A este pajarito le encanta viajar en el Metro Valpo
Olmueína lo rescató de un campo y cuida de él hasta que crezca y "se enamore". Juntos van a trabajar a Viña.
Una pequeña que viaja en dirección hacia el Puerto en el Metro Valparaíso, le grita con ternura a su madre: "¡Mami, mira el pajarito! qué bonito, ¡mira como estira sus alitas!". Los pasajeros que la escuchan tratan de buscar en donde se encuentra la mencionada ave y rápidamente la hallan reposando en las manos de Jessica Figueroa, una olmueína que viaja hasta Viña del Mar por su trabajo.
"¿Qué tipo de pajarito es, señora?", pregunta la niña a todo pulmón. "Es de la familia de los picaflor, de los colibrí", le responde la mujer, sorprendida por su emotiva reacción.
Hace un mes
Por los gritos de la niña, el pajarito se transforma en la atracción del vagón, al punto de que muchos quieren saber su historia. "Bueno, la verdad es que este pajarito lo encontró mi hija en el interior de Olmué. En un principio tratamos de buscar de donde había caído y buscar su nidito para dejarlo con los papás, pero no lo encontramos y decidimos cuidarlo hasta que crezca", explica Jéssica.
La olmueína revela que como familia se les hizo costumbre rescatar aves que quedan a la deriva o que se encuentran heridas. "Esto pasó hace como un mes más o menos, cuando el pajarito era apenas un pichoncito. Lo salvamos y se adaptó súper rápido, al igual que otras aves que hemos cuidado. Para alimentarlo le damos miel diluida en agua, porque es lo más parecido al pólen de las flores... y le encanta, ahora mismo le voy a dar", expresa.
El pajarito, que va afirmándose en la orilla de un canasto, recibe con alegría el alimento. Jéssica se lo da a través de una jeringa y todos contemplan maravillados cómo lo disfruta. "Él (pajarito) no se hace ningún problema. Come harto, se acicala y disfruta del viaje en el metro. Desde que era un bebé que lo ando trayendo porque tengo hijas pequeñas y es mucha responsabilidad para ellas. Así que me acompaña a trabajar hasta que crezca y se enamore", señala Jéssica.
Por lo anterior, la olmueína afirma que evita "encariñarse" con las aves, porque cuando menos lo espera, la abandonan. "Nunca las he encerrado en jaulas porque siempre se adaptan. Eso sí, para no tomarles cariño, no les coloco nombre, porque cuando crecen se enamoran y me dejan. Todas las aves hacen lo mismo. Así que cuando ya están grandes, aprenden a volar y encuentran pareja, las dejo irse libremente a donde quieran", aseguró.