Conozca las nuevas alternativas de hospedaje universitario en Valpo
Ya no basta con tener un lugar donde dormir, ahora los estudiantes buscan un ambiente más hogareño.
Carolina Pinuer A. - La Estrella de Valparaíso.
Cada año son miles los estudiantes extranjeros y de regiones que llegan a vivir a la Quinta Región. La cosa se pone compleja cuando llega el momento de escoger el lugar que los albergará durante el año, o tal vez todo el tiempo que dure su carrera, porque la oferta es amplia, pero son pocos los espacios donde su dueños están realmente preocupados por entregar un ambiente grato a sus hospedantes.
Para muchos estudiantes, su paso por el Puerto no se trata sólo de sacar un título y rellenar un currículum, si no que buscan vivir en un ambiente familiar, intercambiar experiencias, compartir y hasta hacer amistades. Por esta razón, cada vez son más en Valparaíso las residenciales que plantean una alternativa diferente a la típica pensión universitaria.
Casa taller
Subiendo por la Plaza Aníbal Pinto, específicamente en la calle Almirante Montt N°97, encontramos La Casa del Puerto, que no sólo es residencial universitaria, sino que también es un espacio abierto para realizar talleres e intercambiar libros.
La casa cuenta con un centro cultural llamado Nodo Valpo dentro de la misma, en el primer piso de la casa. "Esto surgió como idea de un grupo de amigos. Hay distintas áreas de trabajo, de formación y de territorio, y para nosotros es importante el trabajo para la comunidad. Este espacio se presta a gente de la casa y también a personas de afuera que quieran utilizar el espacio para enseñar algo", cuenta Jorge.
Una sala de reuniones, una de exposiciones en proceso y una sala de lectura recién renovada, gracias a la última donación de libros que les hicieron son otras salas de la casa, que también están abiertas para todos los habitantes que llegan cada año. El patio es el espacio donde se junta el hospedaje con el lugar cultural, ahí es donde se realizan clases de fotografía, ilustración, tejido, artesanía, timbre, encuadernación y de idiomas, entre otros que se van sumando.
El negocio partió con 3 habitaciones, hace 6 años atrás, ahora tienen 21 piezas . El trabajo de restauración ha sido arduo, ya que la casa tiene más de cien años, pero actualmente el lugar está completamente renovado y ambientado al más puro estilo porteño. "Nosotros tratamos de que venga gente de otros países, para que se produzca un intercambio cultural. También, dejamos una habitación que llamamos "hospedaje creativo"que es especial para artistas latinoamericanos y europeos que vengan a visitarnos", cuenta Jorge.
Más hogareño
Hasta una fiesta de bienvenida le dan a los nuevos residentes que llegan a La Casa de los Colores, ubicada en el Cerro Panteón.
Hace 8 años Julieta Díaz comenzó con este negocio, y cuenta que desde un principio la idea era que los estudiantes "sintieran que era una casa familiar, no que estuvieran encerrados en sus piezas". De esta forma, logró que este lugar se convirtiera en una hostal - comunidad, donde año a año conviven extranjeros y chilenos, cenan juntos, van de paseo, hacen fiestas de disfraces, de bienvenida y despedida, cocinan en conjunto y comparten los espacios. "Al final terminan todos siendo amigos, y los extranjeros que se devuelven a sus países siempre vuelven a visitarnos", afirma Julieta.
Se llama Casa de los Colores porque se preocuparon de diferenciar cada pieza con un color diferente, poner buena iluminación, hartas plantas y ornamentar el lugar con todo el estilo porteño.
Catalina Valenzuela se encarga actualmente de administrar las redes sociales que tiene la casa, y cuenta que adentro se vive "un ambiente muy familiar. Yo viví por dos años y medio ahí, me fui este año para terminar mis estudios, pero vengo todos los fin de semana. La tía dueña de la casa es muy amorosa, y se encarga de ser como la mamá de esta hostal, ella se hace cargo de que esto no sea como un hospedaje común".
Tanto Julieta como Catalina destacan que el ambiente es inclusivo en todo sus aspectos. "Aquí no hay discriminación, si llegan gays aquí no importa, los integramos a todos", dice la dueña de casa. "Acá aceptamos la diversidad, somos inclusivos. Siempre antes de arrendar le advertimos a la gente de que acá vivimos en un ambiente de respeto, donde aceptamos todo tipo de amor", agrega Catalina.
Hasta amores se han formado en este hogar. "Un amigo que vivió acá 5 años que estudiaba ingeniería conoció una alemana en una fiesta de la casa. Ahora en dos semanas más se casan", cuenta Catalina.