Matias Valenzuela
La expectación era total, pues por fin había llegado el día que tantos padres, madres, pololas, sobrinos y hermanos habían estado esperando para poder volver a ver a sus seres queridos. Luego de una interminable espera de 211 días soñando con este momento, el molo de abrigo de Valparaíso fue el escenario de cientos de abrazos y lágrimas por el desembarco del Buque Escuela Esmeralda.
Carteles, ramos de flores, peluches, globos y los clásicos pañuelos blancos al viento esperaban a la embarcación chilena que hizo aparición al mediodía de ayer, con los tripulantes parados desde la proa al timón cantando al unísono la inmortal "Joya del Pacífico", hasta que a eso de las 12:30, llegó la hora de los abrazos.
Una historia digna de contar es la de Tamara Parrao, quien esperaba ansiosa cada parada de "La Dama de Blanco" en los nueve puertos por los que pasó en su larga travesía. Aprovechando cada vez que podía, se conectaba a internet desde ciudades como Tokyo, Shangai o Sidney para poder revisar su correo eléctronico y sus mensajes en Facebook con el único objetivo de poder saber si ya había nacido su ahijada, María Jesús.
Su larga espera terminó ayer pasadas las 13.00 horas, cuando por fin pudo cargar en sus propios brazos a la pequeña María Jesús, que a sus cinco meses y medio de edad se encontró por primera vez con su madrina.
"Hubo mucho aprendizaje, mucho trabajo, pero grandes experiencias con todos mis compañeros. Acabo de conocer a mi ahijada, cuando yo partí ella estaba en la güatita todavía, nació mientras yo estaba viajando. Durante el viaje no podíamos comunicarnos, pero llegando a los puertos me metía a Whatsapp para ver las fotos y que me contaran cómo ha estado creciendo. La verdad estaba impaciente por conocerla", cuenta la mujer oriunda de Melipilla, quien tiene el consuelo de poder estar presente para su ceremonia de bautizo.
Desde el lejano Concepción, Nubia Carrasco se dormía cada noche esperando que el tiempo avanzara más rápido para poder concretar el reencuentro con su hijo Marco Abarza hasta que por fin llegó ese anhelado momento.
El sábado emprendieron el viaje por más de 600 kilómetros hasta la ciudad puerto para fundirse en un caluroso abrazo con su querido hijo.
"Primera vez que salgo del país, fue una muy buena experiencia, conocí nuevas culturas, pero se pasó rápido porque tuvimos que trabajar harto, nos sirvió mucho", comentó el joven tripulante de la Esmeralda a la salida de la embarcación donde pasó siete meses, y mirando a su madre con cariño manifestó: "Se echa mucho de menos, hasta las cosas más simples, cosas que solo hay en Chile y en ninguna otra parte".
A su lado, la orgullosa madre lo miraba con el pecho inflado y comentaba que su hijo volvió tal y como lo recordaba.
"Lo esperamos con muchas ansias, viajamos ayer (el sábado) desde Concepción y estamos desde las 10.00 acá. Él está igual, un poco más moreno no más", señaló la penquista.
Un largo viaje
Cabe destacar que este es el 61° viaje de La Esmeralda, en el que recorrió ocho países.
La Dama Blanca zarpó el pasado 12 de junio, al mando del capitán de navío Carlos Schnaidt con una dotación compuesta por 298 personas, entre las que se encuentran 22 Oficiales, 142 Gente de Mar, 37 Marineros en instrucción; los que dentro del periplo fuero ascendidos a Cabo Segundo, y 97 Guardiamarinas, quienes a suvez regresaron con el grado de subtenientes.
A lo largo del viaje se integraron 19 invitados de marinas extranjeras, pertenecientes a armadas de Uruguay, México, Panamá, Sudáfrica, Israel, Reino Unido y Asia. Además, en este crucero se embarcaron Oficiales del Ejército, Fuerza Aérea, Carabineros de Chile y Policía de Investigaciones.
El último itinerario realizado por la histórica embarcación chilena, navegó 28.417 millas náuticas,distancia equivalente a 52.000 kilómetros, en 211 días, de los cuales arribó en 9 puertos,de ocho países.
El primer puerto en que recaló fue Hanga Roa, para continuar con Honolulu (EE.UU.),Tokio (Japón), Busan (Corea del Sur), Shangai (China), Bali (Indonesia), Sydney (Australia), Auckland (Nueva Zelanda), Papeete (Francia), y retornar a su puerto base.
Respecto de la experiencia del viaje, el capitán de navío, Carlos Schnaidt, manifestó que la experiencia fue bastante positiva y fue un importante aprendizaje para la formación de los futuros marinos.
"Terminamos el sexagésimo primer viaje, estimo que fue bastante exitoso, estuvimos navegando 27.000 millas por siete meses. El viaje tuvo todo tipo de climas, tifones, tormentas tropicales, lo que le llamamos las calmas chichas en que el mar es un plato sin nada de viento. Hubo días con temperaturas de 10° C hasta 36°C así que fue bastante interesante. Esta es la forma para que los nuevos marinos puedan conocer la naturaleza y la puedan explotar después cuando tengan que desarrollarse en sus nuevos buques", señaló el capitán Schnaidt.