El "Cabezón": Más de 50 años transportando fruta a caballo
Desde los siete años que Sergio Muñoz trabaja acompañado por sus animales sin nombre. Muchos animalistas lo han criticado, sin embargo, él asegura que siente un cariño inmenso por estos colaboradores acérrimos en su trabajo diario.
Sebastián Mejías Oyaneder - La Estrella de Valparaíso
Son las 4.00 de la mañana en el puerto. Es Jueves. Nadie, aún, logra recuperar del todo las energías gastadas en el trabajo el día anterior. Mientras a esa hora la mayor parte de las personas están inmersas en esa etapa donde el sueño es extremadamente profundo, la vida alrededor de los mercados populares ya ha iniciado. A esa hora Sergio Muñoz, de 60 años, alista a los dos caballos con los que se trasladará hacia el mercado Cardonal, para así acarrear frutas y verduras por entre los recovecos del puerto.
Nadie sabe cuando pregunto por Sergio Muñoz. Todos en el Cardonal le dicen el "Cabezón". Y es que "es difícil llegar a alguien a partir de su nombre original. Todos se conocen acá por su apodo", cuenta uno de los cuidadores de autos que hay en el sector.
El "Cabezón" toma desayuno cuando aún no amanece. Lo hace luego de arribar, con su carruaje, al puerto, ahí mismo los verduleros, que se ubican en Bellavista con Salvador Donoso, le ofrecen un té y un pancito. De ahí parte a su labor como fletero, y no cualquiera, sino que de esos que preservan la tradición, acostumbrados a moverse -y a vivir también- entre caballos. "Desde que tenía siete años que vengo al Cardonal. En ese tiempo acompañaba a mi papá a pelar el ajo, haciendo lo mismo que hoy hago: trasladar frutas y verduras de un lado a otro", relata.
Anti-motor
Se le notan sus sesenta años, a pesar que sus canas dan cuenta de unos rizos dorados que, de seguro, brillaban en sus años mozos. Con su piel quemada estaciona los caballos en avenida Brasil, apretando con fuerza las cuerdas que impiden que los caballos se escapen.
Es bueno para recordar esos viejos tiempos, en los que los caballos desbordaban el bandejón, todos sosteniendo carretas y cargando la mercadería a vender. "Tengo los recuerdos vivos de eso, si han pasado más de cincuenta años y ando en las mismas", comenta.
Pese a que intentó acercarse a los avances tecnológicos comprándose una camioneta, asegura que las "tuercas" nunca lo sedujeron tanto como la serenidad y el buen vivir que siente con los caballos. "Me quedaba dormido mientras manejaba, esa comodidad es muy ociosa, prefiero las viejas herramientas", recalca.
Buen trato
"Muchos me han reclamado, sobre todo cuando ven a los caballos parados allá en Bellavista. Animalistas que muchas veces no saben nada y que nunca han criado un animal. Esta es mi fuente de trabajo y yo debo cuidarla". Es por eso que el "Cabezón" vuelve a eso de las 13.00 horas al Cardonal y recolecta hojas de lechuga para sus dos regalones.
Que ¿cómo pueden pasar tanto tiempo bajo el sol? Se pregunta la gente que lo cuestiona. "Los caballos están acostumbrados a las altas temperaturas".
Una vez que recolecta las hojas de lechuga, el "Cabezón" lleva a sus animales de vuelta a Rodellilo. Según dice, al principio era difícil, sin embargo, la práctica lo ha ido puliendo al igual que a sus caballos. "Lo importante es que cuenten con un buen herraje", agrega. Él es el herrero de sus propios caballos, un potro de nueve años y una yegua de 12, ejemplares sin nombre que todavía lo dan todo en el trabajo diario de este esforzado porteño.
Varias han sido las generaciones de caballos que han pasado por sus manos, hasta ese punto final en la vida de un equino, cuando se le quiebra alguna patita. No hay una edad exacta, las fracturas son el momento cúlmine en la vida de estos "caballos brutos".
Criadero de animales
A sus regalones les da todo lo que puede, si allá donde vive, en Rodelillo es conocido por tener en su terreno un criadero de animales. Además de los dos caballos brutos que utiliza para trasladarse diariamente, tiene una vaca, gallinas y hasta un caballo corralero, de esos que participan en el rodeo.
La alimentación de los animales del "Cabezón" comprende avena, afrecho, harinilla, además de las hojas que recupera del Cardonal. Asegura que ese proceso es fundamental, ya sea para los caballos de trabajo y para el corralero, el que será corrido por su hijo, un trabajador del Servicio Agrícola y Ganadero (SAG), ante las miradas de un público que espera, con emoción, el anuncio de los cuatro puntos buenos.