenzando, él viajó a Santiago y Matías lo incluyó en el proyecto. "Yo estaba en Santiago viviendo con él, y era parte de su equipo", señala.
Pese a que Jesús se sentía a gusto colaborando en La Insolencia, él deseaba regresar a Valparaíso, su lugar de residencia. Le comentó a Matías Leiva si podía continuar con el emprendimiento en la Ciudad Puerto, a lo que él se mostró de acuerdo y le manifestó su apoyo.
"Junté plata, hice el capital, y desde el 2 de enero estamos acá vendiendo", destaca Jesús Lazcano, quien agrega que las ganancias obtenidos le permiten costear sus estudios y su vivienda.
Actualmente, Jesús vende dos variedades de sandwich junto a Andrea Basáez: uno de ellos tiene pollo toscano, nueces, tomate, albahaca y lechuga; el otro contiene jamón de pavo, queso fresco, champiñones y queso fresco. Cada unidad vale mil pesos.
"En un día promedio hemos vendido setenta panes, y un día bueno hemos alcanzado a vender noventa", indica el vendedor, quien además comercializa galletones de avena integral a sólo quinientos pesos.
Sacrificio diario
Marcia Geldres reconoce que la labor de los vendedores de sandwiches no es tarea fácil, ya que a diario deben enfrentarse a diferentes factores.
"De repente la clientela es lenta, a veces bajan las ventas, el verano fue muy malo. El invierno fue muy duro, el viento, el frío, me enfermé varias veces con bronquitis. Pero he seguido y he mantenido la calidad, el sabor, el buen servicio y la buena atención", declara la vendedora del Reloj Turri.